El 27 de septiembre se abre en Arequipa un documento improbable: “RUY’ISMO”, un álbum compilatorio de quince proyectos de electrónica experimental local. No es un lanzamiento en el sentido de la industria —no hay contratos, no hay campañas de marketing, no hay expectativas de ventas— sólo es un acto de registro, casi un índice contemporáneo. Los participantes residen en géneros que van desde el IDM hasta el drone, pasando por el glitch, el ambient, el noise, cientos de variaciones domésticas de circuit bending y, en general, una serie de universos de jugueteo digital que han atraído desde hace décadas a un constante colectivo de músicos (y no músicos) que lejos de decantarse por las vías de la electrónica más consabida y aceptada – es decir la de baile y ritmo- se han atrevido a explorar diferentes modos expresivos tan personales como impopulares, pero no por ello poco interesantes. La apuesta es simple y cruda: constatar que esta ciudad produce electrónica más allá del beat danzable.
La edición de “RUY’ISMO” se alojará en Bandcamp, abierta a la descarga libre, por supuesto. El gesto es significativo: la gratuidad no es una estrategia sino el único modo posible. El compilatorio funciona como manifiesto colectivo: proyectos inusuales, algunos con décadas de trabajo, habituados a conciertos de diez personas en espacios y locaciones alternativas y hasta marginales, encuentran aquí un marco común, nadie cree o tiene la ilusión de ser masivo, nadie ha precalculado el público al que se encuentra direccionada esta música, lo único que sostiene a sus creadores es la obstinación de generar lenguajes propios.
La “escena” – mínima, invisible para el circuito independiente arequipeño centrado en el rock – aparece aquí casi en su totalidad, un puñado de diseñadores sonoros que no creen en virtuosismos ni en destrezas imposibles. La electrónica experimental local no ha carecido de nombres a lo largo de estas últimas tres décadas, sino de condiciones de escucha, de modo que lo que “RUY’ISMO” ofrece es, además de un “catálogo de estilos”, un recorte de obsesiones: pedaleras alteradas, softwares domésticos, objetos convertidos en osciladores, síntesis digital precaria, parafernalia tecnológica habitual (léase laptops, tablets, celulares) así como elucubraciones suscritas por el propio ejecutante; se trata, prácticamente, del reverso exacto de la música como entretenimiento.
La enumeración de piezas que componen “RUY’ISMO”, revela la heterogeneidad de la compilación, así que vamos a repasarla:
Cholitx con “Yellow Heat” despliega un pulso de breakbeat glitch que parece resucitado de las ruinas noventeras, pero inmediatamente lo subvierte con recursos cercanos al deconstructed club. El resultado es un híbrido incómodo: la memoria rave colapsada en un laboratorio doméstico que no es nostalgia ni revival.
Dionírico apuesta en “Abono Presidencial” por la improvisación y la potencia del directo, en modo desparpajo mas que lo-fi, un terreno donde el punk, el postpunk, la psicodelia y el jam se entrelazan en una pasional narrativa de crítica social. Su método parece ser la urgencia, dejar que lo desprolijo sea el material, en lo que parece ser un gesto de rechazo al perfeccionismo digital.
Dune trabaja en “Nada está inmóvil” con la imaginería del synthwave retrofuturista. Es una pieza en donde se desliga un poco de su afición por el coldwave y el IBM y se acerca a la estética cyberpunk de los ochentas, con líneas melódicas nocturnas y un sentido narrativo casi cinematográfico que, sin embargo sostiene un tono residual que lo devuelve al presente, recordando que este futuro se produce en una ciudad periférica, sin industria.
Eclosión Sonora plantea con “Espina” una espiral de ansiedad en secuencias acumulativas, cada loop se sobrepone al anterior hasta que la textura se hace sofocante. No hay resolución y la pieza se sostiene en tensión, como si buscara capturar el instante de un ataque nervioso. La eficacia está en la economía de medios: órbitas mínimas, pero usadas con precisión obsesiva.
La Vie transita en “Drone l”, en terrenos de drone “académico”, con resonancias espirituales. No es un ejercicio plano, hay un ascenso, un desplazamiento de frecuencias que se acerca a la liturgia. La escucha se torna paulatinamente en un ígneo y emocional flirteo con lo melódico, lo subjetivo y lo contemplativo, en un ritual sin templo.
L-Ror entrega “Unconditional devices on your two sides”, un corte de glitch orquestal, con clipping y disonancias que sugieren una sinfónica corrompida por lo digital. La pieza funciona como melancolía procesada: música que quiso ser monumental pero que terminó rota en bits. El efecto es triple: ruina y épica simultáneamente, aportando, a la vez, el tono taciturno y hasta depresivo al compilado.
Melibit insiste con “nosillotrack01AGOn” en el chiptune, pero no como guiño nostálgico, sino como reducción extrema: melodías mínimas, secuencias repetitivas, capas superpuestas que bordean lo agotador. El resultado es un mantra 8-bit en clave naif que en su perseverancia casi se vuelve perturbador.
Molina.rar se mueve en “Cristal de noche” en terrenos de synthwave preciosista y aire ochentero; con capas múltiples y un trabajo de composición minucioso y entendido, la pieza parece buscar cierta belleza armónica que también se regodea en lo intrigante y en el detalle, pero al mismo tiempo introduce fracturas que la contaminan; es probable que precisamente se torne en interesante por ese intento de habitar la contradicción.
Nra Ruido, aplica en “Žarkoplavutarice” una sorprendente edificación moderada – dentro de sus parámetros – pero igualmente cáustica, una superposición incidente y pesadillesca que sostiene siempre el peligro del colapso y la demolición.
R1ffm4nn construye con “elorigendelavidaelorigendelamuerte” una pieza narrativa que encierra inicio, nudo y desenlace en tono de dramaturgia tribalista, que pareciera evocar algún ritual mortuorio primitivo filtrado por tecnología digital, una ficción auspiciada por software que, sin embargo, logra una extraña verosimilitud sonora.
Salomé V.V. presenta con “Un submarino” probablemente la propuesta más atmosférica: una caverna de delays y reverbs donde el ruido flota en capas inestables, es una pieza inmersiva no por claridad, sino por exceso. una oda al juego de perillas de los efectos que, pese a su caótica apariencia, es realmente subsónica.
Samoht plantea en “Fukami” la estética del viaje espacial de videojuego: sintetizadores que recuerdan a soundtracks de ciencia ficción edificados en decks y pads, pero con un tinte futurista que los arrastra hacia la desolación cósmica. Es una pieza lúdica, pero también melancólica que devanea en el concepto de soledad digital.
Spiralarips trabaja en “Esquinas” con un ominoso pero bien controlado feedback, adherido, casi aprisionado en la claustrofobia, por el minimalismo de un piano susurrante, austero y frágil, pero a la vez encandilante.
Technopoetryk ensambla acid techno con progresivo en “Trópico de Cáncer”, en una larga arquitectura de beats delineados por escalas de cuasi prog rock guitarrístico, todo ello enmarcando su habitual discurso lírico que podríamos calificar como techno literario que desafía cualquier uso funcional.
Yume Station condensa en los apenas dos minutos de “Mirage”, su propia reinvención que, sin dejar el minimalismo característico de su propuesta, se aproxima al tech house, al ambient techno e incluso a una personalísima e ìntima variante de IDM, que homenajea a los noventas y que funciona como un destello, como una miniatura de estética fragmentaria que parece confrontar la lógica digital de la sobrecarga.
Cada pieza aporta un vector distinto, pero todas comparten la condición de operar completamente fuera, no digamos de la industria, sino del círculo social/musical mistiano, no hay mercado que absorba esto en Arequipa, nunca lo hubo y probablemente, nunca lo habrá, el compilatorio, entonces, no busca público, sino convertirse en medio probatorio.
La presentación formal de “RUY’ISMO” tendrá lugar también el sábado 27 de setiembre, en El Templo RnR Bar (Calle Saenz Peña Nª 115), albergue habitual de propuestas infrecuentes, la entrada es libre y la asistencia garantiza la participación en un documento vivo, una fotografía de lo que sobrevive en los márgenes. La importancia no está en la cantidad de asistentes u oyentes sino en establecer en el tiempo que esta ciudad sostuvo, contra todo cálculo de éxito, una práctica electrónica disfuncional, no orientada al baile ni al consumo, pues los músicos (y no músicos) que han aportado sus obras a este disco han hecho de la persistencia, un modo de hacer música que no negocia con la demanda. Y quizá esa negativa, en un entorno tan hostil, sea su mayor potencia estética.

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