El turno de Alan Garcia

La Revista

Hace apenas unas semanas, parecía una tarea imposible. Los mensajes sarcásticos vía Twitter, con el colofón “otros  se venden, yo no”, parecían presagiar un nuevo episodio con final favorable para el expresidente, al amparo de sus ya  conocidas influencias en el Poder Judicial.

De lejos, más astuto que sus pares, ni la caída de la política con más poder en el país, Keiko Fujimori, había logrado reducirlo. Tras la aprobación del impedimento de salida del país por 18 meses, logrado nuevamente por la dupla José Domingo Pérez y Concepción Carhuancho, declaraba orondo que esa restricción no constituía ningún castigo para él.

Cuando nadie lo intuía, apenas horas después, se internó en la sede de la embajada de Uruguay, solicitando asilo y alegando persecución política en el país. Además, falta de independencia del Poder Judicial, injerencia del Ejecutivo, politización del fiscal que lo investiga, entre otros.  Una fotografía publicada al día siguiente de la revelación, que  muestra a García fisgoneando a través de la cortina, mostró el verdadero estado de ánimo del exmandatario.

Pese a  lo que dicen sus partidarios, no había inminente orden de detención preliminar o preventiva, aunque sí la  posibilidad de que uno de sus exfuncionarios, hoy encarcelado, se acogiera a la colaboración eficaz. El nerviosismo  de García y la histeria de sus congresistas, tratando de descalificar al fiscal Pérez…

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