Numerosos estudios y experiencias del sector cultural peruano han comprobado su rol y potencial a favor del bien común, al fortalecer nuestras comunidades y combatir las distintas formas de violencia, la desigualdad y el individualismo. En medio de la crisis del COVID-19, las luchas y propuestas de la sociedad civil, son más vigentes que nunca.
Nuestro sector continúa contribuyendo al bienestar colectivo, desde la liberación de materiales audiovisuales, la realización de conciertos en línea, el dictado a distancia de talleres para fortalecer capacidades, la organización de grupos de apoyo; y hasta mapeos ciudadanos para conocer la magnitud de la paralización laboral por respetar las medidas de aislamiento social. Este poder ciudadano, basado en la creatividad y la colaboración, es también vulnerable por la generalizada precariedad laboral y limitada capacidad de ahorro.
Los distintos niveles de gobernanza cultural, tanto nacional, como regional, provincial y distrital; deben implementar formas de colaboración y coordinación entre sí y convocar a la sociedad civil para construir medidas de cuidado y reactivación relevantes. Desde el recojo de información para la toma de decisiones, la inclusión de trabajadores de la cultura en bonos de emergencia por covid-19, de acuerdo a su economía; hasta capacitaciones y teletrabajos si su conectividad lo permite. Además de la progresiva construcción y reforma de políticas culturales que no podemos postergar “para cuando pase la tormenta”.
Nota: hasta la fecha (30 de marzo), el Ministerio de Cultura ha elaborado contenidos informativos sobre la enfermedad en lenguas originarias y dictado algunas medidas de protección y prevención especiales en las regiones que tienen una gran presencia de población indígena
Diego de la Cruz Salas, gestor cultural con experiencia en iniciativas de gobierno abierto de la cultura.
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