El «Choclo» Ricketts se ha ido. Pero permanece en la memoria de la ciudad que le vio nacer. Constante viajero, siempre tuvo una fuerte preocupación por un progreso artístico descentralizado.

Ricardo Córdova lo recuerda como una persona decidida. «El Choclo supo que quería ser pintor y vivir la vida». Menciona a su arte como expresionista figurativa, de colores vibrantes y figuras simplificadas. Expresaban un mundo interior poblado de demonios, duendes y fantasmas. Seguramente eso provenía de su inmenso gusto por el cine.
«Su vitalidad era realmente desbordante. Su idea de la vida y del arte era de un dinamismo que no tenía límites»
Oswaldo Chanove
Germán Rondón menciona: «Su risa era más graciosa que cualquier chiste, y la libertad era la sustancia más íntima. Un viajero cargado de sus sueños de colores tratando de construir alguna forma de felicidad».
El «Choclo» Ricketts en la UNSA
El «Choclo» se quedó con ese apodo por haber nacido en una cuna de oro. Aún así, se ha ganado la admiración y respeto de los más humildes. El arte acerca a la gente. Por ello, se le ha rendido un justo homenaje mostrando sus obras más representativas, en una exposición titulada: «El viaje del caníbal».
Los que aún no conocen el arte de José Ricketts Escomel pueden acercarte a la Galería I del Complejo Cultural de la Universidad Nacional de San Agustín hasta el 29 de abril.