Había empezado la mañana del 12 de febrero. Frente al municipio se instaló un pequeño estrado para que las autoridades locales pudieran observar el desfile. Pocas personas, sobre todo ancianos y niños, participaban en silencio desde la plaza principal. Un grupo de militares, todos veteranos, marchaban con rifles de madera frente a la plataforma.
La orquesta maquillaba una tonadita castrense. Nadie, con excepción de algunas criaturas, expresaba alegría o entusiasmo. Así luce Ichupampa a mitad del verano del 2018; con vientos breves, pocas lluvias y cielo nublado. Rodeado de montañas verdes y agrietadas, el distrito cumplía 193 años de fundación, y año y medio desde el sismo que arrasó con la esperanza de 722 personas y que colapsó 232 viviendas. La iglesia, como una mole sin cúpulas, descansa ahí, en el ocaso del tiempo rural, sin cobijar a sus fieles.
Abandonados, sí. Indignados, sí. Tristes, sí. Así dice. La alcaldesa de Ichupampa, Rocío Paricela Huancollo, piensa que el Gobierno Central los ha olvidado. “Continuamos en estado de emergencia y nadie habla de Ichupampa”, resalta. Después del sismo de 5.3 grados del 14 de agosto del 2016, cuando la tierra sacudió violentamente el pueblo y todo lo que lo rodea, originando una nube imborrable de polvo y confusión; las
autoridades del país y los ciudadanos, empezaron a enviar carpas y artículos de primera necesidad. “Se planteó un Plan de Reconstrucción por parte del Ministerio de Vivienda. Se habló de 60 millones…
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