En medio de la pandemia y, en el proceso de duelo por el coronavirus, se ha sumado la partida de ilustres personajes lonccos que nos han dejado, sin poder despedirlos como se merecían.
Cuatro luces, exponentes de la cultura arequipeña, se han apagado. Y esta es una semblanza para que sus nombres continúen brillando por su obra que contribuyó de manera notable a enaltecer el nombre de Arequipa, y su asociación con el arte y la cultura.
PAMPEÑAS AREQUIPEÑAS SUENAN DESDE EL CIELO
El adiós a Víctor Dávalos. El último de los Dávalos se fue en abril. Aún la situación de la salud en Arequipa no había colapsado, pero las medidas de restricción sanitaria evitaron que a don Víctor se le rinda un homenaje póstumo como era el deseo de muchos. Hubo un pequeño recorrido por las calles donde vivió, con la participación del personal de serenazgo del distrito de Alto Selva Alegre y muy pocos familiares.
A sus 93 años, don Víctor se fue, dejando un vacío en la historia de la música arequipeña, por el lustre que este dúo le había dado por más de 50 años. Él decía que su talento “era un don de Dios”, porque la familia Dávalos ha resaltado en la música desde su padre. Sus hijas también cultivan el arte del canto y su nieto. Y es que se dice que el arequipeño nace cantando. En un concierto que se realizó en diciembre del 2008 en el Centro Cultural Peruano Norteamericano, don Víctor mencionó una frase que lo acompañó hasta el final: “Quiero seguir cantando hasta el último día que Dios me dé”…
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