Sabiduría indígena y cambio climático

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Crónica: Sabiduría indígena y cambio climático

Trabajo ganador de la categoría Crónica en el VII Concurso Literario «El Búho», 2018.

Autor: Santiago Pérez-Wicht Meza

Jueves 9: El primer evento titula simplemente Literatura y es una conversación con el escritor irlandés Michael Collins. El sol de la tarde cae sobre el gran jardín interior de una casona antigua. Las sillas rodean los árboles, y al fondo, sobre el verde, una habitación similar a un teatro; dos sillones negros y plumas de madera cuelgan del techo: el primer escenario del festival. Collins es escritor y atleta. La entrevistadora lo define como ultra runner. Término extraño, pienso¬, parece el nombre de serie de un cyborg y no un oficio.

                Collins nos cuenta que la perspectiva del atleta le sirvió para enfrentar la literatura. Cuando era joven, en Irlanda, corría más allá de los límites del pueblo y miraba las cosas desde fuera, como un outsider. El acto de correr le permitió aprender a observar a la distancia y esa misma perspectiva es la base que sostiene su creación literaria. Luego nos dice: «You see violence in a family, you see priests… religious… strange things in religion».

                ¿Qué ha visto Collins en la Irlanda de su infancia? ¿Por qué partió a Estados Unidos y no quiso volver? Es como si la literatura le quemara y no quisiera estar junto al fuego. Insiste en la necesidad de perspectiva al crear: «I think for a writer you need perspective». Lo imagino de niño, huyendo del sacerdote al padre y del padre al sacerdote. «In english they say: the loneliness of the long distant runner». La soledad del fondista. En ese sentido, el novelista (Collins) y el fondista (Collins) son uno y el mismo. Me voy y me siento extraño, rígido, como si fuera un árbol.

                El siguiente evento que elegí es una conversación sobre genética en un pequeño teatro de un centro cultural. Igual: sillones, plumas, una disposición repetida que invita al diálogo sincero y llano, como dos amigos en una sala. Pronto el teatro se llena. Es curioso el interés de la ciudad por la genética, pienso, entonces ingresa la entrevistadora acompañada de Miguel Pita, el genetista español invitado.

                 Comienza la charla y Pita dice: «En el fondo las dudas sobre genética son dudas que nos interesan a todos porque hablan de nuestra vida. […] La genética es nuestro manual de instrucciones, lo inmutable, nuestra esencia. Ahí hay un secreto que explica gran parte de lo que somos». Luego plantea que los genetistas saben que somos primos de las plantas y los animales y se siente una súbita incomodidad en el aire. «La vida se creó una vez. Todos venimos de un mismo origen». Una mosca aletea a mi alrededor y sólo pienso que comparto con ella 60% de mi genética.

                Viernes 10: Ingreso a una bóveda de sillar y veo a dos mujeres sentadas sobre un pequeño escenario. La charla lleva por título Siendo indígena: cultura, historia y autodefinición, y forma parte del primer eje temático. Lee Maracle es una escritora indígena canadiense; Ángela Chislla Palomino es secretaria de la Organización nacional de las mujeres indígenas andinas y amazónicas del Perú. El tema de la conversación será la identidad. Miro las paredes estrechas y el cielo abovedado, ¿cómo cabrá la identidad en esta pequeña bóveda? En eso, la entrevistadora pregunta a Lee: «How do you define yourself?».

                Lee, mujer grande de cabellos canos, nos cuenta que el tema nunca fue un problema de niña. Cuando los ingleses la forzaron a ir a un residential school, como a los otros niños nativos, recién sintió que su identidad podía ser un inconveniente: «Do you wear feathers?, people would say. […] The question of identity becomes important to others, not to me. They need to know». Siento que Lee es una cultura viva y agónica luchando a diario por el derecho de permanecer en el mundo.

                Por la tarde asisto a un evento inquietante: La cuenta atrás: ¿Tenemos futuro en la tierra? Esta vez no será una conversación sino una conferencia. Alan Weisman es un periodista especializado en el tema del medio ambiente. Ha visto el ártico descongelándose; la cuenca amazónica manchada de petróleo; las estepas fértiles de Ucrania, tierra natal de su padre, afectadas por la radiación de Chernóbil.

                Presenta varios datos, el primero, chocante: «Cada año hay alrededor de 85 millones de seres humanos más en el mundo. […] Cada cuatro días y pico agregamos un millón de personas más al planeta. Pues no me parece sostenible». Para Weisman, la sobrepoblación es el problema ambiental más grande de todos; dice que sino hubiera sobrepoblación tal vez no habría ningún otro problema del cual preocuparse. Y entonces, ¿qué? Algunos pensamientos comienzan a conectarse: la genética, los pueblos indígenas, la sobrepoblación del planeta. Salgo, la noche es clara y puedo ver la luna. 

                Sábado 11: Teatro Municipal. La conferencia titula Sabidurías indígenas; así, en plural. No están los sillones negros de siempre en el escenario, sólo un gran ecran, un pedestal y un micrófono. Wade Davis, escritor, antropólogo y fotógrafo canadiense, aparece de pronto. Es un hombre grande, de cabellos canos y con aire de viajero. Me parece un Hemingway de las ciencias sociales. Davis nos dice que ha recorrido el mundo, del Perú al Tíbet, estudiando y fotografiando sociedades indígenas y recogiendo en sus escritos sabiduría ancestral, rescatando así la etnósfera de la humanidad, esa red cultural construida por nuestra especie.

                Acompaña su ponencia con una muestra fotográfica estampada en el ecran: comunidades indígenas de todas partes que Wade ha podido conocer y fotografiar. Dice: «Every culture by definition is a unique answer to a fundamental question: what does it mean to be human and alive?». Está hablando de Lee, de Ángela. Luego afirma que la pregunta ha sido contestada en las 7000 lenguas de la humanidad. El recorrido es más que alucinante. En poco más de una hora Davis nos permite ver en sus imágenes la historia de una especie, la nuestra, mientras habla sobre el valioso conocimiento recogido en cada comunidad indígena visitada.

                Veo en el programa que Davis estará en un evento llamado Ciencia: más extraña que la ficción, donde hablará de sus experiencias como antropólogo. El evento comienza en poco tiempo así que debo apurarme. Salgo del teatro, doblo la esquina y veo a Wade, unos metros por delante, caminando apresurado. Sin duda vamos al mismo sitio. 

                El teatro del Cultural es el marco de la charla. Davis nos cuenta que en 1982 fue enviado a Haití con un propósito específico: hallar la fórmula de la droga que sería, al menos hipotéticamente, la causante de la zombificación. Establece contacto con un sacerdote vudú que accede a darle los ingredientes de la poción a cambio de muchos dólares americanos. Así, Wade regresa a Nueva York con una maleta que contenía cráneos y huesos humanos, pescado seco, serpiente seca: los ingredientes de la poción zombie. No lo creo. Me toco la frente pues creo que deliro un poco. Miro a mi alrededor, creo que todos deliramos un poco.

                Llega la noche. Javier Cercas tal vez sea la cereza del postre. El Municipal está lleno y los libros del autor agotados. Mejor dejo a Cercas definir su propia literatura: «Mis libros tienen una característica y es que además de contar una historia o varias historias, se cuenta también, y de manera principal, el propio proceso de hacerse la historia». Era inevitable terminar hablando de la madre del autor ya que los libros de Cercas son, digamos, novelas de no ficción o testimoniales. Durante la ronda de preguntas un valiente alza la mano: «Sobre la búsqueda de la verdad, de las verdades concretas de las familias; mi pregunta es: ¿por qué contarlo?, ¿no les alcanzaría con un terapeuta?».

                Domingo 12:          El Hay va terminando y la Gala de Poesía es el cierre del festival. El evento se realiza en el patio interno de una casona colonial. El sol cae en el horizonte y unas llamaradas rojas invaden el cielo de Arequipa. Todos los asientos están ocupados así que la gente se apoya sobre la paredes blancas de sillar. El marco cautiva. Nueve poetas de todo el mundo reunidos en un mismo escenario leyendo su poesía. Cada uno a su modo: algunos de pie, otros sentados. Cada uno en su lengua: en español, en inglés, en neerlandés, en hebreo.

                Tal vez, es muy pronto para sacar conclusiones pero no dejo de pensar en los ejes temáticos (sabiduría indígena y cambio climático) y en la frase de Davis: la esperanza reside en la severidad de la crisis. Al salir, una chica me obsequia un bolso de tela del Hay. Es perfecto para guardar mis recuerdos.

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