En los últimos días de noviembre de 1955, la población de Arequipa se entretenía con las celebraciones o conmemoraciones de tres acontecimientos. Los oficialistas, desde la prefectura, el concejo provincial y los cuarteles de la ciudad, se encargaban de celebrar el cumpleaños del general Odría. Como Presidente de la República, estaba próximo a terminar su mandato el año de 1956.
Los católicos, desde sus colegios, congregaciones y demás organizaciones pías, se repartían entre la conmemoración y recuerdo del primer Cardenal del Perú el arequipeño Juan Gualberto Guevara, que el año anterior falleció; y las celebraciones del onomástico del arzobispo de Arequipa Leonardo José Rodríguez Ballón, que acababa de llegar de una visita pastoral a Caylloma. Entre otros actos, consistió en una misa solemne en la Catedral con asistencia de las autoridades de la ciudad. Después presentaron su saludo al agasajado en el Salón del Trono del Palacio Arzobispal. Además, misas en los demás templos de la ciudad, comuniones, discursos y rezos especiales.
La población celebraba también que algunas líneas de góndolas rebajaron sus pasajes. Increíblemente después de un mes que los mismos autobuseros, bajo amenaza de paro, consiguieron que se les autorizase el aumento de ellos. Es que, como los pasajes en tranvía no habían subido, la mayoría prefería viajar en tranvías y a los autobuseros no les quedó otra que rebajar voluntariamente sus pasajes y exigir que suban los del tranvía. Por su lado, los jóvenes deportistas tenían una razón poderosa y particular para celebrar. El 26 de noviembre se estrenó el flamante Estadio de Umacollo, con el que podían contar para sus prácticas deportivas.
Comenzando diciembre, en Arequipa empezaban los preparativos de Navidad. Los niños y niñas se dedicaban a juntar latitas descartadas de conservas de todo tipo, que después las llenaban de tierra. Ahí sembraban granitos de trigo o granos de maíz y las regaban devotamente todos los días. Los maltoncitos, jovenzuelos entre diez y quince años de edad, se empeñaban en organizarse en pandillas de adoradores y a premunirse de instrumentos musicales que ellos mismos fabricaban: chin-chines, pitos de lata, flautines y pajarillas.
Los chin-chines los hacían utilizando las tapas corona de bebidas gasificadas a las que quitaban el corcho interior y las hacían aplastar por los tranvías sobre los rieles. Luego, con un clavo y una piedra, les abrían un hueco por el centro, por el que las ensartaban con una “tira” de alambre que enseguida entrelazaban en sus extremos hasta formar la bulliciosa sonaja que “cantaba”: chin, chin; de ahí su onomatopéyico nombre. Más bien, donde los hojalateros compraban las pajarillas, como pequeñas copas de lata con tubito y pico silbador, que al ser llenadas con agua y activadas por el soplido humano, producían dulces gorjeos parecidos a los de los pajaritos.
El mes de diciembre del ´55 empezó en Arequipa con las anunciadas renuncias de cuatro ministros. Entre ellas, la de un arequipeño que desempeñaba la cartera de Salud Pública y Asistencia Social: el médico traumatólogo Jorge de Romaña Plazolles. Además del mencionado, renunciaron David Aguilar Cornejo al ministerio de Relaciones Exteriores, Emilio Guimoye al de Hacienda y Comercio y Carlos Rodríguez Pastor al de Educación Pública. A excepción de Guimoye, los otros tres renunciaron con seis meses de anticipación para estar habilitados y poder candidatear en las elecciones de 1956. Cosa por el estilo sucedió con muchos odriístas que copaban cargos públicos y se aprestaban a postular como candidatos del Partido Restaurador, creado por Odría. También algunos personajes independientes, pero nombrados por Odría, renunciaron por la misma razón.
El caso más resaltante fue el del mariscal Eloy G. Ureta que renunció a su condición de Embajador del Perú en España y que hizo pensar a todos que postularía a la Presidencia de la República. Unos pensaban que postularía en componenda con Odría. Otros sostenían que los restauradores postularían a Julio de la Piedra. También se especulaba que Manuel Prado y su Movimiento Demócrata Pradista, de acuerdo con Odría, retirarían la pre candidatura de Prado para facilitar el triunfo del candidato restaurador. Los nuevos ministros juramentaron sus cargos el lunes 5 de diciembre: Fernando Gamio (Relaciones Exteriores), Jaime Miranda Souza (Hacienda y Comercio). Mariano Iberico Rodríguez (Educación Pública) y Alberto López Flores (Salud Pública y Asistencia Social).
Aquí, en Arequipa, se dieron dos clarinadas iniciales. El 19 de noviembre del ´55 hubo un paro relámpago de trabajadores, del que El Pueblo dijo: Paro General de los Empleados. Lo decretan para esta ciudad la FECIA y el Centro Federado de Bancarios. Las Instituciones representativas de la empleocracia de Lima y esta ciudad y el resto de todo el país en los comunicados de prensa que publicaron para que se llevara el paro general del gremio el día de mañana en señal de protesta por haber aprobado el Senado de la República el proyecto de ley que autoriza el Poder Ejecutivo a poner en vigencia el Estatuto definitivo del Seguro Social del empleado.
Comunicado de la Federación de Empleados Bancarios del Perú. Los representantes de la FEB, del FUT, de la Compañía de Trabajadores Asociados. Todas las federaciones (FECIA) acordaron adherirse al paro de protesta decretado por la FEB para el día 19. Es así como el día 19 todas las instituciones y empresas iniciaron su paro en señal de protesta. Reclamaban la vulneración de la Ley 4913 siendo así todos los empleados damnificados. (El Pueblo 18 de Noviembre de 1955).
La segunda clarinada se sintió en los primeros días de ese diciembre del 55. La dieron los vecinos de Miraflores quienes pidieron públicamente la realización de un cabildo abierto para nombrar, ellos mismos, a su alcalde y concejales (grave atrevimiento en tiempos de dictadura que los nombraba). La tranquilidad pública estaba alterada entre los miraflorinos, pues además de oponerse a Odría, como la gran mayoría en Arequipa, el crecimiento incesante de la Urbanización Popular de Mariano Melgar les planteó la posibilidad de que esta urbanización se independice del distrito y formase un nuevo distrito. A lo que se agregó que los cobradores del impuesto predial que sufrió un alza considerable, empezaron su labor por las calles miraflorinas de: Avenida Goyeneche, Manuel Muñoz Nájar, Sepúlveda, Tacna, Moquegua, Mariscal Castilla; y los propietarios de predios allí ubicados se negaron a pagar por los desmesurados aumentos.
Faltando una semana para la Navidad, la preocupación de los adultos y sus fatigas era el armado del nacimiento casero que todos los hogares hacían. Y, en muchos de ellos, con características monumentales. En estos casos, se procedía a desocupar una habitación de la casa lo suficientemente amplia y cercana a la puert’icalle. En ella se procedía a armar una especie de proscenio con la utilización de mesas, tableros, sillares, estantes, cajas de madera y cuanto sea útil para obtener superficies a distintos niveles y de sólida estabilidad.
Después, con el grueso papel de las bolsas se azúcar coloreado con ocres terrosos y dándoles formas abultadas y arrugadas, cubrían el improvisado proscenio. Hasta que tome la apariencia de un inmenso conjunto rocoso o un tropel de cerros y lomadas. Igualmente, con papel crepé de color azul. O con el papel de las bolsas de azúcar pintadas de un color azulacho, tachonados con estrellas hechas de platina, se cubrían las paredes que coronaban el conjunto rocoso y que pasaban a ser el cielo. Si esos eran los preparativos de los adultos, la preocupación de los niños era el elegir qué regalo le pedirían al Niño Manuelito. Muy especialmente, el escribirle, en forma legible y en los mejores términos y promesas de portarse bien, la Carta con su petitorio.
Juan Guillermo Carpio Muñoz
Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre
Tomo IX. Págs. 62 – 64.
El Búho, síguenos también en nuestras redes sociales:
Búscanos en Facebook, Twitter, Instagram y además en YouTube. Únete también a nuestro canal informativo de WhatsApp haciendo clic AQUÍ.