Egoístas por tradición

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En diferentes festividades, a lo largo del año, existe la costumbre de reventar juegos pirotécnicos. El gran bullicio que provocan puede ocurrir a altas horas de la noche o la madrugada, cualquier día de la semana; y prolongarse hasta exceder la media hora. Muchas personas lo disfrutan; muchas otras lo consideramos excesivamente molestoso y agresivo; pero, la ley solo ampara a los amantes de esta práctica, que tiene más características de un negocio perverso que de una tradición.

Un pueblo debe conservar sus tradiciones, es cierto; pero, el término “tradición” no santifica todo lo que toca. Una tradición es importante en tanto genere vínculos y construya identidad; los juegos pirotécnicos, ese sentido, están dejando de cumplir ese rol, pues provocan fricciones y hasta odios. En primer término, recordemos que la identidad no es un ancla en el pasado, sino una construcción colectiva que se va resignificando. La identidad es parte de la cultura, y la cultura no es fija. Como sostiene el antropólogo Hernán Neira, la identidad es de naturaleza dinámica. Por otro lado, debemos ser conscientes de que Arequipa no es más un pueblo, tiene nuevas y diversas necesidades. Eso es parte de la dinámica histórica. Por ello, son necesarios ajustes, para lograr una construcción identitaria que incluya a todos y no solo privilegie a quienes siguen rituales egoístas y abusivos.

Una buena autoridad municipal debería regular el uso de pirotécnicos en horarios y proporciones que no perturben a las familias, para que la diversión de unos no se convierta en el martirio de otros.