En el año 2019, solo 30 de cada 100 escolares entendía lo que leía en un nivel satisfactorio, según la última Evaluación Censal de Educación (ECE), antes de la pandemia. Esa cifra se redujo a 19% en el 2021. Para este segundo dato, se aplicó una evaluación virtual, lo cual puede hacernos suponer que el resultado real es peor, ya que solo se evaluó a estudiantes que sí tuvieron acceso a una educación remota durante la larga cuarentena.
En matemáticas, los resultados satisfactorios también se redujeron, aunque menos: de 34% a 28%, entre 2019 y 2021. Pero, más allá de los números, lo cierto es que tenemos a miles de escolares que pasaron los últimos dos años encerrados en casa, desarrollando algunas habilidades y perdiendo otras, de las cuales no se puede comenzar a discutir hasta que no haya un diagnóstico amplio y certero, que parta del Estado, como ente rector de la educación en el país. No se puede culpar al actual gobierno de la situación; pero, sí de su total incapacidad para proponer alternativas de solución.
Se diría que, teniendo a un maestro como presidente del Perú, el sector educación es el más fortalecido; pero, no. Tamaña ingenuidad termina fácilmente en el tacho cuando recordamos que más que profesor, Pedro Castillo fue un sindicalista que defendió los derechos laborales de su gremio por encima de cualquier otro derecho, inclusive del derecho a la educación. Y ahora, en su calidad de máxima autoridad del país, ese perfil es el mismo. En medio del continuo cambio de ministros que caracteriza su gestión, no hay plan que se inicie ni política que resista.
En el ministerio de Educación hubo 3 ministros en los primeros 5 meses de gobierno y ya va por el cuarto. Pero no es el único problema, pues la falta de norte en la política general del gobierno no ha hecho excepción con el sector educación. Así, Perú terminó siendo uno de los últimos países de la región en regresar a clases presenciales; y uno de los que menos controles ha ejecutado al rendimiento escolar postpandemia.
Los especialistas del Banco Mundial y las Naciones Unidas han recomendado la implementación de políticas de atención temprana a esta problemática; pues en cuestiones de generación de hábitos y desarrollo de habilidades el tiempo es un factor importante. Pero, lamentablemente, en nuestro país, lo único que importa es quién logra desenfundar primero la pistola y sacar al adversario de su camino; y así hacerse de todo el poder y la impunidad.
