El maestro don Juan Manuel Polar Vargas no sólo tenía un talento extraordinario que hacía que los políticos, empresarios y hasta sacerdotes de su tiempo lo buscaran para pedirle consejo. Tenía también un corazón excepcional, que lo hacía amar al prójimo y obrar en su favor de mil maneras, por lo general anónimas.
Era delgado, enjuto, algo moreno, vestía con sencillez y casi siempre con ternos negros (sin estar de luto), tenía un halo de ser extraordinario, quien lo miraba sentía la fuerza de su bondad y el brillo de su sabiduría, sin que él hiciera nada para destacarlas. Sus contemporáneos miraban en él a un San Francisco o a un Quijote avecindado en Arequipa. Él no tuvo hijos, pero amó a sus incontables
alumnos, al extremo de ingeniarse las formas en que les regalaba cuadernos, libros o alguna golosina, sin que ellos se dieran cuenta que él era el benefactor.
Ayudaba económicamente a varias familias pobres, atendiendo las cartas de ayuda que le dejaban en las ventanas de su casa de Santa Catalina, pero sin que a él lo vieran darles la ayuda. Incluso, por las noches y a varias horas solía dejar copitas servidas con el mejor pisco y los más finos cigarros en las ventanas de su casa, para que los mendigos de la ciudad que les gustaba echarse un traguito o fumar un cigarrillo, se dieran el gusto de probar esos productos de una calidad que su miseria les impedía conocer.
Cuando murió, en 1936, Arequipa entera lo lloró y en sus multitudinarios velorio y entierro varios de sus beneficiados clamaron a viva voz su agradecimiento y el desgarro que sentían por su partida. Leamos algo de lo que se decía de él, al año de su fallecimiento: supo conquistarse el afecto y la gratitud de muchas generaciones, que lamentan y lloran su ausencia. Nosotros que fuimos sus discípulos también supimos quererlo y supimos respetarlo y al admirar al insuperado maestro arequipeño, no sabíamos qué apreciar más; si su privilegiado cerebro o su bondadoso corazón. Con la
belleza de ese gran corazón se nos adentró cuando fuimos niños. Con el recuerdo en nuestros corazones y la fe en nuestros pechos recordamos al inolvidable maestro (El Pueblo 23 febrero 1937). Homenaje del Colegio Independencia a la Memoria del Sr. Juan Manuel Polar.
El próximo lunes aniversario de la muerte del Sr. Juan Manuel Polar, los profesores y alumnos rendirán homenaje a tan ilustre maestro. Entonces, el Director Dr. Horacio Morales dirigió la palabra explicándoles la significación de esta fecha para el Colegio y el objetivo del homenaje. Seguidamente el Director del Plantel y el Cuerpo de profesores se dirigirán en romería al Cementerio General. (El Pueblo 20 marzo 1937).
Juan Guillermo Carpio Muñoz
Texao. La Historia de un Pueblo y un Hombre
Tomo VII. Pág. 216
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