PREGUNTA: ¿Es usted admirador de Milei?
RESPUESTA: Estoy con su política estatal. Argentina no puede volver a alguna forma de peronismo, o estatismo intervencionista, o kirchnerismo, después de lo ocurrido los últimos 80 años. Es un ejemplo para nuestros países de medias tintas y ninguna solución. También estoy completamente de acuerdo con la política económica. Y admiro la fuerza y el carácter indoblegable del presidente Milei, su dominio de la economía y su capacidad de liderazgo; aunque se demostrara que no es un buen chico, por delito comprobado. Sin negar que sería muy malo ética y políticamente –si se probara judicialmente delito. Eso no desmiente ninguno de los rasgos que motivan mi admiración, expresa en nueve artículos publicados. Me explicaré.
Milei no es menos inteligente (su dominio de la economía no deja dudas), ni menos capaz políticamente porque se le compruebe, o no, delito judicialmente. Eso tampoco desmentiría que Milei es un liberal en economía y en el respeto al Estado Constitucional de Derecho. No ha necesitado violar normas constitucionales ni legales para implementar su política. Sus hipotéticas maldades no desmentirían sus carismas y su éxito, porque son reales. Además, habría que probar judicialmente esas maldades, si las hay.
Teniendo en cuenta las tres fuentes y tres partes integrantes de una formación social de mi época marxista (política, economía e ideología) estoy con su política estatal, es decir, con la reforma radical del Estado y de la economía, en el mejor sentido, ¿Y qué hay del aspecto ideológico? En uno de los 9 artículos que dediqué al intempestivo presidente argentino (que el colega ha tenido la amabilidad de publicar en wasap de profesores), hago notar que Milei es en religión un judío cuasi ortodoxo, y por eso, entre otras, está contra todo “aborto”.
Yo, por mi parte, no creo en un Dios personal, antropomórfico, sentado en su trono, externo y cien mil kilómetros por encima del hombre y la tierra. Creo en un Dios que está en cada uno de nosotros y en todo lo que existe en el universo. Creo en Inmanuel: Dios en mi. Y creo que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y, dentro de ciertas condiciones -como el tiempo de embarazo-, si interrumpe o no ese proceso. No el Estado, o la Iglesia, o el esposo, o los vecinos, etc, sino ella, la gestante. ¿No tiene ella derecho a la vida al cuerpo y la salud? Pero lo que no se puede es no decidir, porque alguien lo hará de todas maneras. ¿Quién si no la mujer misma?
Sin embargo, ideológicamente, considero a Milei un liberal, entre otras razones, porque el liberalismo no es una ideología, un conjunto de dogmas obligatorios y absolutos. Los liberales no están obligados a coincidir en todo. Lo principal es la libertad, la dignidad, incompatibles con la pe, la no discriminación, la propiedad y la seguridad. Lo demás es cosa de cada liberal o libertario. Por ello, con respecto al Dios judío y al “aborto” creo estar más cerca del liberalismo que él. Pero seguramente él cree lo mismo desde su perspectiva, porque dirá que oponiéndose en términos absolutos a todo tipo de aborto, él defiende mejor la vida, que es un derecho fundamental.
Lo cierto es que nadie es dueño del “verdadero liberalismo”, porque no existe una cosa así. Y de ahí la tolerancia en el mejor sentido (que no es el de “aguantar” o soportar) como seña de identidad intrínsecamente liberal, no como deber u obligación sino como comprensión.
Gracias por difundir mis artículos sobre Milei. El que los lea, entenderá por qué sigo sosteniendo hasta hoy lo que allí digo sobre Milei y su gobierno, aún en la hipótesis que se pruebe judicialmente la comisión de un delito. Mi decepción sería ética (jurídica o moderna o liberal) no económica, ni política. En ninguno de mis nueve artículos digo -o insinúo- que Milei es un santo, ni siquiera un buen chico. Todo lo hace mal, como el reconoce, y es un chico malcriado…pero le sale bien. En cualquier caso, también tiene derecho a la presunción de inocencia: importante principio jurídico. Así que hay que esperar.
Lo que importa en política, en primer lugar, son las consecuencias de los actos de gobierno. Y Milei ha salvado a la Argentina (y no solo de la hiperinflación). Si se mantiene su política estatal y económica, con o sin él, Argentina saldrá del desastre en que estuvo postrada 80 años. Y eso es lo que realmente importa.