Se sabe que la democracia es un sistema político que privilegia la voluntad de pueblo para tomar las decisiones de gobierno. Pero, no es tan simple como suena, pues la voluntad del pueblo puede ser, al mismo tiempo, el resultado de una encrucijada de intereses, como el de una total falta de interés. En el marco legal peruano para elegir autoridades, la situación empeora; pues, aun cuando un elector tenga clara su voluntad, su voto puede producir resultados no deseados. Esto es algo que amenaza con suceder en las próximas elecciones congresales de enero de 2020.

Aun el ciudadano mejor intencionado puede terminar votando por una opción que no deseaba, si no está bien informado. El voto preferencial es el ejemplo más claro. Digamos que Luis es un buen ciudadano que ha revisado las hojas de vida de los candidatos y ha encontrado a uno que es de su simpatía. Supongamos que este candidato tiene el número 3 del partido “X”. Supongamos, además, que ese partido lleva en el número 1 a un corrupto conocido. ¿Qué va a pasar con el voto de Luis? Es probable que ayude a elegir a su candidato, sí; pero, también ayudará a que ingrese el primero de la lista. No olvidemos que el voto, en primer lugar, es para el partido. Por esta razón, los números 1 y 2 suelen ser tan cotizados en ese mercado negro electorero que se arma en cada campaña.
Entonces, antes de votar por el candidato de nuestra preferencia, debemos revisar quiénes van a la cabeza de lista, para que no nos llevemos tristes sorpresas con los resultados.
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