Ecos de la Feria de Frankfurt

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Por: Teresa Ruiz Rosas

Me recuerda el poeta argentino Edgardo Dobry, el tercer sábado de octubre en Frankfurt, que una vez le preguntaron al editor Jorge Herralde, en una entrevista, cuál era su imagen del paraíso; y él respondió: La Feria del Libro de Frankfurt. Edgardo acaba de participar en un conversatorio en torno al 80º aniversario de Filosofía y poesía de María Zambrano, escrito en su exilio de Morelia, en México.

“Recuerdo que la primera vez que me acerqué a la feria, hace 20 años, se vaticinaba con una mezcla de pánico y dolor la muerte del libro impreso”

Escritor Karl Ove Kanusgard. Foto: Difusión Feria de Frankfurt

Luego, voy al stand de Anagrama para darles el abrazo de 50° aniversario editorial a Lali Gubern y a él; y Jorge me dice: “Ya ves, querida amiga, que nunca he faltado”. Silvia Sesé, la nueva directora de la editorial, está dichosa con la noticia del Nobel 2018, que había quedado pendiente y se otorga a la escritora polaca Olga Tokaszuk, cuya novela Los errantes tienen ellos en prensa. Una obra híbrida de géneros, que reivindica la capacidad de mantenerse en movimiento. No es casual, pues, que la escritora se hallase on the road, en una autopista alemana que la conducía de Berlín a la ciudad wesfala de Bielefeld, cuando a su teléfono móvil entró una llamada de la Academia Sueca para darle la buena nueva.

La versión española de Los errantes es de la traductora polaca Agatha Orzeszek Sujak, mi antigua profesora de ruso en la Universidad Autónoma de Barcelona, para completar la cábala de esta visita a la Feria del Libro que se ufana de ser “el lugar más interesante del mundo”. Cifras al canto: 7.450 expositores de 104 países y más de 300 mil visitantes, un 8 % más que el año pasado y récord de ventas en la librería del Pabellón del país invitado de honor, Noruega, sobre el cual dice también el balance final, que nunca hubo tanto público en el Pabellón. Datos estos que me alegran sobremanera, si recuerdo que la primera vez que me acerqué a la feria, hace 20 años, se vaticinaba con una mezcla de pánico y dolor la muerte del libro impreso… Que no, que, pese a todo pronóstico e invasión audiovisual de lectura de longitud de un tweet, no pasarán… No nos dejaremos robar aquel objeto maravilloso que acompaña a la humanidad desde el siglo XV. En esta edición de la feria, el foco del debate está más en contenidos que en soportes; se discute, por ejemplo, sobre el futuro de la edición en la era del autoritarismo político y religioso.

Este año, la Feria ha organizado una gala de literatura con autores de renombre internacional, claro, pero que escriben en inglés (a excepción de la noruega Maja Lunde) con lo cual vuelvo a constatar la fascinación sin límite que hay en Alemania por aquella lengua… Entonces aparece el gentleman Ken Follett y no puede ocultar una especie de vergüenza ajena que le produce el rechazo de cierta mayoría del Reino Unido a la Unión Europea, en donde Follett tiene legiones de lectores en todas las lenguas que la habitan. Mientras que junto con Kate Moos y otra celebridad británica va a viajar a Madrid, París y Berlín; a decir a los europeos, simplemente, cuánto los quieren. Su literatura, insiste, se nutre del ser europeo.

Por eso le sorprende ser tan exitoso en China o Brasil y para ello tiene una respuesta: los personajes de sus novelas viven situaciones de gran peligro; y se enamoran, eso conmueve en cualquier latitud.

La autora de la nota en el stand de Anagrama con el editor Jorge Herralde y el poeta Edgardo Dobry

Por último, el broche de oro es la casi octogenaria escritora canadiense Margaret Atwood, la hoy popular autora de El cuento de la criada, cuyo laconismo al responder arranca entusiastas aplausos. Después de 1989, dice, por ejemplo, la gente creyó que la historia universal había terminado; de ahí en adelante la vida consistiría en shopping hasta el final de los tiempos.

Noruega (patria de nuestra querida cineasta Marianne Eyde, homenajeada en el último Festival de Cine de Lima por su trayectoria) no solo está en el foco de la Feria, sino que -tal los efectos colaterales de Frankfurt- a lo largo de un año se presenta en diversas manifestaciones culturales. El escritor más celebrado es Karl Ove Knausgård; él ha inaugurado en Düsseldorf una muestra de Edvard Munk curada por él mismo. Además, ha dado el discurso de inauguración de la Feria junto a su joven colega Erika Fatland.

Erika, por cierto, le ha recordado a la distinguida concurrencia que los escritores también están acogotados con impuestos, hipotecas y diversos pagos y ha deseado con un juego de palabras, que en la feria no solo se acuerden anticipos (Vertragsvorschüsse) astronómicos para unos pocos, sino que se cierren numerosos contratos (Vertragsabschlüsse) de publicación para beneficio de los autores, traductores y demás implicados. Entonces, ovación general.

Karl Ove Knausgård habla del lento y duradero efecto como atributo de la literatura, tanto en la historia como en la mente de cada lector, y hace un repaso desde Lucrecio hasta Hölderlin. No duda en soltar la pregunta del millón: ¿somos nosotros, los hijos de la revolución digital, los primeros que seremos devorados por ella?

Y el diálogo del director general de la feria, Jürgen Boos, es con Knausgård, bajo un título tan provocador como el autor: “En lucha con la ficción, el arte de escribir literatura hoy”. Boos confiesa que hace años espera ese momento, el de poder conversar en público con su admirado autor.

Cuando le pregunta cómo hizo para convencer a su editor de un proyecto de tanta envergadura (más de cuatro mil páginas) como es su novela autobiográfica de seis tomos, Min Kamp, Mi lucha, traducida entretanto a una treintena de idiomas, Knausgård, con una mezcla de sencillez y modestia en todo momento, explica que él era ya un escritor establecido y premiado en Noruega cuando propuso Min Kamp, después de haber estado cuatro años tratando de hallar la forma en que escribiría sobre su padre (de hecho el primer volumen se titula en español La muerte del padre). De lo contrario, jamás habría sido posible publicar Mi lucha.

Knausgård también es editor. Después del éxito de su segundo volumen autobiográfico, fundó una pequeña editorial, Pelikan, para publicar a un amigo y, en general, libros que le hayan gustado mucho y quiera compartir con el lectorado noruego. De hecho, ha publicado a más escritoras que escritores en Pelikan. Proverbial su paciencia para firmar no solo sus libros, sino fotografías, prospectos y lo que los entusiastas le pidiesen…

España, que será invitado de honor en 2021 en la Feria, ha llevado a Frankfurt también al gran poeta Antonio Gamoneda, quien conversa con Manfred Boes en el Instituto Cervantes en torno a la traducción: “Cuando yo digo que la traducción de poesía es imposible”, así Gamoneda, “añado inmediatamente: hay que traducir poesía”. Así, me voy muy feliz de Frankfurt, pensando que pocos días antes, en Barcelona, la editorial Animal Sospechoso del colombiano Juan Pablo Roa, especializada en poesía, cuyo volumen de ventas no le permite ir a Frankfurt, me ha encargado traducir al español al gran poeta húngaro János Pilinszky, cuyo centenario será, precisamente, en 2021.

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