En estos días de inicios de diciembre se cumplen 239 años de la campaña militar de José Gabriel Túpac Amaru en el Altiplano puneño. Tras los sucesos de noviembre de 1780 –cuando capturó al corregidor de la provincia de Tinta (o Canas y Canchis), don Antonio de Arriaga, el día sábado 4 en Yanaoca; presidió su ejecución pública en la plaza de Tungasuca el jueves 9; y resultó victorioso en el choque con las tropas venidas del Cuzco en Sangarará, en la vecina provincia de Quispicanchis, el sábado 18– el líder rebelde se dirigió al sur de la provincia de Tinta, a Coporaque. Desde allí, descartando dirigirse a Caylloma y la sierra arequipeña, decidió pasar al Altiplano del Titicaca.

Un texto anónimo, escrito en el Cuzco a mediados de enero de 1781, nos relata esta campaña. El autor fue un militar, quizás criollo, que participó en la defensa de la ciudad imperial ante el asedio de las fuerzas tupamaristas entre los días 2 y 10 de ese mes. Su relato fue publicado por primera vez en Buenos Aires, en 1836. El editor, Pedro de Ángelis [1784-1859], era un intelectual nacido en Nápoles, que había emigrado a la Argentina en 1827, dedicándose al periodismo. Durante el gobierno del caudillo bonaerense Juan Manuel de Rosas (1829-1852), escribió algunas biografías y editó la ‘Colección de obras y documentos relativos á la historia antigua y moderna de las provincias del Rio de la Plata’ (1836-1837, 5 vols.). En el tomo cuarto de esta colección reunió y publicó una serie de documentos sobre la rebelión de Túpac Amaru. Esta documentación apareció también en tirada aparte, con el título de ‘Documentos para la história de la sublevación de José Gabriel de Tupac-Amaru, cacique de la provincia de Tinta, en el Peru’ (1836).
De esta última versión, subdividiendo algunos párrafos muy largos para su mejor comprensión, es que tomamos el relato, simplemente titulado “Sublevación de Tupac-Amaru” (pp. 3-8). Cuenta, pues, el autor anónimo lo siguiente:
“Desde el dia 10 [de noviembre de 1780] empezó [Túpac Amaru] á escribir cartas á diferentes caciques, mandándoles prendiesen á sus corregidores, tenientes y demas dependientes, y dando órdenes para que se embargasen sus bienes. Estas cartas iban acompañadas de los edictos que habian de publicar dichos caciques en sus respectivas provincias, promulgando que se acabarian los pechos [= gravámenes] de repartimientos, aduanas y mitas de Potosí con el exterminio de los corregidores” (p. 5).
“El cacique de Azangaro, [don Diego] Chuquiguanca, y el de Umachiri, [don Bernardo] Pucacagua [sic: Sucacagua], manifestaron estas órdenes á sus corregidores, y en fuerza de ello alistaron sus tropas, exortando al mismo fin á las comarcanas provincias para que se pusiesen en movimiento. La [tropa] de Azangaro ya estaba en Ayavirí esperando las demas confederadas: la de Carabayá [sic] tambien esperaba á las demas en Santa Rosa: las de Puno y Chucuito habian tomado la marcha hasta cerca de Pucará, con un trozo de la de Lampa; donde las hicieron volver los corregidores y demas oficiales, dando á un mismo tiempo órden se retirase la tropa de Azangaro al mismo Lampa. Se ignora el motivo de esta órden, tan intempestiva y ruinosa, porque franqueó el campo al enemigo, para que sin contradiccion saqueara muchos pueblos del Collado [sic: Collao], arruinando el capital de las haciendas convecinas, destrozando en unas mas que en otras: porque como el indio es insaciable en comer á costa agena, muchos dias para un almuerzo no eran suficientes 4,000 borregos: los mas [de los indios sublevados] no tenian mas sueldo que el pillage, á usanza de los tartaros. No hay número fijo de los indios: unos dias son mas y otros menos de 6,000 para adelante” (p. 5).
“El dia que entraron en Ayavirí, pretendieron que no bajaban de 20,000, porque sin mas aliciente que el libertinage para robar, venian de los pueblos mas remotos. El dia de Santa Bárbara [4 de diciembre de 1780] asomó la tropa de Tupac-Amaru á Macari por los altos, donde quemó la carcel: diligencia que ha practicado en toda la carrera” (p. 5).
“El 5 [de diciembre] repartió su tropa en tres trozos: la de la derecha fué á destrozar los bienes y estancias del cacique Pucacagua [sic: Sucacagua] en Umachiri y sus comarcas: la izquierda se encaminó á Queque en busca del mayordomo para ahorcarlo: aunque no lo egecutó por conmiseracion, sin embargo de haberlo encontrado; pues fué este el que prendió al sobrino de Tupac-Amaru, [Simón Noguera] á quien ahorcaron en Lampa [el 4 de diciembre, por orden del corregidor don Vicente Oré Dávila]. Se quemaron las casas, y hubo mucho saqueo de comida, sebos, &c., fuera de la matanza del ganado. Aquí le dieron noticia que estaba [el corregidor de Carabaya, don Miguel] Urbiola en Santa Rosa: fué en pos de él, y escapó [el corregidor] para Ayaviri en una mula de carga. La tropa de Carabaya aun no habia asomado ese dia al pueblo, por lo que se escapó del estrago que hubieran hecho los indios. Aquel dia fueron á dormir á la estancia de Chubamba” (pp. 5-6).
“El dia 6 [de diciembre], entre 9 y 10 del dia, entró en Ayaviri, y pocas horas antes habian desamparado esta plaza los soldados, por la órden que llegó de retirada de parte de los corregidores: de tal suerte, que muchos por no haber podido encontrar cabalgaduras prontas, fueron prisioneros, y caminaron uno, dos y tres dias bajo sus banderas. Antes de entrar al pueblo, escribió carta al cura [don Juan José Herrera], exhortándole á que no levantasen las armas, si no querian esperimentar su rigor. La misma diligencia ha practicado en la entrada de todos los pueblos, en unos por cartas y en otros por recado [de mensajeros]: así saqueó muchas casas, y especialmente la del cura, porque le digeron que estaban en ella los bienes de toda la tropa, y en especial los de [el licenciado] D. Gregorio Chuquiguanca, [sacerdote] que fué con bastante carruage de capellan: lo que se practicó sin resistencia, porque el cura desamparó su casa, hicieron muchos destrozos en el vecindario, mataron á tres, y quedaron heridos de muerte, D. Pedro Casorla y Pedro Bejar. Despues de salir de la iglesia, peroró [= habló] Tupac Amaru, y lo mismo practicó en otros pueblos, diciendo: que no venia á perjudicar los vecinos, sino á quitar abusos de repartimientos, aduanas y mitas de Potosí, quitando la vida á los corregidores y chapetones [= españoles peninsulares]. Este dia pasó á dormir frente del rio: el dia 7, cerca de Pucará” (p. 6).
“El dia 8 [de diciembre] entró á Pucará, y mandó [al párroco don Pedro Tadeo Bravo de Rivero] le digesen misa en la puerta de la iglesia. En este pueblo solo destrozaron tres casas; las de Aguirre, Cea y Rada: la primera por ser del aduanero, la segunda por ser del cobrador, y la tercera se ignora. Aguirre perdió mucho, porque tenia muchos frutos y otros efectos. Pasó á dormir a Caco; el 9, á Choconchaca;” (p. 6).
“el 10 [de diciembre] entró á Lampa, y dejó este pueblo mas destruido que ninguno, porque como lo desampararon sus moradores, vino á ser el teatro donde se hacian las juntas de guerra, y fué el blanco de sus rigores, sin dejar puerta ni ventana sana, extendiéndose la devastacion hasta Paratia, Chilaito y Cavanilla. El 12 entró á Santiago [de Pupuja]: aquí hubo poco estrago, quizá por estar allí el cura, y fué á dormir á la Chozita” (p. 6).
“El 13 [de diciembre] entró á Azangaro: se saquearon las casas de cabildo, de D. Diego y [de su hijo] D. José Chuquiguanca: en estas tres no dejaron estaca en pared, y en el cabildo encontraron bastante ropa, así labrada como en jerga, y otros efectos. Nombró justicia mayor y cacique: lo mismo practicó en las demas provincias y pueblos. Su designio era pasar por las estancias de los Chuquiguancas, y salir á la provincia de Carabaya: este plan se le frustró, porque recibió en dicho Azangaro repetidas cartas de su muger [Micaela Bastidas] que lo llamaba, quizá por temer alguna ruina de las tropas del Cuzco; y con este motivo solo dió órden para que se embargasen los ganados de los Chuquiguancas” (pp. 6-7).
“El dia 14 [de diciembre] salió de Azangaro, tomando su derrota [= ruta] algo apresurada para Tungasuca, por Asillo y Orurillo […]” (p. 7).
Como se aprecia, la desorganización de las milicias comandadas por los corregidores de las cinco provincias del Altiplano puneño (Lampa, Azángaro, Paucarcolla, Chucuito y Carabaya), hizo posible el avance de Túpac Amaru y sus fuerzas rebeldes. La mayoría de los españoles y criollos, así como los caciques “realistas” como los Choquehuanca de Azángaro, huyeron a refugiarse en Arequipa. Las violentas acciones militares que ensangrentaron la región ocurrirían posteriormente, ya en el año 1781.
Referencias:
Pedro de Ángelis, ed. Documentos para la historia de la sublevación de José Gabriel Tupac-Amaru, cacique de la provincia de Tinta, en el Perú (Buenos Aires: Imprenta del Estado, 1836). <https://books.google.com/books?id=TYVDAAAAYAAJ>
(Autor: Nicanor Domínguez en Noticias Ser)
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