Uno
Hace unos pocos miles de años una mutación afectó a cierta especie de monos. Les borró la memoria (de lo que eran). Ese neurótico impulso los llevó a enfrentarse a la naturaleza. Negando su (objetiva) realidad (animal) esos primates edificaron un nuevo universo. La clave de lo humano es una simple enfermedad mental.
Dos
Hay dos grandes tribus en el mundo.
A. Los del universo de lo inmediato. Los que entienden la vida a través de la exaltación sensorial. Esos que consagran a la euforia como el estado ideal. Esos que exigen la satisfacción urgente del deseo. Esos que experimentan los incidentes (de la vida) con adictiva vibración. Esos que piensan que la vida es una marejada que inunda (inunda) la conciencia. Pero (por desgracia) no somos ángeles. Esos pronto averiguan lo aburrido que es el mundo cuando la capacidad de sorpresa se satura.
B. Los otros. Los que piensan en el futuro (y en el pasado). Los precavidos. Esos que lanzan una amplia mirada (hacia el flujo del tiempo y la amplitud del espacio). Esta zona que revela la (verdadera) proporción de los afanes humanos y permite vislumbrar las coordenadas de lo real. Esa zona que requiere una actitud mental que se sustenta en el estoicismo (para comprender el panorama de la existencia). La conciencia de la muerte es característica frecuente en este territorio y sirve para contrarrestar el efecto cegador de la euforia vitalista. La melancolía es el terrible precio que pagan los de este colectivo.
Nota: Solo una situación de conflicto rompe el capullo de la identidad y crea las condiciones para el cambio. La renovación necesariamente se da cuando el sujeto peregrina conmovido hacia la otra zona del universo de lo humano. Porque el ser (el modo de ser) se revela como la más estricta de las prisiones. Nota: Lo humano está labrado por la tensión entre lo mediato y lo inmediato.
Tres
Algunos aseguran que la angustiosa pulsión por ponerse por encima de los demás se origina en la cabezona insistencia del espermatozoide triunfador. Pero recientes estudios parecen demostrar que si bien la carrera por alcanzar el óvulo es la primera de una vida signada por la competencia, en realidad es la última en la que se juega limpio. Porque no bien el infante empieza a formular sus primeras palabras ya empieza el aprendizaje de taimados recursos. En esa medida la famosa ley de la selección natural funciona a nivel social como un filtro donde los más astutos logran ubicarse en las posiciones más expectantes. Es por eso que el sector de los afanosos dirigentes suele estar integrado por depredadores, con una gran habilitad para deshacerse de enemigos y para falsificar una identidad de signo positivo. Salvo honrosas e inexplicables excepciones.
Cuatro
Afirmar que un texto heterodoxo no es otra que la suma arbitraria de todas las cosas que dan vueltas a la cabeza del escritor es como afirmar que una buena salsa bechamel no es otra cosa que un elegante engrudo. O que un pollo a la brasa no es más que un pollo muerto expuesto al calor. O que el acto del amor no es otra cosa que un vehemente intercambio de fluidos. La perspectiva es lo único que da sentido a la verdad.
Cinco
La conciencia analítica se enfrenta (siempre) en combate desigual contra la esencia salvaje de la vida.
Seis
El reverendo Francisco Cerpa anunció (en reciente conferencia de prensa) que es falsa esa imagen tan recurrida sobre que la vida es como un tren que alcanza la estación del instante. La vida es mucho más parecida a un aluvión, reveló el reverendo. O (mínimo) es una red fluvial que desemboca en el mar que es el instante.
Siete
Siempre preguntan para qué sirve la literatura. Pero la literatura es probablemente (se puede probar) la actividad más importante que ha inventado la especie humana. Sirve (nada menos) para redescubrir la singularidad. Una y otra vez. La singularidad es el atributo (el acontecimiento) central de lo humano, el decisivo. Cuando se olvida este hecho se hacen posibles los genocidios.
Ocho
Una persona puede cometer los crímenes más viles sin otro motivo que una empeñosa subordinación burocrática. Eso constituía para Anna Arendt “la banalidad del mal”.
Nueve
El de Edipo es un mito claustrofóbico. Freud, con su tendencia a esquivar lo obvio, lo convirtió en un pecado original, pero es más bien una reflexión sobre la tensión existente entre el libre albedrío y la fuerza gravitacional del destino. La fuerza concéntrica que nos impulsa a regresar al lugar donde empezamos (a repetir un patrón de movimiento) solo puede ser alterada por una violencia de las fuerzas centrípetas (o excéntricas). Dentro del esquema del mito de Edipo el libre albedrio es parte de trama y tono. Sin el ejercicio de la libertad Edipo no podría cumplir con lo fatal de su destino. Esa es la paradoja que hace que este mito sea tan profundamente ilustrativo (de lo humano).
Diez
El encuentro entre dos personalidades es como el contacto entre dos substancias químicas. Si hay alguna reacción, ambas serán transformadas, dice C. G. Jung.
Once
Jonatham Lethem comentando Chesil Beach, la novela de Ian McEwan, afirma que el horror se localiza en ocasiones en la distancia entre dos subjetividades que ansían fundirse, transmutarse en una nueva entidad, y fallan miserablemente. Esta es una interesante perspectiva del fracaso amoroso no porque sintetice la normalmente horripilante experiencia de los amores contrariados, sino porque señala algo que suele obviarse a la hora de las precisiones: el objetivo del amor. Normalmente esto se replica apelando a la lírica y todo queda suspendido en una nube de coloridas metáforas. ¿Pero cuál es el verdadero objetivo de los amantes? Respuesta: utilizar el alma (y cuerpo) de otra persona como ingrediente para alterar la propia identidad. La pareja ideal es el ingrediente que falta para completar el plan maestro. La pareja real en cambio normalmente solo tiene una limitada porción de la ideal. Con frecuencia se da el caso de gente que odia a su pareja porque o esta le fue impuesta por el azar o las circunstancias, o porque ésta le revela una identidad que quisiera no sea la suya.