Todo es posible esperar de los precandidatos de la ultraderecha neofascista local. Entre las múltiples posibilidades que pueden hacer no se puede descartar que armen atentados armados contra su propia «vida». O intentos de ataques.
Eso ha ocurrido – por mencionar dos casos – con Donald Trump y Jair Bolsonaro, eximios representantes de la ultraderecha neofascista gringa y brasileña. Los atentados contra ellos, eso sí, tuvieron gran verosimilitud: las balas les llegaron o rozaron, pero no los mataron.
Esos atentados tuvieron un rasgo común: sucedieron en la parte culminante de la campaña electoral. ¿Cuál fue el objetivo de esos atentados que no fueron letales? Ganar votos o ganar las elecciones. La imagen de víctimas de atentados armados producen esas ganancias.
En estos lares, en el marco del crecimiento exponencial de la violencia criminal, no se podía descartar que ocurriera. Y así fue: el viernes 10 de octubre ocurrió. ¿Contra quién? Nada más y nada menos que contra el candidato de la ultraderecha neofascista y criminal local: Porky, el mismo del tren chatarra y de la caótica vía expresa sur.
Según los medios abiertos, y de la municipalidad de Lima, informan que en Villa María del Triunfo, cuando Porky realizaba una actividad, tuvo el intento de atentado de un sujeto armado. El aludido sujeto fue reducido por agentes de seguridad. No por la policía. Hay que remarcarlo: solo fue un intento.
Lo que llama la atención de este conato de atentado es que ocurra pocas horas después del mismo día que Dina Boluarte fue vacada por el pleno del Congreso, precisamente por iniciativa de la bancada de Renovación Popular, digitada por Porky. Al parecer, Porky quiere tener la iniciativa respecto al fujimorismo.
No se puede, pues, descartar que ese conato de atentado sea parte de una estrategia electoral para ganar votos vendiendo la imagen de víctima de un ataque contra su vida. Del porkysmo se puede esperar todo para remontar el fracaso del tren chatarra.
Pero hay hechos que le restan credibilidad a tan voceado atentado contra Porky. Hechos que levantan legítimas sospechas y cuestionan la versión de la municipalidad de Lima. Y, de taquito, abonan lo antes aludido. Esos hechos provienen de él mismo.
Son dos hechos concretos. El primero fue el mencionado precandidato presidencial quien, en 2021, pidió «muerte al comunismo, muerte a… Castillo». Ese es, sin duda, no solo un mensaje de odio, sino que incentivaba a atacar de muerte al expresidente Pedro Castillo.
Y, el segundo, ocurrió hace poco tiempo. «¿A Gorriti? Por favor, hay que cargárselo de una vez al caballero», dijo Porky ante varias personas. Según el Ministerio Público, esa expresión es una instigación al homicidio.
Hay otros hechos más que Porky ha instigado al asesinato o a resolver a balazos algunas problemáticas (v.g. contra los mineros ilegales) Así, un instigador al homicidio casi sistemático y cuya bancada ha aprobado leyes a favor del crimen organizado no es creíble que un sujeto cualquiera pretenda atentar contra su vida.

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