Nuestra ciudad está llena de museos. De todo tipo. Los hay de pintura moderna, de esculturas, de esqueletos momificados, cartas memorables, piezas de orfebrería que parecen salidas de un cuento de hadas medieval. Arequipa, posiblemente, sea una de las urbes con mayor cantidad de tesoros históricos escondidos entre sus blancas paredes de sillar. Escondidos, porque una buena cantidad de arequipeños no tiene idea de su existencia.

Los museos se relacionan con lugares parcos, sin atractivo y anacrónicos. Es necesario cambiar la perspectiva que se tiene de ellos, pues además de la indiferencia del público, también han sufrido por años de la indiferencia de las autoridades.
Lo que tenemos
Solo en la provincia de Arequipa tenemos 38 museos. Caminando por el centro histórico, pasamos por varios de ellos, algunos más visitados que otros. Por ejemplo, el Museo de la Catedral es el más concurrido. Punto incluido unánimemente en todos los tours, este museo es regentado por el Cabildo Metropolitano de Arequipa, es decir, es privado. Tiene una gran cantidad de objetos de arte religioso.
Las piezas de joyería son las protagonistas de este templo. Brillan la plata, el oro y las piedras preciosas, y casi se puede sentir el frufrú de los terciopelos de las capas que otrora usaban las autoridades eclesiásticas.
Este museo se autosostiene a través de la venta de entradas. No siempre ha estado abierto al público y esto era porque las condiciones de la infraestructura y de los propios objetos en exhibición eran pésimas. Se necesitaron trabajos de limpieza y restauración, desde el mármol de los pisos hasta las túbulas del órgano. Así, el remanente de los ingresos del museo va a comedores populares, como Sor Ana de los Ángeles, según fuentes del Arzobispado de Arequipa.
Otro museo ubicado en una iglesia, y uno de los más bellos, es el de Santa Teresa. Franz Grupp, conservador de arte y director del museo, nos explicó el valor las piezas contenidas en el recinto: “Tenemos objetos únicos: un baúl de la Natividad que debe ser el más grande, de mayor calidad y el mejor conservado de su tipo en el mundo. Asimismo, tenemos piezas de porcelana china de la dinastía Huang Lee, piezas que no deberían estar aquí, porque la costumbre china es que, al desaparecer una dinastía, todos los objetos usados por sus miembros son destruidos o enterrados con ellos”.
Los museos del Estado tampoco se quedan atrás. Así, el Museo Histórico Municipal “Guillermo Zegarra Meneses” es reconocido por una gran cantidad de reliquias de la época republicana. Cartas, espadas e instrumentos de marina figuran en sus colecciones de la Guerra del Pacífico y del Combate de 2 de mayo, registro de arequipeños que colaboraron activamente con la patria.
Lo que no tenemos
Sin embargo, todos los museos arequipeños tienen algo en común: poca afluencia de visitantes y escaso presupuesto.
El museo Santa Teresa recibe entre 50 y 60 visitantes diarios, lo que no es óptimo, según su director. Mientras que el museo de la Municipalidad corre peor suerte: de 22 a 30 visitantes, estima su administradora, Miriam Infantes García. Hace falta difusión, pero también hace falta dinero para mantener todos los museos en las mejores condiciones e invertir en su promoción.

“El presupuesto que se asigna al Museo Histórico Municipal es muy bajo. En todo lugar, los museos son siempre la última rueda del coche. Pero siempre nos estamos recurseando y manteniendo como podemos”, dice Infantes. Este no es el único caso. La Universidad Nacional de San Agustín cuenta con el segundo más grande Museo de Historia Natural del Perú, que no tiene salas donde exponer y sus miles de especímenes se deterioran por falta de dinero y personal.
Lo que deberíamos hacer
Guadalupe Vásquez, subgerenta de Turismo y Relaciones Exteriores de la Municipalidad de Arequipa, afirma que está comprometida con la preservación y mejoramiento de estos monumentos históricos. El sábado 25 de mayo, por el mes de los museos, se hizo un concurso llamado “Conoce tus museos, descubre Arequipa”, que consistía en hacer que los participantes visitaran un número determinado de estos y, quienes lo hicieran más rápido, ganarían. La competición tuvo gran éxito entre los jóvenes.

“Hay que invertir en el desarrollo, no solamente en infraestructura, sino en capacitación, concientización. Este tipo de concursos ayuda a conocer estos espacios”, dice Vásquez, quien alegó que se incrementará presupuesto para estas instituciones. Mientras que esa suerte de competencia para algunos resulta superficial, para Franz Grupp es una buena manera de empezar: “Estos concursos ayudan a poner sobre el tapete los museos y su riqueza”, afirma.
Asimismo, Grupp señala: “Tenemos que hacer de los museos espacios más atractivos y amables, olvidarnos de que son solo para artistas o académicos, los museos son para todos. Por lo tanto, es necesario idear estrategias, como costos especiales para visitas en familia, modificar el guión de los museos y asociarlos para crear recorridos desde la historia prehispánica hasta la época moderna”.
Por su parte, Miriam Infantes refiere que se debería reforzar la difusión para atraer a niños y jóvenes a los museos. “De hecho, podríamos utilizar esta plaza, la plaza San Francisco, para hacer eventos culturales. Finalmente, aquí se reúnen tres museos, así que debería ser aprovechada esta locación única”, manifiesta.
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