Aun en las imaginaciones apocalípticas, no imaginamos una ciudad así. Este domingo, de inmovilización total, así lució nuestra Arequipa, Patrimonio Cultural de la Humanidad. La serena belleza de estas calles, normalmente atiborradas de gente indiferente a su carácter singular y valioso, hoy refleja cierta melancolía. Tal vez nunca serán las mismas, porque otra gente, con otros sueños, con otros pensamientos, habitará en ellas.
Que esa gente y que la ciudad sea mejor de lo que hemos sido hasta ahora, parecen reclamar.
FOTOS: Erick Rodríguez
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