Desmanes en las calles: la ultraderecha está jugando con la gasolina… y con el fuego

"La derecha recalcitrante cree que puede incitar saqueos y manifestaciones con desmanes sin consecuencias para ella y sus mandantes. Se sabe cómo tuvo que actuar el gobierno de Velasco para parar los saqueos del 5 de febrero de 1975, promovidos por el Apra"

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Foto: EFE

Sigue la guerra de la ultraderecha contra Pedro Castillo, su gobierno y el pueblo del que él es paradigma, utilizando su prensa, radio y TV y los periodistas, opinólogos y caricaturistas que alquila. El 5 de abril sacó a las calles en Lima a un grupo de pitucos y a otra gente convencida o pagada para protestar por algo que no la perjudica ni daña a la pituquería: el alza de los precios de la gasolina, el petróleo y los productos de primera necesidad. No las perjudica, porque con sus altos ingresos pueden pagarlos sin ninguna molestia; altos ingresos que se originan, dicho sea de paso, en las ganancias que resultan del trabajo de obreros y empleados insuficientemente pagados. Hubo, además, conatos de saqueos en algunos mercados.

Fue una escalada que comenzó con la “huelga de los transportistas” echándole la culpa al gobierno por el alza del precio de gasolina y petróleo. Y el gobierno tuvo que transar con ellos, comprometiéndose a subsidiar el precio de estos productos. Vamos a ver si con este subsidio, que les costará a todos los peruanos, bajarán los precios de los pasajes y los fletes.

Después del papelón que hizo la ultraderecha en el Congreso de la República con su fracasado proyecto de vacancia de la Presidencia de la República la semana antepasada, en su programa de ataque seguía esta escalada. Y también fracasó, porque la mayor parte del pueblo, si bien no lo sabe del todo, presume que el gobierno nada tiene que ver con el alza del precio de la gasolina y se limitó a observar extrañada la manifestación de los pitucos.

¿Por qué ha subido el precio del petróleo?

Es un efecto de la sanción de Estados Unidos a Rusia por la guerra contra Ucrania, ocasionada por la tentativa de ésta de ingresar al Tratado del Atlántico Norte (NATO); según Rusia, esto la amenazaría. La sanción dictada por Estados Unidos y acatada por los estados de la Unión Europea ha bloqueado, entre otros valores, el dinero que debe recibir Rusia por las ventas de gas, petróleo y otros bienes vendidos a los países europeos. La respuesta de Rusia ha sido decidir que no continuará vendiéndoles esos productos si no se los pagan. La escasez en perspectiva por esta posibilidad ha dado lugar a un alza inmediata de los precios del petróleo y sus derivados y del gas. El barril de petróleo se vende ahora a 130 dólares y el galón de gasolina en Estados Unidos, país productor, cuesta 4.173 dólares; o sea 15.62 soles.

La súbida es de más de un 40%. Esto quiere decir que los productores de petróleo están aprovechando esta situación para subir los precios y ganar mucho más a costa de los consumidores. Obviamente, también se beneficia Rusia, cuyos ingresos por el petróleo y el gas que vende a otros países se han incrementado por estos precios. En realidad, la sanción contra ella perjudica, por el contrario, a Estados Unidos, que sufre la inflación que el precio del petróleo le causa; y a los estados europeos que se están quedando sin petróleo y gas y tienen una inflación que ya llega en algunos países al 9%.

El 40% del gas que Alemania consume y que no quiere pagar llega de Rusia por un gasoducto. Hasta ahora solo Hungría ha declarado que no aplicará sanciones a Rusia, ya que el gas que le suministra satisface el 75% de su consumo.

El Perú no es ajeno a los efectos del alza del precio del petróleo, porque el 75% de la cantidad que consume tiene que importarlo, lo que determina que sus precios y el de la gasolina sean más altos. Y, como todo se transporta en vehículos movidos a gasolina y petróleo, todo tiende a subir de precio.

La ultraderecha, personificada en el Congreso por 43 representantes de los grupos Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País y algunos de sus aliados de centro, no se ha referido a lo que sucede con el petróleo. Y, por supuesto, no ha dado ninguna fórmula para anular o, por lo menos, reducir las subidas de los precios. Con toda seguridad, si hubiera estado en el control del Poder Ejecutivo habría dispuesto la disolución a balazos de una manifestación en su contra como la de ayer.

Pero hay algo más. La ultraderecha cree que puede incitar saqueos y manifestaciones con desmanes sin consecuencias para ella y sus mandantes. Se sabe cómo tuvo que actuar el gobierno de Velasco para parar los saqueos del 5 de febrero de 1975, promovidos por el Apra. Los muertos casi llegaron a 100. ¿Y si, de repente, las masas populares, respondiendo a las algaradas incitadas por la ultraderecha recalcitrante, salieran en manifestación por los barrios ricos de Lima? Mejor sería “no hacer olas”, ¿no les parece? O para decirlo de otro modo: no hay que hacer fuego cerca de la gasolina.

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