Mientras los transportistas paralizaban Lima, el premier Gustavo Adrianzén volvió a confirmar que el cargo le queda grande. Ante la impotencia de cientos de conductores extorsionados, el presidente del Consejo de Ministros solo atinó a minimizar las protestas en la víspera.
Más desubicado que de costumbre, se mostró sorprendido por la convocatoria, ya que sus ministros del Interior y Transportes le dijeron que la situación ya estaba controlada. Nada más lejos de la realidad. Las calles demostraron que un sector de la población ya no está dispuesta a soportar más inseguridad y crímenes.
Los dirigentes de los transportistas llegaron al Congreso y se reunieron con integrantes de la mesa directiva. En un momento, algunos representantes se quebraron al hablar de las extorsiones e inseguridad que padecen. Mientras tanto, el ministro Santiváñez volvió a soltar sus promesas vacías de equipos de elite y desactivar celulares.
Más mediocres, imposible.
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