En el recién constituido hogar de los Mamani Tunco se ha esfumado un cuchillo sin que nadie lo note. Es porque, si las cosas van bien -en el mal sentido de la palabra-, esta tarde habrá un muerto en el 232 de la Av. El Sol, en Miguel Grau. Se trata de una venganza para la cual J.A.L.T, apenas un menor de edad, ha reunido a otros dos adolescentes “maleados”. Hace unos meses J.A.L.T. llegó por primera vez a este lugar maniatado, golpeado y asustado, pero esta vez, lleva un utensilio de cocina.
La desesperación del menor le ha hecho pensar que asesinar es la única salida. Sin embargo, minutos después y, contra todo lo previsto, el resultado será tan catastrófico como todas sus visitas allí. Aquella persona que planeaba asesinar termina por reducir sin problemas a sus atacantes: dos de los cuales desconocían a quién realmente se enfrentaban, a diferencia de J.A.L.T. que estaba decidido a enterrarle el cuchillo en las entrañas a un taxista que alternaba las procesiones del Señor de los Milagros y las campañas infantiles de ayuda social, con la más salvaje maquinaria de violencia sexual contra niños. Su nombre: Carlos Mamani Huacoto.
Según el acta de entrevista única, realizada al menor, aquella tarde sus amigos huyeron y él quedó cautivo en la habitación del taxista, quien …
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