Ahora que nos toca pensar en los próximos candidatos que ostentarán un curul en el congreso, resulta conveniente recordar el populismo que acostumbran algunos impresentables. Seguramente te ofrecerán una nueva Ley de Minería, cuando ni siquiera se pronunciaron en el 2011 que estalló el conflicto de Tía María a raíz del informe de la UNOPS (The United Nations Office for Project Services), que encontró 138 observaciones en el primer Estudio de Impacto Ambiental del proyecto minero.

Otros te saldrán con la clásica propuesta de reducir el sueldo de los parlamentarios, y de yapa, los ministros. ¡Clásica! Para colmo, alguna vez fueron autoridades municipales o regionales, y jamás cuestionaron sus dietas, menos la remuneración de los alcaldes y gobernadores regionales. También está de moda eliminar la inmunidad parlamentaria, cuando es una cuestión moral, no debe pregonarse demagógicamente, sino estar implícito en la agenda de todos, absolutamente todos los candidatos.
A unos pocos se les ha ocurrido modificar la Ley de Migraciones para deportar a los extranjeros, específicamente, venezolanos. ¡Cuídate! No te dejes llevar por tus emociones patrioteras y xenofóbicas, porque estoy seguro que te saldrá un tiro por la culata. No faltarán aquellos que te hablen del Seguro Social pero se atienden en las clínicas más costosas de la ciudad o quienes busquen incrementar el sueldo mínimo pero son empresarios, administradores o gerentes déspotas y opresores que no reconocen los derechos laborales de su propia gente. Y para los más extremistas tenemos los “cadena perpetua” y “pena de muerte”.
Aléjate de los candidatos que te sonríen y adulan, te saludan después de buen tiempo para invitarte un trago o recién te dan sus números privados. Seguramente te están buscando porque jalas gente para la campaña. Y ni siquiera pienses en aquellos que andan saltimbanqui de partido en partido, peor aún si su ideario es distante, porque evidentemente no tienen convicciones, o tal vez sí, presumir un cargo y ostentar sus réditos.
Preocúpate de quienes te hablen de los policías, maestros y taxistas, de los jubilados, del maltrato contra la mujer o de violación infantil, pero no tienen una posición clara respecto al aborto, la unión civil y la legalización de la marihuana, porque son los temas de actualidad. Su salida será desmerecer la discusión o restarle importancia.
Evita los “like” y “me encanta” a ciegas, es decir, por una palabra de su propuesta que te identifique, porque ayudas a popularizarlo de forma inconsciente. Primero analiza su hoja de vida, averigua si es “persona”, quizás sea un posero(ra) que divulga su trabajo, su labor, como una acción generosa. Evalúa el alcance de sus propuestas y cuando estés en la urna electoral, recuerda qué hicieron las autoridades que elegiste anteriormente por una sonrisa, un polo y una bolsa de arroz.
Cuando marques un símbolo recuerda cómo renegabas del pésimo servicio de salud mientras te retorcías con el dolor de estómago y la fiebre, o, del caos vehicular en las calles y el sonido de los carros ensordeciéndote por carecer de una planificación adecuada. Recuerda por quién arengabas, también sus rostros y su ineptitud, y no te vuelvas a equivocar. Por último, elige al ciudadano que se fajaría la vida por tu salud, por tu educación, por tu bienestar; a quien no tenga como prioridad recuperar sus miles de soles invertidos en tanta propaganda, menos al que te convenció por su baile ridículo o te llenó de tantos halagos y promesas a punto de reventar las ánforas. ¡Piensa! El futuro de la ciudad y del país está en nuestras manos.
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