La historia de Santivañez parece sacada de una serie de televisión, como protagonista que se defiende con uñas y dientes y un drama político que no da tregua.
En las últimas horas, hemos visto cómo Santiváñez ha vuelto a aparecer junto a la presidenta Dina Boluarte en cada actividad oficial que se pueda, desafiando a sus críticos y pareciendo querer demostrar que está más fuerte que nunca. Pero mientras él se muestra cercano al poder, la tormenta a su alrededor no cesa.
Acusaciones de los pesos pesados. El coronel Harvey Colchado ha lanzado una acusación de peso: asegura que el nombramiento de Santiváñez como ministro de Justicia fue una estrategia para frenar las investigaciones que se sabía que estaban en marcha. Colchado, una figura clave en la lucha contra la corrupción, no se anda con rodeos y su declaración pone en tela de juicio los verdaderos motivos detrás de la designación de Santiváñez.
La Fiscalía de la Nación, por su parte, ha decidido actuar. La fiscal Delia Espinoza ha presentado una denuncia formal contra Santiváñez ante el Congreso por presuntas contrataciones irregulares durante su tiempo como ministro del Interior. Sin embargo, en un giro que ya se ha vuelto costumbre en la política peruana, se especula que esta denuncia no prosperará, en gran parte debido a la tensa relación entre la fiscal y el legislativo.
Desafía a la Justicia y se burla de la Prensa
Pero Santiváñez no se ha quedado callado. Ha minimizado y ridiculizado la denuncia de la periodista Karla Ramírez, quien afirmó que desde el Ministerio del Interior se estaba planeando un «ataque» en su contra. Santiváñez ha negado la acusación, asegurando que sus diferencias las resuelve en los tribunales y no a través de acciones ilegales.
En otro acto de provocación, el ministro ha arremetido contra el fiscal que lo investiga, declarando que no tiene la «capacidad mental» para sostener una acusación. Con un tono de indignación, ha sugerido que en el Ministerio Público existe una «organización criminal» dedicada a perseguir a políticos «honestos» como él. Esta declaración, cargada de desprecio, refleja su estrategia de atacar para defenderse.
Y si creían que su audacia terminaba ahí, se equivocan. En sus redes sociales, Santiváñez no se ha medido y ha expresado un profundo repudio contra aquellos que no comparten su forma de pensar. Sus publicaciones se han vuelto un campo de batalla digital, demostrando que está dispuesto a llevar la confrontación a todos los frentes. Aunque ahora niega que dicha cuenta le pertenezca a él, sino a sus seguidores.
La situación es cada vez más compleja, con un ministro que se defiende con ferocidad, una presidenta que lo respalda y una justicia que, al parecer, tiene sus manos atadas por el poder político.

Si valoras nuestro contenido, hazte miembro de la #BúhoComunidad. Así podremos seguir haciendo periodismo.