La obediencia es una virtud que se fomenta en todos los niños del mundo desde que empiezan a hablar. Los padres son felices con sus hijos obedientes hasta que, cuando en la adolescencia dan muestras de querer ser independientes, les invade la zozobra y el desánimo.
No hay mejor alumno que el obediente, proclaman los maestros. No importa que aprendan poco, lo importante es cumplir con el plan de estudios. El díscolo, el distraído, el que mete vicio y hace chistes, ese es el alumno problemático y si, encima, rinde bien en los exámenes, es un prospecto de adulto conflictivo, mala gente y hasta subversivo. Por eso, muchos -más de lo que se sospecha- siguen aplicando la vetusta regla de “la letra con sangre entra” en un sistema educativo sumamente autoritario
La obediencia es una virtud tan grande que no se explica por qué los padres de la Iglesia no la consideran una virtud teologal, al nivel de la fe, la esperanza y la caridad. Porque, ¿el pecado original no fue una desobediencia a Dios, que trajo como consecuencia todos los males del mundo, incluidos crímenes, guerras y genocidios? De ahí que la Santa Madre la haya inoculado en la mente de la cristiandad desde hace veinte siglos: “ora, calla y labora”.
La obediencia es más que una virtud, es la savia que hace funcionar todos los ejércitos estatales y privados desde que el mundo es mundo. “Las órdenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones” es la letanía que taladra los oídos de todo conscripto y grumete. Y la que robotiza al joven que va a matar otro joven, una mujer, un niño o un anciano, al que sus jefes consideran enemigos. Sin que se les mueva un párpado de pesar. Por obediencia a los jefes han sido asesinados millones a lo largo de la historia y hoy vemos cómo actúa en Gaza, Líbano y Ucrania.
Por obediencia a los jefes mafiosos, los delincuentes del mundo roban, asaltan, violan, matan y masacran a sus víctimas. El perro es el mejor amigo del hombre siempre y cuando sea obediente.
En el caso de los crímenes de pederastia cometidos contra millares de niños por curas católicos. O los de violaciones de novicias, la obediencia jugó en favor de los criminales. Porque las novicias se sometieron y callaron por obediencia y las familias no denunciaron a los curas por obediencia al confesor o al párroco.
Hay una interpretación perversa del Derecho cuando en estos días los políticos de la coalición en el poder y sus periodistas, creen y proclaman que fiscales y jueces deben obedecer las leyes injustas aprobadas por ellos.
Por eso, los padres y maestros deben repensar en cómo están criando y educando. Si pesa más la disciplina que la libertad, están educando borregos, que en un momento de crisis se pueden convertir en lobos. Es preferible educar en la libertad, en la confianza, en el compañerismo y no en la competencia, Para que cuando sean adolescentes puedan comprender y practicar los principios de una auténtica democracia política.
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