Columnas

No muerdas la mano que te da de comer

Maneras, omisiones y vicios de la gran prensa en el Perú

Por Orlando Mazeyra Guillén | 27 abril, 2025

El lunes, luego de las clases en la universidad, subí a una combi atestada de gente para dirigirme al centro histórico mientras pensaba en lo importante que resultan los cada vez más escasos bastiones del periodismo independiente (como Hildebrandt en sus trece a nivel nacional y El Búho a nivel regional).

En el Perú siempre se cuecen habas y los tiempos álgidos se reinventan día a día, sin pausa y con desmesura. Por ejemplo, Dina Boluarte, en un espectáculo circense deleznable, ha convocado a elecciones generales para decir, entre líneas: no me apuren, ya me voy el próximo año. No brinquen tanto que el suelo está parejo.

            No, señora presidenta. Usted y sus lacayos, la prensa obsecuente (sobre todo la grande, es decir, la de la capital), no nos pueden mentir. Mienten cuando dicen que este es un gobierno de izquierda, mienten cuando intentan ocultar que el Congreso se ha vuelto un puticlub, mienten hasta cuando sonríen o duermen. La prensa oficial (que nos piensa y que nos quiere dóciles) es la imperante; no la que nos invita a pensar, a dudar, a encontrar nuevas voces incómodas y disidentes.

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            «La gran prensa en el Perú nunca le dará espacio a lugares como este», en eso pensaba cuando llegué a la librería independiente Fabla Salvaje: un espacio pequeño pero acogedor, plagado de libros y de buen ánimo, a pesar de todo. Creo que hace falta más periodismo independiente para aproximarnos a historias valiosas y esperanzadoras.

II

Ruhuan Huarca Llamoca es un joven editor y librero independiente que está sufriendo la ruin persecución de los mastines de Dina Boluarte a través del Ministerio de Cultura, por presentar un libro que aborda la violencia por parte del Estado. Es decir, otra perspectiva sobre la brutalidad en el Perú: la que muchos desean esconder bajo la alfombra y luego mirar a otro lado mientras la presidenta se sigue arreglando la fachada. Pude conversar con él en su librería, ubicada en la calle Jerusalén, luego de enterarme que el Ministerio de Cultura lo ha denunciado penalmente por presunta falsedad genérica: «No muerdas la mano que te da de comer», le han llegado a advertir a media voz para intimidarlo, mas no lo consiguieron.

—Ruhuan, ¿desde cuándo funciona en Arequipa la librería Fabla Salvaje?

—Desde el 2020, vamos a cumplir cinco años.

—Además eres editor de Aletheya.

—Sí, la editorial cumplirá diecisiete años y ya hemos publicado más de un centenar de libros.

Más allá de tu trabajo como editor y librero, que es meritorio, ahora estás en boca de todos los que de una u otra manera estamos vinculados a la cultura porque el ministerio ha incurrido en una una especie de atropello o mejor dicho, amedrentamiento contra ustedes, ¿qué ha ocurrido?

—Lo que ha pasado es que nosotros hemos ganado estímulos del Ministerio de Cultura y estamos obligados por las bases a poner los logos del ministerio en los flyers y en todo afiche publicitario que colocamos en nuestras redes sociales. Y lo hemos venido haciendo con absoluta normalidad hasta que a fines del mes pasado se llevó a cabo en la librería la presentación del libro Violencia de Estado en el Perú de Anouk Guiné.

—¿Qué ocurrió el día de la presentación del libro, es decir, el 27 de febrero?

—El Ministerio de Cultura emite un comunicado advirtiendo que nos iban a denunciar penalmente por el uso indebido del logo del Mincul. Cosa que ya ocurrió.

—¿Querían que ustedes cancelaran la presentación?

—Quizás era lo que buscaban, ¿no? En el fondo, más allá de usar o no el logo del Ministerio de Cultura, lo que ellos esperaban es que canceláramos la presentación del libro de la escritora francesa Guiné, porque lo consideran erróneamente subversivo, se nota que no lo han leído. No obstante, nosotros retiramos el logo y seguimos adelante con la presentación donde hubo opiniones a favor y en contra. Incluso asistió un exmilitar que hizo sus descargos, pero siempre con un espíritu democrático.

—Tu editorial, como muchas en el Perú, es independiente y necesita de los estímulos del Estado para poder seguir en la brega, ¿están intentando domesticarlos?

—Las editoriales, librerías y en general todo el ecosistema del libro está bajo el ataque del gobierno de Dina Boluarte. La palabra más certera es: asedio. Parece que intentan, como mencionas, domesticarnos y ellos decidir con antelación «qué» se dice, «cómo» se dice, «cuándo» se dice, ¿no? Desde el ámbito cultural siempre hemos tenido una mirada crítica frente a cualquier gobierno, no solo este.

—Ya no sólo nos aterrorizan los extorsionadores, sicarios y hampones, sino también el propio Ministerio de Cultura.

—Claro, ésta es una forma de extorsión: una presión del ministro Fabricio Valencia para que actuemos de acuerdo a sus oscuras maneras. Nos quieren maniatar. Dime qué dices sobre el gobierno para saber si estás o no estás con nosotros y si te mereces nuestro apoyo.

—Ya hay una insólita denuncia penal, Ruhuan. ¿Cómo crees que se podría solucionar esto?

—Yo pienso sinceramente que el ministro Fabricio Valencia, debería dar un paso al costado porque este asedio está orquestado por las personas que dirigen pésimamente el ministerio: están actuando de una manera torpe y desproporcionada. Por ejemplo: si tú trabajas en una empresa y se te cae un vaso con agua, entonces compras otro y no pasa nada; nadie te manda a tu casa por eso. Quieren escándalo para atarantarnos y demostrar de qué son capaces.

—¿Podemos decir que el Ministerio de Cultura está a cargo de gente tan incompetente como la del Ministerio del Interior?

—Creo que sí, porque el Ministerio de Cultura está actuando como caja de resonancia de lo que hace la PCM o el Ministerio del Interior. Lo pudimos notar cuando allanaron la casa y la oficina de Juan José Santivañez y condenaron el hecho: lo defendieron a capa y espada.

—¿Qué labor deben cumplir los editores y libreros en esta coyuntura?

—Ser vehículos de la cultura, del diálogo, pero sobre todo de la memoria y de la resistencia. Esta situación me incumbe sobre todo como librero independiente porque están censurando un espacio democrático que se dedica a fomentar el diálogo y la crítica.

—¿Y por qué no la disidencia?

—Y también la disidencia, por supuesto. Porque la disidencia forma parte de cualquier régimen democrático, es una prueba de que la democracia es auténtica.

—¿Qué mensaje les das a los editores y libreros independientes?

—A los editores, libreros, a los agentes del ecosistema del libro y de la cultura en general, recordarles que lo que hacemos, dando espacio y voz a miradas críticas, no es algo malo ni es un delito. No nos pueden amedrentar por presentar libros que son incómodos para el gobierno. Tener una voz disidente no es algo punible, sino que es parte de la democracia que queremos defender. Y para defender la democracia tenemos que unirnos y alzar más fuerte nuestra voz de protesta: gremios, actores culturales, asociaciones, libreros, editores, escritores, etcétera y exigir respeto.

—¿Ya no recibirás más estímulos del ministerio?

—Muchas personas cercanas me dicen, sobre los estímulos económicos, que no cometa el error de morder la mano que me da de comer. Yo lo tomé con humor porque los estímulos económicos no son favores estatales ni regalos del Ministerio de Cultura. Tienen la finalidad de fortalecer y proteger toda la infraestructura cultural, además de impulsar el reconocimiento y difusión del trabajo de los artistas locales y de permitir que el peruano de a pie acceda y se familiarice con diversas prácticas artísticas.

—Has tenido el privilegio de editar el último libro que publicó en vida el gran Oswaldo Reynoso, quizá él mandaría a estos ministros a la mierda.

—Reynoso, tú lo sabes. Nos llevaría a una picantería y pediría un buen plato y unas cervezas para contarnos cómo a él lo asediaron y censuraron. ¡Cómo lo terminaron exiliando!

—Y lo menospreciaron, sobre todo la prensa y la crítica oficial limeña.

—Pero él siguió hablando y alzando la voz, eso es lo que nos corresponde hacer, pase lo que pase. No les tenemos miedo.

III

Me despedí de Ruhuan Huarca, pensando en aquel joven Vargas Llosa que quería cambiar el mundo: el Sartrecillo Valiente que estaba convencido de que las palabras son actos. Quizá el mejor discurso que escribió fue el que leyó en Caracas en 1967 al recibir el premio Rómulo Gallegos. A ese perturbador social profesional le hubieran dicho rojo, caviar, terruco, etcétera.

El buen periodismo —no lo olvidemos— se alimenta de la mejor literatura. Y ahora que el Nobel arequipeño se fue, hay que resaltar sus textos más pasionales; protegerlos y preservarlos de la carcoma del tiempo:

«Las mismas sociedades que exiliaron y rechazaron al escritor pueden pensar ahora que conviene asimilarlo, integrarlo, conferirle una especie de estatuto oficial. Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera. Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica. Explicarles que no hay término medio: que la sociedad suprime para siempre esa facultad humana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor, o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías, de sátiras, que irán de lo adjetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social. Las cosas son así y no hay escapatoria: el escritor ha sido, es y seguirá siendo, un descontento. Nadie que esté satisfecho es capaz de escribir, nadie que esté de acuerdo, reconciliado con la realidad, cometerá el ambicioso desatino de inventar realidades verbales. La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor. La literatura es una forma de insurrección permanente y ella no admite las camisas de fuerza. Todas las tentativas a doblegar su naturaleza airada, díscola, fracasan. La literatura puede morir, pero no será nunca conformista».

            El periodismo independiente puede morir, pero nunca será conformista y menos complaciente con un gobierno dictatorial y hediondo repleto de sabandijas de la peor calaña.

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Orlando Mazeyra Guillén

Escritor arequipeño. Ha publicado varios libros de ficción y se dedica a las crónicas urbanas con un estilo intimista e irreverente. Hincha acérrimo del FBC Melgar