Enseñar con el ejemplo

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Hace cerca de 200 años, los primeros congresistas peruanos decidieron hacer de nuestra patria una República Democrática, pero no tomaron en cuenta que este tipo de régimen requiere de un pueblo consciente, pues de él emana el poder. Allí comenzaron las dificultades, pues la formación de conciencia ciudadana en el país siempre fue débil o inexistente, pese a que el derecho a voto se fue extendiendo. Así, llegamos a nuestra patria de hoy, con una gran masa de votantes que apoya a los corruptos en las urnas a cambio de bolsas de arroz o un plato de carapulcra.

La culpa no es de la democracia, desde luego, sino de la absoluta falta de una formación cívica, que ayude a la generación de ciudadanos que puedan ejercer su poder como es debido. Y no se trata de modificar currículas, rúbricas o secuencias pedagógicas. Se podría comenzar,  enseñando con el ejemplo, en el día a día. Los colegios, por citar un caso, que no hacen nada para reducir los inconvenientes que causan en el entorno a la hora de ingreso y salida de sus alumnos; más allá del problema vial, están produciendo otro efecto: están enseñando a ignorar al otro, a ser desconsiderados e indiferentes. Un cambio sencillo puede llevar a grandes aprendizajes.

El desolador panorama de corrupción que hoy vivimos no hará otra cosa que empeorar, si no comenzamos a exigir más de nosotros mismos que del gobierno que, ya sabemos, no tiene mucho que ofrecer.

(Publicado en Correo Arequipa)