El cuartel Salaverry de Arequipa vuelve a estar en el centro de la polémica tras la denuncia de un soldado que afirma haber sido víctima de agresiones físicas dentro de la instalación militar. José Daniel E. A. de tan solo 18 años, cabo del Ejército Peruano, denunció haber sido golpeado por sus superiores y compañeros de promoción, lo que le dejó heridas graves y lo obligó a ser trasladado al Hospital Militar.
Según el testimonio del soldado, los hechos ocurrieron el pasado 27 de abril cuando solicitó permiso para salir del cuartel. La respuesta del subteniente Darío Hurtado Tello fue un golpe en el estómago. Posteriormente, en su camarote, el suboficial de tercera Chipana Italaque lo agredió nuevamente. Horas más tarde, su compañero Aderlyn Huamán le entregó una gaseosa con alcohol, lo que está prohibido en el recinto militar. Al reclamarle, recibió un golpe con un objeto contundente que lo dejó inconsciente.
El padre del joven asegura que cuando fue a reclamar un técnico de apellido Rojas se burló de él minimizando el hecho. Incluso mostró pruebas donde su hijo ya venía recibiendo maltrato psicológico en el cuartel a través de un audio que grabó por una llamada que le hizo Daniel días antes.
A mí me duele en el corazón que en servicio militar voluntario haya este tipo de maltrato fisico. (…)Me dijeron: «si quieres quéjate, puedes traerte toda la prensa que quieres, no va a pasar nada».
Padre del soldado agredido
El comandante general del Ejército, Jorge Luis Agramonte, no se ha pronunciado sobre el caso, mientras que la Inspectoría del Ejército ha iniciado investigaciones para esclarecer los hechos. Sin embargo, fuentes cercanas al cuartel indican que no es la primera vez que se reportan agresiones dentro de la institución. Se han registrado antecedentes de maltrato físico hacia otros soldados en este cuartel de Arequipa, lo que ha generado preocupación entre los familiares de los reclutas.
Llegó a Arequipa a formarse, pero Ejército le trunca sus sueños
El joven natural de Puno denuncia que tenía la intención de postular a la Policía Nacional del Perú, y ahora teme que las lesiones en su rostro le impidan rendir el examen de admisión, truncando así sus aspiraciones profesionales. Su familia ha exigido justicia y apoyo por parte de las autoridades militares, pero hasta el momento no han recibido respuesta oficial.
La denuncia ha generado indignación en la comunidad y ha puesto en debate las condiciones dentro de los cuarteles militares. Organismos de derechos humanos han solicitado una investigación exhaustiva para determinar responsabilidades y evitar que estos hechos se repitan. Mientras tanto, Daniel y su familia esperan que se haga justicia y que se tomen medidas para garantizar la seguridad de los soldados en servicio.