Primero se dividió la ciudad en ordenadas manzanas que circundaban la Plaza de Armas de Arequipa. Luego vinieron los terremotos y los arequipeños tuvieron que reconstruir sus casonas y vinieron los problemas de división de los terrenos. Con la independencia vino también el debate sobre la forma de organización y de convivencia en una sociedad de españoles, indios y esclavos. Todos quisieron opinar y surgieron los hombres de leyes.
Los inicios
Cuatro, como el número de ingredientes del escribano, fueron los fundadores de la primera corte de justicia de la ciudad. Comparables en calidad intelectual y cualidades, asumieron el reto por orden de Simón Bolívar y la fuerza de la razón de la Constitución de 1823.
Los vocales fundadores fueron: Felipe Antonio de la Torre como presidente, Mariano Esteban de la Llosa, Felipe Blas de la Fuente, Mariano Luna como fiscal y dos días después Manuel Cuadros juramentó como vocal interino, a causa del permiso solicitado por uno de ellos.
Sin pataleo alguno, ellos gozaban de un insignificante sueldo: 280 pesos mensuales que ascendieron a 55 libras en las primeras décadas del siglo XX.
En la mesa
Dichosos los escribanos. Satisfacían su apetito con una papa asada, acompañada de jugosas rodajas de tomate y el infaltable rocoto más una pizca de sal. Claro, siempre que haya algo de beber y los acompañen los dulces sones de la guitarra. Toda la tarde, hasta que el frío del atardecer los vuelve a la realidad. Como la fría mañana del 23 de julio de 1921, con la niebla flotando en el puerto del Callao y Víctor Andrés Belaúnde esperando partir rumbo al destierro. Su pecado: no poner su talento al servicio del gobierno de turno. Medio siglo después regresa envuelto en la bandera que tanto amó, después de haber sido presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Con una papa asada, acompañada de jugosas rodajas de tomate y el infaltable rocoto
Otro talentoso escribano fue José Luis Bustamante y Rivero, defensor de las 200 millas en su periodo como presidente de la República, derrocado ignominiosamente por un sátrapa como Manuel Odría. También llegó a ser presidente del Tribunal Internacional de La Haya. Y Francisco Mostajo, desde la tribuna popular, o las aulas universitarias, dio lecciones, más que de leyes, de entereza, valentía y espíritu generoso y telúrico al mismo tiempo. No eran abogados de acaudalado bufete. Se nutrían más bien con la savia de la justicia, defendiendo la libertad y el derecho.
Más esfuerzos
Los notarios también han estado presentes en la tradición jurídica de Arequipa, refiere Edilberto Zegarra Ballón, de ancestros ligados a las letras y a la defensa de la justicia.
Óscar Urviola Hani, exdecano del Colegio de Abogados, quien formó parte de la Cámara de Diputados cuando Fujimori cerró el Congreso y, por poco, lo manda a apresar, considera que la tradición jurídica de Arequipa nos obliga a seguir trabajando y estudiando juntos, en el suelo y bajo el cielo de Arequipa. Recuerda como ejemplos del oficio a Roberto Ramírez del Villar y Héctor Cornejo Chávez.
Dichosa la gente cuyo paladar sabe saborear unos tomates, papas y rocoto preparando el gusto para el siguiente platillo. Esas papas arequipeñas caracterizadas por esa feliz redondez que favorece a la belleza, siempre en el justo punto medio.