Parece que el ministro Carlos Malaver se ha montado su novela de espías en la cabeza. Según él, Vladimir Cerrón no se escondía en Huancayo, sino que recibía coaching de inteligencias extranjeras para mantenerse inubicable. Claro pues, porque lo evidente, que la PNP no lo agarraba, sonaba demasiado aburrido. El jefe del Mininter hablaba como si Cerrón fuera James Bond en versión wanka. Con recursos, contactos internacionales y movilidad de lujo.
Además, el ministro evitó poner plazos de una eventual captura. Al final, el cabecilla de Perú Libre cumple cien días prófugo. Cien días de pura “reforma profunda”. Cien días en que el real blindaje fue el de su escondite.
Dina Boluarte se rodea de militares y toma fuerzas para responder críticas de la ONU contra la Ley de Amnistía
Dina Boluarte se ha convertido en el muñeco de ventrílocuo más predecible de la política peruana reciente. Con aires de mandamás, volvió a cargar contra el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, advirtiendo otra vez que el Perú “evalúa” su permanencia en la CIDH.
La tía no tuvo reparo en cuestionar el informe anual del Alto Comisionado de la ONU, que señaló —con todas sus letras— que la famosa Ley de Amnistía es un grave retroceso para la verdad y justicia. Y como si la escena necesitara más teatralidad, en vez de asumir responsabilidades, se rodeó de militares para repartir la flamante “Medalla al Defensor de la Democracia”. Mezclando papas con camotes, se olvidó de mencionar que sí hubo uniformados que se dedicaron a ejecutar y torturar inocentes en la época de violencia armada y que se debe trabajar porque algo así no vuelva a suceder nunca más. Pero en cambio, prefirió despotricar contra la “doble moral” de la CIDH y rematar con un grito de guerra: “No vamos a permitir injerencia de ningún tipo ni de ningún organismo internacional”.
Con discursos así, pareciera que Dina busca provocar que el país reviente como en Nepal. ¿Será esa su receta final antes de salir por la puerta trasera?
Congresista Soto critica iniciativa que buscaría sancionar difusión de chats en medios de comunicación
Con la fina ironía que caracteriza a la clase política, el congresista Wilson Soto, de Acción Popular, salió a “defender” a la prensa tras una iniciativa de su propio Congreso que busca sancionar la difusión de chats y correos. Soto, con tono de maestro de escuela, recalcó que él apoya “totalmente” la labor de la prensa, esa que fiscaliza lo que muchos preferirían mantener en la sombra. “Todo parlamentario tiene el derecho de iniciativa legislativa. Sin embargo, yo no comparto.
Creo que no podemos afectar la libertad de expresión y limitar la labor de prensa, que también hace una fiscalización fundamental. Vivimos en una democracia”. Eso sí, dejó en el aire la gran pregunta: si su bancada piensa igual que él o si, en el fondo, algunos prefieren que los mensajes privados, aunque revelen corrupción, se queden donde estaban: en secreto. La iniciativa, que pretende castigar la publicación sin “interés público” (término tan elástico como conveniente), ya tiene en alerta a periodistas que, una vez más, deben explicar que sin transparencia no hay democracia… ni escándalos que publicar.

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