Alan García planificó su suicidio dejando carta y despidiéndose de alumnos

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Superando a la ficción, el hecho que ha conmocionado al país en la madrugada del miércoles 17, se va aclarando. Pese a la oleada de noticias falsas, memes, opiniones y expresiones de odio, el suicidio del expresidente Alan García, ha sido confirmado por las autoridades.

Foto: Andina

Pero también, se ha conocido algunos detalles. Como el hecho de que el exmandatario dejó una carta de despedida para sus hijos y partidarios. Dado el poco tiempo que transcurrió entre la notificación que se le hizo en su domicilio y el disparo que ejecutó en su sien, se deduce que la misiva ya estaba preparada con antelación.

Dirigentes apristas, en general, no mostraron sorpresa. En tanto, Luis Gonzáles Posada y Carlos Roca, han dado a entender que él ya había anticipado la decisión. Aquella mañana trágica, ya todo estaba previsto.

Igualmente trascendió que, en noviembre de 2018, cuando se rumoreaba una detención y él pidió asilo en la embajada de Uruguay, también portada un arma de fuego, con el mismo fin, en caso de juzgarlo inevitable.

Igualmente, medios limeños han informado que, en la víspera, al terminar su clase en la Universidad San Martín de Porres, expresó estas palabras:

«Bueno, queridos estudiantes, hemos terminado hoy día. No sé cuándo nos volveremos a ver. Parece que quieren detenerme, mil disculpas por eso. Si ocurre, designarán a otro profesor. Nos volveremos a ver… Claro, si es que no me sucede nada», les dijo García Pérez.

Alan García, 16 de abril.

La misiva del suicidio

La carta que dejó Alan García, está impresa en una sola cara. La titula «la razón de mi acto» y lleva su firma y huella digital. Habla de su decisión y expone sus razones. Deja una especie de legado al partido aprista y reitera su inocencia de todas las acusaciones que pesan sobre él.

Transcripción

“Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social. Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento.

Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones.

En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades.

Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje mis enemigos era argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias.

No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podrá haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no.

Cumplido mi deber en mi política y en las obras hechas en favor de pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”.