Son fiestas patrias y el Perú no vive un espíritu de celebración. La presidenta Dina Boluarte ignora la situación de las víctimas de la represión a inicios de su gobierno. Heridos y deudos de los fallecidos se sienten ninguneados por el Estado. Les han dado la espalda.
Recorrimos la misma ruta donde, en tan solo un día, 18 peruanos perdieron la vida y decenas fueron alcanzados por balas de la policía: Juliaca. Las cicatrices permanecen imborrables en la memoria de un pueblo históricamente marginado.
Un año y medio después, el estruendo de las balas ha cesado, los helicópteros ya no surcan el cielo, y el aire se ha despejado del gas lacrimógeno; pero las heridas, en el cuerpo y el alma, afloran en días como este, en teoría, de fiesta.
Los familiares y heridos del trágico 9 de enero, se dirigieron nuevamente a la capital, en busca de justicia y dignidad para sus seres queridos. Un viaje largo y sacrificado en el que cifran sus esperanzas de ser oídos, aunque eso no pasa hace más de año y medio, pese a la gravedad de lo ocurrido. En una amarga ironía, aquellos que murieron no estaban participando en las protestas; simplemente se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Síguenos también en nuestras redes sociales:
Búscanos en Facebook, Twitter, Instagram y además en YouTube.