El mal mayor

Columnas>Trocha urbana

Al igual que en pasadas elecciones, el nuevo alcalde de Arequipa asumirá el cargo con tanto o más rechazo que aceptación. De hecho, el burgomaestre alcanza el mandato edil, pese a que – matemáticamente – quedó en segundo lugar en las urnas, pues el mayor porcentaje fue de votos en blanco y viciado. Otra imagen que se repite son los rostros en los primeros lugares, tanto en el sillón provincial como en los distritales, lo que demuestra la nula renovación de los cuadros políticos a nivel regional. Algunos podrían interpretar esto como una respuesta al desencanto que, tanta corrupción, ha desencadenado en contra de la política; pero, eso no es tan cierto.

Frente a la misma crisis de valores democráticos, la respuesta de los votantes en Lima ha sido distinta; pues, allí, el voto municipal le ha dado una dura lección a oportunistas, populistas y a los aliados de la corrupción. En nuestra región, por el contrario, se ha respondido con apatía y derrotismo; el elector no ha buscado más allá de los regalones y charlatanes de siempre, y ha optado por el “malo conocido”.

Los resultados de hoy comenzaron a gestarse en cada elección, en la que se premió en las urnas a autoridades reeleccionistas y cuestionadas, pues así  se animó a los pillos a tentar un cargo y se ahuyentó a las personas más decentes. Si hoy no comenzamos a buscar mecanismo ciudadanos de control, en el 2022 tendremos nuevamente lo mismo… o peor.