Columnista invitado

7 de octubre de 2023: la matanza de israelíes

«ninguno de los que ahora se solidarizan con los gazatíes y Hamás, incluidos los participantes en las excursiones en yates y otras embarcaciones pequeñas a la costa de Gaza, condenaron la matanza de israelíes del 7 de octubre de 2023»

Por Jorge Rendón Vásquez | 26 octubre, 2025

Hace dos años, un día como hoy, varios comandos de Hamás se introdujeron al territorio de Israel y mataron a unas 1200 personas –mujeres, hombres y niños y soldados desprevenidos–, la mayor parte de los cuales celebraban la fiesta de Simjat Torá. No fue un hecho de guerra contra instalaciones militares, sino un ataque terrorista contra civiles.

El gobierno de Israel respondió de inmediato con una guerra en Gaza para desarmar a Hamás, el grupo que gobierna este territorio y que desde hace unos 20 años ha construido una red subterránea de cuarteles y pasadizos bajo las edificaciones civiles: viviendas, hospitales, escuelas y organismos públicos. Esta guerra ha hecho también, obviamente, víctimas entre los civiles de Gaza, utilizados como escudos humanos, lo que ha servido para el relanzamiento del antisemitismo, camuflado de condena por ciertos grupos participantes de la cultura occidental y, entre estos, como los más exaltados, los grupos comunistas residuales y sus anexos.

Sin embargo, ninguno de los que ahora se solidarizan con los gazatíes y Hamás, incluidos los participantes en las excursiones en yates y otras embarcaciones pequeñas a la costa de Gaza, condenaron la matanza de israelíes del 7 de octubre de 2023. La muñeca sueca llamada Greta, creada para animar a ciertos grupos de ecologistas, nunca se enteró de lo que los terroristas islamistas de Gaza les había hecho a los civiles de Israel.

¿Por qué?

Porque hay en este antisemitismo, retroalimentado de cuando en cuando si los judíos ejercen el derecho de defenderse, una raíz religiosa: desde que el cristianismo fue impuesto como la religión oficial y única en el Imperio Romano en el año 380 por el Edicto de Tesalónica de Teodosio, la persecución, la tortura y la quema de judíos en las plazas públicas con la participación del pueblo han creado un sedimento cultural en las mentes de muchos de sus creyentes, fobia que se manifiesta, con más o menos intensidad, en la animadversión que en algunos puede llegar al odio contra los judíos, aunque muchos de ellos ignoren lo que ellos son. Esa manera de ser de la religión cristiana contraría las enseñanzas de Jesús, quien fue un judío, y, desde luego, no se le halla en los evangelios.

El antisemitismo ciego y bárbaro llevó, en Europa, a las matanzas de judíos por grupos del pueblo, animadas por algunos monjes y curas. Y, en ciertos casos, por personas que debían dinero u otros bienes a judíos. En Europa oriental, estas matanzas, conocidas con el término ruso de pogroms, eran frecuentes hasta antes de la Revolución Bolchevique de 1917.

El exterminio de más de 6 millones de judíos por Hitler y sus seguidores (el referéndum de 1933 le concedió más del 90% de los votos) tiene esa raíz. También se percibe ese fondo religioso en los fusilamientos de unos 800,000 disidentes ordenados por Stalin, de los cuales gran parte fueron judíos. Y, lamentablemente, la ideología inspiradora de esos asesinatos se ha reproducido en muchos de sus seguidores. Bulle cuando una corrida mediática les pone ese señuelo ante los ojos. ¿Qué le habrían hecho a Carlos Marx si hubiera sido coetáneo de Stalin y hubiera vivido en algún lugar de la Unión Soviética?

Que las matanzas de judíos las perpetren ahora ciertos grupos creyentes en el Islam no importa y parecerían ser bienvenidas. Al contrario, no hay ninguna condena contra los grupos musulmanes que ahora mismo están matando a cristianos por miles. Tal lo que sucede en Nigeria, una república del centro de África. El grupo armado islamista Boko Haram ya ha matado a más de 185,000 personas de religión cristiana desde 2009. El propósito es erradicar el cristianismo en estos países. Y la cuenta sube a razón de 32 cristianos asesinados por día. Casi todos estos cristianos son de raza negra, cuya vida parece valer menos para los medios occidentales.

En Gaza, hasta antes de los hechos relatados, vivían unos 2 millones de árabes en inmuebles que se fueron amontonando. Allí y donde la única actividad económica era el comercio. No había ni hay industria, ni agricultura ni ganadería. Pero su ejército de decenas de miles de soldados era muy poderoso. ¿De qué viven y cómo pagan este ejército supercaro y su dédalo de subterráneos? De recursos que fluyen abundantes de ciertos países árabes productores de petróleo. Y de los servicios de agua y energía eléctrica provenientes de Israel, a pesar de que lo considera su enemigo. En lugar de aplicar esos recursos al desarrollo económico, prefieren utilizarlos en esa manera de existir, justificada por la idea, de imposible realización, de echar a los 8 millones de judíos del territorio de Israel.

Israel tiene ahora más 10 millones de habitantes, de los cuales unos 8 millones son judíos y unos 2 millones árabes. El ingreso per cápita de los israelíes es algo más de 54,000 dólares por año, uno de los más elevados en el mundo. Lo obtienen con su educación, su formación profesional, sus inversiones, sus inventos y descubrimientos y su trabajo y tesón. Dicho sea de paso, un 32% de los premios Nobel, un índice de la sabiduría en el mundo, han sido conferidos a judíos. Una colectividad que llega a mucho menos del 1% de la población mundial y a la cual la humanidad le debe tanto.

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Jorge Rendón Vásquez

Abogado y novelista. Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Doctor en Derecho por la Universidad de Paris I (Sorbona). Autor de diversas publicaciones sobre Derecho Laboral Doctor en Derecho por la Universidad de Paris I (Sorbona).