Durante las celebraciones por el mes aniversario de la ciudad de Arequipa, no faltaron los recitales, concursos, presentaciones y puestas en escena de una de las manifestaciones culturales más representativas de la ciudad, la poesía loncca, a pesar de que la ciudad se ha convertido en una metrópoli y gran parte del lenguaje local ya ha cambiado, o dicho de otro modo, se ha perdido.
Y es, precisamente, esta ocasión festiva lo que nos permite revivir y mantener ese lenguaje que, en su uso cotidiano nació en la periferia de la ciudad, en los distritos que hoy señalamos como “tradicionales”, debido a que se les sigue viendo como de la periferia urbana y guardan muchas de las expresiones culturales propias de un espíritu localista. La gastronomía, el vestir, las fiestas patronales, la religiosidad y las ocasiones en que los vecinos se reúnen para faenas u otros compromisos sociales, han trascendido sus espacios y contagian su espíritu para seguir construyendo una identidad fuerte y expresiva, que a su vez ha excedido a mayores límites geográficos.
La poesía loncca es una de esas manifestaciones que soportan la identidad arequipeña. Y en esta ocasión de aniversario se ha vuelto a ver, escuchar, practicar y disfrutar en muchos eventos. Y, en gran parte de estas presentaciones, se ha escuchado poemas de Artemio Ramírez Bejaranos en las voces de escolares y artistas. Es oportuno destacar este hecho porque, como en otras manifestaciones populares, muchas veces el autor de poemas o canciones, no es mencionado y pasa al olvido, al anonimato, y su obra se convierte en propiedad de todos.
Artemio Ramírez dedicó gran parte de su vida a difundir la poesía que, ya otros estudiosos han explicado su origen y características, y se ha llegado a publicar sus creaciones en los diarios de la ciudad y en libros como Poemas lonccos arequipeños y Un pactuy de poemas. Maestros, niños y jóvenes, padres de familia y artistas declamadores, recurren a estas publicaciones para escoger los poemas que presentarán a concursos o en actuaciones. De hecho, reflejan en sus voces el espíritu arequipeño que Ramírez supo recoger en su experiencia y vivencias en las zonas tradicionales de Arequipa.
A diferencia de otros autores, o de quienes improvisan poemas y le dan una entonación particular a los versos y modifican muchas palabras acomodándolas a la manera particular de pronunciarlas por parte de los nativos del campo o la campiña arequipeña, la poesía de Ramírez tiene una notable carga sentimental, en la que se nota su particular manera de expresar su entorno y su intimidad.
No se limita la poesía loncca de Ramírez a cantarle o a ensalzar el paisaje arequipeño. O a reproducir diálogos de personajes o las tradiciones pueblerinas. Además expresa un sentimiento personal, transmite su emoción como el loncco que fue. Repasamos los primeros versos de un poema intimista: “Muchas veces me he sentido / torturado por las penas / sin tener ningún alivio / que endulzara mi dolor”. Luego trastoca su reflexión a un diálogo con el cigarrillo, que encarna la compañía añorada. Es un buen ejemplo de una poesía de la intimidad, con un lenguaje sencillo, cotidiano. No se guarda emociones ni se adorna con figuras literarias, que, en el contexto localista, serían inútiles.
La poesía de Ramírez Bejarano se mantiene viva en la tradición literaria arequipeña. Especialmente en este afán positivo de seguir fomentando la práctica de la creación y la declamación de poesía loncca por parte de niños y jóvenes. En el de mantener el lenguaje característico de Arequipa y el espíritu de su identidad. Es necesario el estudio académico de esta muestra literaria. Sobre todo en tiempos contemporáneos en que se rescatan y destacan otras manifestaciones culturales arequipeñas, como sus danzas, su música popular y clásica. Hace falta recuperar y difundir el nombre de sus autores. Hay que seguir promoviendo el recetario de nuestra comida tradicional. Y otras artes con nombres tan notables como la pintura, la literatura, el teatro o el cine.
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