El centro histórico de la ciudad imperial sigue siendo víctima de atentados contra su patrimonio. Por ejemplo, la basura se ha convertido en un problema que no solo contamina, sino que frena el desarrollo y afecta la salud. Apenas el 5% de los residuos recibe tratamiento adecuado; el resto termina en botaderos informales, cerca de ríos y comunidades.
Según la Red de Estudios para el Desarrollo, cada tonelada sin tratar significa más gasto público y menos calidad de vida. Son más de 28 millones de soles que siguen sin ejecutarse en proyectos de limpieza. Una gestión eficiente no solo reduciría la contaminación: también generaría empleo y desarrollo sostenible.
Otro tipo de deterioro, que también se registra, es la destrucción. Malos empresarios que abren locales nocturnos modifican las casonas a conveniencia destruyendo los antiguos muros incas que agravan el daño sobre el patrimonio. Así, una vez más, somos los propios cusqueños quienes terminamos atentando contra nuestra historia y nuestra ciudad.
Programa de la Red de Medios Regionales del Perú

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