Como era de esperarse con un gobierno de Dina Boluarte, una venganza ruin y de baja estofa se ha concretado contra el coronel de la Policía Harvey Colchado. Un personaje cuya imagen ha pasado de ángel a demonio en función de quién estaba bajo su mira. Por eso pronunció esta célebre frase, en la cara de algunos «indignados» congresistas que lo quisieron amedrentar: ¿qué culpa tiene la policía de que haya políticos corruptos?
El encargado del allanamiento a la casa de la propia presidenta, también estuvo a cargo del allanamiento a Alan García (cuando se pegó un tiro). Y también fue el encargado de apresar a Pedro Castillo tras su fallido golpe de Estado. Y de trasladar a Alejandro Toledo luego que fuera extraditado de los Estados Unidos por el caso de las millonarias coimas recibidas de Odebrecht.
La exfiscal Patricia Benavides, el ahora ministro Juan José Santiváñez y el hermano de la presidenta Nicanor Boluarte, también han estado bajo su lupa. Así también varios congresistas. Todo eso lo ha convertido en el personaje menos querido por quienes ahora -y no por mucho tiempo- detentan el poder.
Y aunque no es posible en el Perú poner las manos al fuego por nadie, al menos Harvey Colchado ha demostrado diversidad «ideológica». No ha tenido preferencias a la hora de allanar, detener e investigar a expresidentes y políticos de todos los colores y tendencias. Todos con una sola gran cosa en común: eran delincuentes.
Fuera de ese ruido político, el coronel tiene una larga trayectoria en otras áreas de investigación policial. Su experiencia y nivel alcanzado en las altas esferas de la PNP no merecen -bajo ninguna circunstancia- la humillación pública escarmentadora que pretenden inflingirle por haberse atrevido a allanar la casa de la propia presidenta (con acompañamiento fiscal y orden judicial de por medio y no por capricho).
Y en esta vergonzosa decisión del alto mando policial, juega papel importante el terruqueador y felpudo de Boluarte, Víctor Zanabria, comandante general de la PNP. Implicado también en varias investigaciones y hoy salpicado en todo el entramado de «Chibolín», será tal vez que teme que Colchado lo tenga en su mira porque, de otro modo, no se explicaría la mezquindad de prestarse a una de tantas bajezas de Dina Boluarte, a quien la historia ya le tiene reservado un papel destacado, claro, ustedes entienden de qué forma.
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