"Östlund ha ensayado un cuadro costumbrista satírico de las clases sociales privilegiadas y su mensaje es: las personas extremadamente ricas son vulgares, antipáticas y ridículas. No es un mensaje profundo ni complejo, y a lo mejor es simplista y maniqueamente prejuicioso, pero en su favor hay que decir que sabe poner en escena esa idea".