Quinta columna

Un mensaje de los nadies en tiempos de campaña

«¿Algún periodista les han preguntado a los políticos qué piden los pobladores de Huayana, Julcamarca, Huamalí, Boquerón, Pión o Ninabamba? Seguro que no.»

Por Alfredo Quintanilla | 15 junio, 2025
políticos en campaña

En tiempos preelectorales, los precandidatos ya están visitando barrios y pueblos, tratando de armar un discurso convincente sobre “las obras” que ofrecerán en la campaña. Se observa con frecuencia que siguen el guion que imponen la tele y la radio. Y hablan de los sicarios, los incentivos para la inversión, el crecimiento de las exportaciones, los “megaproyectos” que deban seguir al puerto de Chancay, la multiplicación de las universidades o la mano dura.

Casi han desaparecido los temas en que se jugó la vida de millones hasta hace poco, como el presupuesto para camas UCI o la anemia infantil, el costo de los medicamentos, las pensiones de jubilación o el desempleo masivo. El gran ausente envuelto en silencio es el tema de la pobreza que, como un mar tormentoso, rodea a los diez distritos limeños de clase media en los que sus jóvenes, despreocupadamente, se dedican al tiktok y a la juerga de fin de semana.

¿Algún periodista les han preguntado a los políticos qué piden los pobladores de Huayana, Julcamarca, Huamalí, Boquerón, Pión o Ninabamba? Seguro que no, porque ningún encuestador ha llegado hasta ellos para averiguar por las necesidades de pueblos desconocidos.  Pero, esos pueblos existen. Marginados, insignificantes, desechados por inversionistas y burócratas. Sin embargo, han enviado un mensaje al Perú culto e informado, a través de las urnas, a las que acudieron últimamente.

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Pero el mensaje no llegó con palabras o un “memorial” escrito a las autoridades del “supremo gobierno” como se hacía hasta fines del siglo pasado. Si no, con votos y ausencias. Esta vez, en los cuatro primeros pueblos hubo una consulta para revocar el mandato de sus alcaldes y regidores. Y en Pión y Ninabamba hubo elecciones internas de dos partidos que tienen importantes bancadas en el Congreso.

Las consultas revocatorias, que involucraron a 5,314 electores, se hicieron el domingo 8 de junio porque un cuarto del total de ciudadanos y ciudadanas señalaron que los alcaldes no habían cumplido sus promesas de campaña. Aunque probablemente esas promesas eran buenas intenciones, sin sustento en la dura realidad de magros presupuestos que impiden hacer “las obras” que necesitan.

¿Y cuáles son esas “obras”? No se necesita una gran investigación para saber que, en 1,400 de los 1,600 distritos del país, se necesitan ambulancias antes que patrulleros. O médicos y enfermeras antes que policías; agua potable y alcantarillado; alumbrado; conexión a internet; reservorios y riego tecnificado, carreteras y transporte público. Pero no solo reclaman “obras” sino que protestan por la incapacidad moral (dígase corrupción), el trato soberbio, arrogante y hasta prepotente de la autoridad. O su ausencia; es decir, contra un estilo de “gobernar” antidemocrático, de espaldas a quienes los eligieron.

Y en cuanto a los regidores, la protesta que sustenta la consulta de revocatoria es porque no transmiten el sentir de los pobladores al alcalde. O porque no cumplen con vigilar y fiscalizar las decisiones que toma en el uso del presupuesto.

Entonces, lo que ha sucedido en esos cuatro distritos de Apurímac, Huancavelica, Junín y Ucayali, es como una pequeña muestra. Una biopsia del tejido enfermo de nuestro “sistema democrático”: si nuestros pequeños burócratas, con muy poco poder, se comportan como se comportan, es explicable que todo el edificio estatal y toda la nación estén atravesados por males para cuyo remedio no basta que pequeños grupos privilegiados con supuesta lucidez invoquen la “mano dura” de Trump o una “revolución” a lo Maduro. Porque esa polarización de los políticos no expresa lo que la gente de esos pueblos siente y piensa. Hay que ver que los nadies actúan porque piensan diferente, no siempre como quieren parametrizarlos las encuestas y los académicos durante la campaña.

Por eso, porque la gente siente que los políticos que salen en la tele en campaña ofrecen más de lo mismo, debe haber influido en lo que ocurrió en dos provincias de Cajamarca el 10 de mayo pasado. Allí, en ocho distritos de Chota y Santa Cruz fueron convocados 4,802 afiliados a las elecciones internas de dos partidos que buscan sus candidatos para unas elecciones complementarias. Pero hubo una concurrencia ínfima. Solo 160 militantes, quienes se habían inscrito como afiliados en la coyuntura electoral previa a las elecciones municipales del 2022. Seguramente esperando que el goteo del progreso o del empleo público llegara directamente a sus familias.

La diferencia de concurrencia entre la Consulta de Revocatoria a la que fue a votar el 64.3 % y las Elecciones Internas (3.3 %) se explica porque es obligatorio votar en el primer caso y el voto es voluntario, en el segundo.

Todo lo cual invita a preguntar a los pocos académicos, políticos y funcionarios públicos que aún persisten y resisten. Y sinceramente están preocupados o han juramentado por “servir al pueblo”. Cuál es el punto de mira, o desde dónde lo observan o escuchan sus actitudes y conductas políticas, sus silencios, su resistencia, o sus estallidos de rabia, para poder unir ciencia y voluntad en la búsqueda de salidas que siempre serán complejas y cuyos plazos no siempre se pueden vislumbrar.

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Alfredo Quintanilla

Psicólogo, analista político. Ha sido funcionario de la ONPE y es especialista en el sistema electoral. Articulista en diversos medios.