La festividad de las guaguas en Arequipa tiene raíces que se remontan a los antiguos carnavales de febrero. Lo que comenzó como una parodia de los nacimientos ocurridos nueve meses después de aquellas celebraciones, hoy es una costumbre que combina humor, memoria y unión familiar. En diferentes distritos, los vecinos se reúnen para preparar las tradicionales guaguas de pan, compartir en comunidad y mantener viva una práctica que ha sobrevivido al paso del tiempo.
Una tradición con origen en los carnavales de Arequipa
El historiador Arturo García explica que el bautizo de las guaguas surgió como una extensión de los antiguos carnavales arequipeños, que en el pasado se prolongaban durante varios días de música, baile y celebración. En esas fechas, la alegría y la abundancia daban paso a un ambiente festivo en el que no faltaban las historias jocosas y los excesos propios de la temporada.
Con el paso del tiempo, los vecinos comenzaron a recrear en tono de humor los “nacimientos” que coincidían nueve meses después de los carnavales. De ese modo, se instauró la costumbre de bautizar a las guaguas, una práctica que representaba una ironía sobre la paternidad desconocida y que, con los años, se transformó en una tradición familiar.
“El bautismo de la guagua nació para hacer una ironía o sátira sobre la guagua que había nacido sin saber quién era el padre o la madre. Se buscaba un sacerdote, un sacristán y se representaba todo con alegría y humor”, explicó el historiador Arturo García.
Los nombres y la herencia cultural en Arequipa
Durante los bautizos, era común que las guaguas recibieran nombres asociados a la festividad de la Candelaria, ya que los carnavales coincidían con esa época del año. Muchos niños simbolizados por las guaguas eran llamados Candelario o Candelaria, un detalle que anunciaba la conexión entre la religiosidad popular y el ingenio festivo arequipeño.
En barrios como Sachaca, esta costumbre se ha transmitido por generaciones. Las familias preparan las guaguas y el pan para el adobo, compartiendo la jornada entre bromas y música. En algunos casos, la ceremonia se realiza incluso en los cementerios durante Todos los Santos, donde las familias se reúnen para recordar a sus seres queridos en un ambiente de alegría y memoria colectiva.
“Esta tradición viene desde tiempos inmemoriales. En Sachaca se ha perdido en el tiempo, pero la familia Frisancho ha mantenido viva la costumbre al proveer las guaguas y el pan para el adobo”, relató García.
Preservar las tradiciones frente a la globalización
El historiador advierte que, pese a su valor cultural, el bautizo de las guaguas enfrenta el riesgo de desaparecer entre las nuevas generaciones. La influencia de costumbres extranjeras y la pérdida de interés en las tradiciones locales amenazan con diluir esta expresión única del patrimonio arequipeño.
Por ello, los promotores culturales proponen que esta festividad sea difundida en colegios y actividades comunitarias. De esa manera, los niños podrán conocer el sentido histórico y simbólico de una costumbre que forma parte de la identidad regional y que, más allá del humor, refuerza el vínculo entre familia, historia y cultura.
“Las generaciones de hoy ya no saben qué es un bautizo de guagua. En los colegios deberían enseñar estas tradiciones típicas de Arequipa, que hemos heredado de nuestros padres y no podemos permitir que desaparezcan”, señaló García.
El bautizo de las guaguas en Arequipa no solo es una celebración popular, sino también un símbolo de resistencia cultural frente al olvido. En cada pan con forma de niño y en cada risa compartida, se renueva el compromiso de una ciudad con su historia, su identidad y su alegría.

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