Luego de arrancar perdiendo 0-1 en el estadio de la UNSA, Melgar ganaba con autoridad a Alianza Lima por dos goles a uno (marcaron Bernardo Cuesta y Giancarlo Carmona); le habían anulado un gol claro a “Canchita” Gonzáles y, a pesar de este desacierto arbitral –la directiva rojinegra había solicitado asistencia por vídeo al árbitro (VAR) y réferis extranjeros para la semifinal–, manejaba el encuentro a su antojo. El equipo estaba, contra viento y marea, camino a su tercera final del siglo.
De pronto, la barra visitante apostada en la tribuna norte, a pura impotencia y desazón, empezó a encender bengalas (que están prohibidas en los estadios del Perú). Se hizo el llamado de atención y se los conminó a apagar los pirotécnicos (si esta inconducta la hubiera tenido la barra rojinegra el partido se detenía inmediatamente). No lo hicieron y, justo en ese momento, llegó el gol del empate aliancista que forzó los penales en donde Melgar falló ¡cuatro penales! Sí: erraron Etchemaite, Biancucchi, Míguez y Arce.
Teniendo todo a nuestro favor, no acceder a la gran final del campeonato descentralizado 2018 sabe a rotundo fracaso, pues nos quita el acceso directo a la fase de grupos de la Copa Libertadores de América 2019 con la cuantiosa cifra que entrega la Conmebol a los clubes que llegan a esta parte del torneo de clubes más importante del continente (con tres partidos de local y tres de visita); y, además, le impide al club…
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