Dina Boluarte se puso a llorar. Cada vez que recuerda la pobreza y la niñez, se quiebra, tal como pasó en China y ahora frente a sus paisanos en Chalhuanca. Sería enternecedor si no cargara sobre sus hombros la muerte de más de 49 civiles, entre ellos menores de edad, además de heridos que terminaron mutilados y niños huérfanos. Todos ellos, pobres.
Luego de prometer, una vez más, que la pobreza no volverá a ser protagonista en su tierra—jurando por enésima vez en nombre del Tayta Arguedas—Dina se animó a mencionar a su nuevo wayki : el gobernador de Apurímac. A Percy Godoy Medina le dijo que no sea opa —término que en quechua equivale a «idiota» o «tonto»—y que aproveche que ella es su paisana y, además, presidenta para acelerar los proyectos urgentes de Apurímac.
Lo voy a volver a decir con cariño: Gobernador, no sea opa, gobernador, pues. Aproveche ahora que su paisana es presidenta.
Siendo Apurímac una de las regiones donde inició la represión de su gobierno, Godoy sigue los pasos de Wilfredo Oscorima, gobernador de Ayacucho, y le da su pleno respaldo a Dina. ¿Seguirán siendo waykis cuando las investigaciones la alcancen una vez que deje de ser presidenta?
Dina Boluarte no acudirá a la citación de la Fiscalía por caso Cofre
La presidenta Dina Boluarte vuelve a brillar por su ausencia ante la Fiscalía. Esta vez, el motivo es el caso Cofre, donde se le acusa de haber convertido el auto presidencial en el Uber VIP de Vladimir Cerrón, prófugo estrella de la política nacional. Su abogado, Juan Carlos Portugal, anunció con la solemnidad de un pronóstico del tiempo que la mandataria no pisará la Fiscalía otra vez.
¿Razón? Su agenda, misteriosamente incompatible con su obligación de declarar, la llevó a Chalhuanca. La defensa, con una creatividad digna de guionista, insiste: No es que no quiera ir, es que la Fiscalía no nos citó en el plazo correcto. Eso sí, su equipo promete solemnemente: Si el juez nos obliga, iremos… eventualmente.
Ministro de Defensa asegura que la tragedia en Trujillo no es motivo para culpar a nadie
Los días pasan y la gente de Trujillo no tiene intención de dejar en el olvido la tragedia ocurrida en la Real Plaza. Mientras los gerentes del megacentro comercial ensayan discursos, poco pueden hacer frente a los cuestionamientos, como lo ha demostrado Misael Shimizu, quien ha reiterado que asumirán la responsabilidad… pero solo la que definen las autoridades. A este discurso ambiguo se suma el flamante ministro de Defensa de Dina Boluarte, Walter Astrudillo.
Durante su presentación en el Congreso por el Bicentenario de la creación de los símbolos de la patria y emblemas nacionales, hizo un llamado a la «reflexión» sobre lo ocurrido en Trujillo, indicando que «no hay espacio para estar preguntándonos de quién es la culpa o quién es el responsable de la tragedia». Extraño discurso cuando lo que los ciudadanos exigen son respuestas y celeridad en las investigaciones sobre qué fue lo que provocó el desplome del techo y si éste pudo evitarse. También hay fuertes cuestionamientos a ciertas normas legislativas que permiten la subsanación exprés de observaciones que, en otros casos, serían motivo de cierres definitivos.
La corrupción vuelve a ser protagonista de una tragedia y, aunque clausuren todos los centros comerciales del país, de nada servirá si estas familias no encuentran justicia.