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“El carnaval es un espacio festivo, pero también es un espacio para una respuesta política a lo que ocurre”

Especialistas afirman que la fiesta es una antigua tradición peruana, si bien adaptada de la herencia europea, completamente transformada a la usanza local. Y sirve para expresar el sentir de una comunidad.

El carnaval es una fiesta que ha sido adoptada y adaptada a cada comunidad urbana o rural en la que se festeja.

El carnaval es una fiesta popular de alegría, disfraces y música, que se celebra todos los años, 40 días antes de la Pascua cristiana, en diferentes países del mundo. No se sabe exactamente cuando surgió esta festividad, pero su origen se relaciona con las fiestas paganas de los romanos y los griegos.

En el Perú, se conoce que la festividad llegó por influencia de la colonización española pero, con el paso de los años, los pobladores de cada zona fueron proyectando sus propias costumbres, y ahora son una mezcla de tradiciones europeas como peruanas.

Los carnavales de los últimos años en el Perú se han desarrollado en medio de una crisis política, y ese descontento por los políticos y autoridades se ha incluido y refleja en muchas de las manifestaciones de los carnavales, a nivel nacional.   

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La Red de Medios Regionales del Perú conversó con Walter Rodríguez Vásquez, doctor en Antropología y Eland Vera Vera, periodista y miembro del Instituto de Estudios de las Culturas Andinas – Perú (IDECA Perú) para conocer más sobre esta festividad y la implicancia de la política en la actualidad.

Hay una permanente recreación de la tradición que se conecta con valores modernos

El periodista y analista Eland Vera, miembro del Instituto de Estudios de las Culturas Andinas – Perú (IDECA Perú), dijo que en general las fiestas populares, las fiestas patronales y, dentro de estas los carnavales, son un componente principal de la vida cultural, política y hasta de la vida espiritual de las personas.

“El carácter festivo del poblador andino tiene una fuerte conexión con su mundo interno, a nivel personal y también de manera colectiva, como grupo humano, como comunidad”.

Eland Vera Vera, periodista y miembro del Instituto de Estudios de las Culturas Andinas – Perú (IDECA Perú)

Explicó que, en el caso de las fiestas patronales, estas tienen un fuerte acento de participación de la población, en una suerte de manifestación que cubre varias dimensiones. Algunos dicen que es una catarsis colectiva, pero también, una reproducción de mitos, de rituales que se pierden en el pasado milenario de nuestro país.

En ese sentido, dijo que lo festivo tiene un elemento fuerte que se va recreando permanentemente en la tradición. «Y lo interesante es de que no solamente es la gente adulta, de la tercera edad, como se podría pensar, sino también, los jóvenes los que participan activamente de las fiestas patronales».

Lo festivo en el ande es una forma de trasladarse a un espacio simbólico de resistencia cultural

Eland Vera refirió que como en el caso de la fiesta de la Candelaria o de los carnavales en particular se suele pensar que ha habido algunas distorsiones o modificaciones. Pero esto es parte de la dinámica cultural. Finalmente, la cultura la hacen las personas, los colectivos, los grupos humanos y esta permanente recreación de la tradición se conecta también con algunos tipos de valores modernos que están presentes en las festividades. Ahora lógicamente, a veces se utiliza políticamente.

Refirió que en la última festividad de la Virgen de la Candelaria han estado presentes esas manifestaciones políticas. No solo por la presencia de los políticos de alcance nacional como Alfonso López Chao y Martín Vizcarra. En el caso de Johnny Lescano, que siempre ha sido danzante. Sino también porque participaron líderes, dirigentes o caudillos, que pretenden ‘ganarse alguito’.

«Esto trae un poco la idea de la utopía andina de Alberto Flores Galindo. Lo festivo en el ande es una forma de reproducir y de trasladarse a un espacio simbólico imaginario de resistencia cultural, de utopía, de manifestaciones simbólicas, míticas. Entonces para el ojo occidental, urbano, el ojo limeño, a veces eso no se entiende muy bien. O sea que lo festivo está enraizado en el espíritu colectivo de la población», dijo.

Eland Vera Vera, periodista y miembro del Instituto de Estudios de las Culturas Andinas – Perú (IDECA Perú)

Añade que, tanto en carnavales, como en la fiesta de la Candelaria, se da este aspecto de resistencia, de cuestionamiento, de mofa o burla. Esto siempre ha estado presente y está muy relacionado con los acontecimientos. La población, en la recreación de la parte cultural, también expresa ironía, se burla, se mofa contra el poder y en el origen mismo de las danzas altiplánicas está presente este cuestionamiento, de respuesta al poder.

El carnaval tiene esa posibilidad del rompimiento de reglas de comportamiento que no se puede controlar

El doctor en Antropología, Walter Rodríguez Vásquez, refirió que el carnaval es una denominación que viene de Europa, pero que en la región de Puno, el término cambia. En el ámbito aimara es Anata y en el ámbito quechua es Pucllay. Es una fiesta realmente de alegría, pero en ambos contextos, el carnaval que viene de fuera se adapta y se adopta en dos formas de expresión.

La primera expresión es variada y celebrada en los campos de cultivo, en los campos de crianza. En reciprocidad con la madre tierra, con la Pachamama, con la producción agraria, con sus rituales del proceso productivo vital. También con sus danzas y música de fertilidad en cada comunidad productora de vida.

La segunda expresión es que este carnaval occidental se ha trasplantado al hábitat urbano también, pero con otra lógica de alegría. «Esa lógica urbana tiene también ese desborde, esa crisis. Tiene digamos esa posibilidad del desorden, inclusive del rompimiento de reglas de comportamiento que no se puede controlar».

El carnaval es así, es caos también porque nos viene de Roma y queda en el subconsciente, en las manifestaciones, las saturnales, las dionisiacas, que se realizan con un tremendo desborde de toda naturaleza.

Walter Rodríguez Vásquez, doctor en Antropología

Entonces el carnaval se ha trasplantado en muchos contextos más que todo urbanos. E incluso ha cambiado su visión como con el carnaval cajamarquino al que se le ha dado un gran toque turístico. «Entonces el carnaval pasa por una fase más de valor económico, que de alegría», añadió.

Hay diferencia entre el carnaval urbano y el rural

En Puno, el carnaval rural, es un rito de compartir, de reciprocidad. Las poblaciones se organizan para ir a lanzar y ofrecer a la madre tierra la reciprocidad, el agradecimiento. Esto es, con la visita a las chacras de carnaval y también con los ritos de fertilidad para el ganado, porque Puno es una región agraria.

Walter Rodríguez dijo que si en el carnaval urbano hay excesos, no son tampoco para alarmarse. Aunque los jóvenes complican a las personas que a veces no quieren jugar, que transitan circunstancialmente esos días. Especialmente por el Jirón Lima, el Parque Pino y la Plaza de Armas, que son los centros de concentración poblacional.

Sugirió que podría quizás perfilarse que, a través de los medios de comunicación, se haga anticipadamente una difusión para moderar los comportamientos familiares en estas épocas.

La otra faceta del carnaval urbano, en la ciudad, son las danzas y la música predilecta que es de La Pandilla Puneña donde no se encuentra desorden. No vamos a encontrar caos. Ahí hay reciprocidad y el compartir colectivo de la organización institucional. Es el viernes de carnaval y el domingo de tentación. Entonces son dos fases totalmente distintas del carnaval rural y el carnaval urbano.

Walter Rodríguez Vásquez, doctor en Antropología

Finalmente comentó que en Puno, en Juliaca, nuevamente han retomado el juego con las ‘matachola’, que era una media femenina de nylon que se llenaba de harina o de yeso y con eso se golpeaba a quienes jugaban los carnavales. Y también se utilizaban los frutos de las papas, de los papales que les llaman en el altiplano, los pepinos, unos frutos verdes con los que se jugaba y golpeaba. Así como ahora hay los sprays y las espumas para divertirse.

«Por cierto, que había algunos lesionados, pero ese es el comportamiento del carnaval», recordó. Son conductas y comportamientos transitorios en esta época de carnaval, como lo es en la festividad de la Candelaria. Esto no se ve solamente en los carnavales, pero distinguiéndose siempre lo popular urbano y lo ritual festivo de la zona rural. Esos comportamientos no solo se ven en el Perú, sino en varios países del mundo».

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