Columnista invitado

El aislamiento de Lima o de cómo Lima se volvió provinciana

«Es cierto que el centro intelectual y cultural fue siempre Lima (desde el siglo XVIII, antes fue Cusco), pero en las denominadas hoy regiones también hubo mucha actividad y debate con y frente a Lima»

Por Fernando Rivera | 30 noviembre, 2025

(Para combatir la memoria que viene de los cabellos o de la “inteligencia artificial” de algunos)

Hasta medidos de los treinta del siglo pasado, había una actividad cultural e intelectual bastante descentralizada en el Perú. Las compañías de zarzuela que venían de España por ruta marítima paraban en Buenos Aires, Santiago de Chile, Mollendo y luego llegaban a Lima. En su estadía en Mollendo, el público de la zona, incluyendo el de la ciudad de Arequipa, se daba un salto al puerto para asistir al espectáculo. O, escritores extranjeros diversos circulaban por Arequipa, Puno y Cusco, como el norteamericano Waldo Frank, amigo de Mariátegui, que se dio una gira por América del Sur, que incluía Buenos Aires, Santiago, Arequipa y Lima (dio unas conferencias en la Ciudad Blanca y luego tomó un vuelo de Faucett que lo llevó a Lima a hacer lo mismo). Y de esto hay mucho más.

Es cierto que el centro intelectual y cultural fue siempre Lima (desde el siglo XVIII, antes fue Cusco), pero en las denominadas hoy regiones también hubo mucha actividad y debate con y frente a Lima. En las primeras décadas del siglo veinte, revistas como Colónida de Valdelomar o la gran Amauta de Mariátegui, incluían colaboradores de las regiones y de otros países latinoamericanos. Colectivos de vanguardia como el grupo Orkopata de Puno, el grupo Norte de Trujillo, de donde surgió César Vallejo, el grupo Aquelarre de Arequipa, o el grupo Resurgimiento del Cusco de Luis Valcárcel y José Uriel García, no solo editaban revistas donde publicaban sus poemas y relatos, sino que discutían las ideas estéticas e intelectuales del mundo occidental de la época.

Debatían con escritores de otras regiones (incluyendo la de Lima) o desarrollaban proyectos con ellos. Algunos escritores no estaban necesariamente afiliados a un grupo, como es el caso de los arequipeños Augusto Aguirre Morales, que escribió una extraordinaria novela ambientada en el imperio incaico, antes que la de nuestro Rafael Dumett, El pueblo del sol (1927), y Alberto Hidalgo, excelente poeta, quien con Borges y Vicente Huidobro publicó Índice de la nueva poesía americana (1926).

Es cierto que, con el tiempo, algunos se mudaron a Lima, y otros al extranjero, como Hidalgo que terminó en una polémica (o un entredicho) con Borges, y que fue nominado dos veces al Premio Nobel, que obviamente no ganó, pero sí, su paisano Mario Vargas Llosa. Este mismo escritor, el nobel, en su programa de televisión La torre de Babel (1981) presentó una entrevista que le hizo a Borges. Pero Jorge Luis ya había tenido mucho antes una conexión con el Perú, cuando publicó un artículo en la revista puneña de vanguardia Boletín Titikaka (1926-1930) del extraordinario escritor Gamaliel Churata, donde también fueron publicados otros escritores y artistas extranjeros como Oliverio Girondo, Pablo de Rokha, Xavier Villaurrutia y Diego Rivera.

Una explicación posible a toda esta actividad, en el sur del país, que conozco un poco mejor que otros lugares, se debería a la ruta Ferrocarril Transcontinental Buenos Aires -Mollendo, conocida como La diagonal. Una ruta que, con un solo boleto, llevaba a un pasajero desde el puerto de Mollendo hasta Buenos Aires (y Montevideo), atravesando todo el sur del Perú, Bolivia y el norte de Argentina. Por esta ruta no solo circulaban mercancías, sino también libros, revistas, escritores, artistas e ideas. La ruta dejó de operar a fines de los años treinta. Con ello, el sur habría perdido ese dinamismo y Lima empezó a volverse hegemónica y ciega, lo que duró toda la segunda mitad del siglo veinte.

En el nuevo milenio, con internet, las redes sociales y otros medios, las llamadas hoy regiones volvieron a activar este intercambio y recobraron el dinamismo que tenían antes, que se refleja en los recitales y performances de los colectivos, el trabajo editorial (por ejemplo, Cascahuesos, editorial independiente de Arequipa, hasta hace dos años era la única del país que exportaba libros —no tengo datos más recientes) publicaciones de revistas y blogs, ferias de libros, el hay Festival, canales de YouTube, la participación de sus escritores, artistas, intelectuales y académicos en foros internacionales, y más.

Pero en Lima, el centro del poder económico y de administración del silencio (una forma de censura que señala lo que no se debe comentar o debatir) muchos escritores e intelectuales cercanos a los poderes no se enteran de nada y siguen mirándose provincianamente el ombligo y alejándose del resto del país, a tal punto que su Lima, anclada en el pasado, sigue persistiendo en ser “la región más distante del Perú”, como bien señaló Gonzalo Banda.  

Sé que hay muchísimo más que decir sobre este tema, no solo en la cantidad y la diversidad de actividades artísticas e intelectuales, sino en la participación de escritoras y artistas mujeres, que todavía requiere de investigación al resultar doblemente invisibilizadas. 

Si valoras nuestro contenido, hazte miembro de la #BúhoComunidad. Así podremos seguir haciendo periodismo. También puedes apoyarnos uniéndote a nuestro canal de YouTube.

Fernando Rivera

Novelista, cuentista, investigador y docente universitario, Mollendino que radica en Estados Unidos donde trabaja como catedrático en Tulane University.