Opinión: Quinta columna

El cardenal Müller y el teólogo Gustavo Gutiérrez

«Conoció al padre Gustavo Gutiérrez en 1988 -que entonces tenía 58 años- en un seminario para profesores alemanes de teología. Desde esa fecha fueron amigos»

Por Alfredo Quintanilla | 27 abril, 2025

Han llamado la atención de los medios internacionales las declaraciones de monseñor Gerdhard Ludwig Müller (77), líder del ala conservadora del Colegio de Cardenales, en vísperas del Cónclave: «Ruego para que el Espíritu Santo ilumine los cardenales, porque un papa hereje que cambia cada día de opinión dependiendo de lo que dicen los medios de comunicación sería catastrófico» y también «el próximo papa no tendría que buscar el aplauso del mundo secular, que ve a la Iglesia como una organización humanitaria que hace tareas sociales». Y si no lo han señalado, pronto lo harán, porque fue amigo del teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez, y algunos hasta podrían pensar que Müller pertenece a la corriente de la teología de la liberación.

Sin ser exhaustivo, se puede decir que Müller fue ordenado sacerdote en 1978, a los 30 años. Desde 1985 enseñó teología a nivel universitario. Conoció al padre Gustavo Gutiérrez en 1988 -que entonces tenía 58 años- en un seminario para profesores alemanes de teología. Desde esa fecha fueron amigos. Hasta el 2002, durante sus vacaciones académicas, visitó Latinoamérica y el Perú, particularmente el sur andino.

En el 2004, en Ausburg, publicó un libro traducido al castellano como “Del lado de los pobres, Teología de la Liberación” en el que se alternaron tres ensayos de Gutiérrez y tres de Müller: “La experiencia de la liberación: un impulso para la teología europea”; “La teología de la liberación en debate”; y “Una Iglesia y un destino común: solidaridad en Cristo”.

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En el segundo ensayo escribe: “No tenemos, entonces, por qué recelar con suspicacia en torno a una supuesta relación de la teología de la liberación con el marxismo. Investiguemos, más bien, qué aporta el marxismo cuando acoge (aunque secularizándolas) profundas convicciones de la teología cristiana sobre el sentido de la historia y el de su culminación escatológica. Y valdría la pena discutir hasta qué punto podemos evitar el empleo de un vocabulario teñido de marxismo cuando redescubrimos ideas originalmente cristianas. En cualquier caso, la teología de la liberación se diferencia sustantivamente del marxismo por su antropología teológica.

Y definitivamente es teología, aunque recurra instrumentalmente a disciplinas como la sociología, la ciencia política y la economía para la discusión de temas teológicos.” (Müller y Gutiérrez, p. 106). Y concluye: “gracias a ella la teología católica ha podido resolver el dilema dualista del más acá y del más allá, el bienestar terrenal y la salvación ultraterrenal” (idem, p. 109).

Sin embargo, como se ve, Müller y Gutiérrez no explicitaron en el libro sus posturas respecto de temas que para los laicos se hicieron muy relevantes desde la revolución de la píldora anticonceptiva, se han tornado centrales en el siglo XXI con el nuevo protagonismo de las disidencias y diversidades LGTBI y que Francisco abordara proféticamente con su frase dicha a su retorno de su viaje al Brasil. “¿Y quién soy yo para juzgarlos?”

Müller, como obispo de Ratisbona (el 2002 por Juan Pablo II) acabó nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe por el papa Benedicto XVI en julio del 2012. El papa Francisco lo ratificó en el puesto y lo hizo cardenal en febrero del 2014.

Pocas semanas antes del Sínodo sobre la Familia de octubre del 2015, fue publicado el libro “Permaneciendo en la verdad de Cristo: el matrimonio y la comunión en la Iglesia Católica” suscrito por Müller, y los cardenales Caffarra, Burke, Brandmüller y De Paolis en el que ratifican la indisolubilidad del matrimonio y la imposibilidad de que los divorciados puedan recibir el sacramento de la comunión (contra la propuesta del cardenal Kasper).

El primer día del Sínodo, filtrada por la Agencia Católica de Información-ACI, se conoció la carta dirigida a Francisco, con observaciones sobre su metodología. Las trece firmas las encabezan Müller y el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los sacramentos, el guineano Robert Sarah. Entre ellos Caffarra, Dolan, Eijk y Pell (+).

La carta también cuestiona el documento base, el hecho que los redactores del documento hubieran terminado nombrados “sin consulta previa” por el papa y “… Varios padres han expresado su preocupación de que un sínodo planificado para afrontar una cuestión pastoral vital -reforzar la dignidad del matrimonio y la familia- pueda llegar a estar dominado por el problema teológico/doctrinal de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil. Si así fuera, esto inevitablemente levantaría cuestiones aún más fundamentales sobre cómo la Iglesia, en su camino, debería interpretar y aplicar la Palabra de Dios, sus doctrinas y sus disciplinas a los cambios en la cultura.”

El 1 de julio del 2017, al término de su mandato, Francisco relevó a Müller de sus cargos al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, la Comisión Teológica Internacional y la Pontificia Comisión Bíblica. Lo reemplazó por el cardenal jesuita español Ladaria Ferrer (80). Luego a Ladaria lo reemplazaron por el teólogo argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández (62). Y se verá el giro que quiso dar Francisco en temas delicados y candentes.

Fernández, ordenado el 86, obispo de Córdoba en 2013, arzobispo de La Plata en 2018, fue nombrado Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Fue en julio 2023. Dice que el papa le dio las siguientes instrucciones “El dicasterio que presidirás, en otras épocas, llegó a utilizar métodos inmorales. Fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente”. “… lo que el papa me ha pedido es una reconfiguración del dicasterio en esa línea más abierta, ponderada y tolerante. Es decir, sustituir las sanciones por el diálogo, la persecución por la reflexión” (Cercas en “El loco de Dios en el fin del mundo”p. 447)

Cercas dice de él: “Si yo fuera el Gran Inquisidor de Dostioievski me horrorizaría escuchar al Gran Inquisidor de Bergoglio recurriendo a un poema erótico para explicar el máximo don de Dios; pero, como no lo soy, me digo que eso es exactamente lo que ha hecho siempre la gran literatura mística, del cantar de los Cantares a santa Teresa y san Juan de la Cruz: usar el erotismo para alabar a Dios, el amor humano para describir el amor divino.

También el padre Fernández lo ha hecho siempre: en 1995 publicó un libro titulado “Sáname con tu boca. El arte de besar”; en 1998, otro, “La pasión mística. Espiritualidad y sensualidad”, que consta de capítulos con rótulos como “El camino hacia el orgasmo”. O “Dios en el orgasmo de la pareja” y donde se lee: “Acaricio tu rostro, señor Jesús, y llego a tu boca… Acaricio tus labios, y en un inaudito impulso de ternura tú me permites que los bese suavemente”. Lo anterior explica que, poco después de nuestra conversación en el Vaticano, cuando Bergoglio nombre cardenal al padre Fernández, este empiece a ser conocido en determinados sectores de la Iglesia como el pornocardenal”(p. 439).

Al respecto, Fernández le contó a Cercas: “Yo mismo, cuando el papa actual era arzobispo de Buenos Aires y me nombró rector de la Universidad Católica, tuve que responder a una serie de interrogatorios procedentes de este dicasterio (el de la Doctrina de la Fe). Al parecer, algunos obispos habían puesto en cuestión la ortodoxia de ciertos escritos míos. Así que estuve más o menos un año respondiendo a las preguntas que me formulaban desde aquí… Querían verificar que la mía era una recta doctrina católica. Y de esto hace más o menos diez años.” (pp. 440-41)

¿Qué han dicho o tienen que decir los teólogos de la liberación – y principalmente los laicos – sobre las dudas y problemas morales que los acucian, a raíz de la revolución sexual y tecnológica y la irrupción de las diversidades y disidencias, como el control natal, celibato, divorcio, aborto, homoerotismo, eutanasia, etc. ya no solo a los de Europa y del primer mundo? Porque ante tantas corrientes cruzadas, muchos, tal vez muchísimos, se refugian en la tradición. Y quieren volver al pasado, como lo escribió Fernando Fuenzalida en su luminoso libro «Hacia la tierra baldía» de hace casi treinta años.

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