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David Stubbs nos cuenta cómo nació el futuro del rock

«El libro incluye declaraciones de artistas posteriores fuertemente influenciados por el Krautrock: Spacemen 3, Stereolab, My Bloody Valentine, Sonic Youth, Portishead, Talk Talk… Todos ellos sin ninguna pretensión de repetir el estereotipo de “rockstars”».

Por Manuel Rosas Quispe | 31 julio, 2024
David Stubbs

“Future Days: El Krautrock y la construcción de la Alemania moderna” de David Stubbs fue publicado originalmente en 2014 y los muchachos de Caja Negra lanzaron su edición en castellano (traducción de Tadeo Lima) al año siguiente, 2015.

David Stubbs es un legendario periodista musical británico, colega de Simon Reynolds en Melody Maker. Como buen escritor británico, hace gala de un humor corrosivo y apunta con el dedo al continente que se levanta más allá de la dulce Albión. Pero cuando habla de Alemania, el corazón le late con fuerza y afloran a su pluma adjetivos sinceros y elogiosos. Para David Stubbs (y el libro te convence de que no hay nada más cierto), la derrota de Alemania tras la Segunda Guerra, el infame proceso de “desnazificación” tutelado por la administración Truman y la crisis subsiguiente de la identidad alemana hicieron que la cultura en este país tuviera que reinventarse desde cero. En el ámbito musical, eso significó que la generación de postguerra tuviera que deshacerse de los manidos sonidos del Schlager (peligrosamente nacionalistas) y deshacerse también de la machacona influencia del pop bubblegum norteamericano.

El libro empieza por mostrarnos el camino emprendido por Amon Düül II que, aunque no son del todo innovadores, sí que supieron marcar la diferencia y alejarse de los conservadores y repetitivos sonidos del hard rock y del heavy prog, sobre todo con esa obra subyugantemente oscura que es su álbum debut, “Phallus Dei”, de 1969. La siguiente banda analizada por Stubbs es Can, la mítica agrupación de Colonia cuyo baterista, Jaki Liebezeit, deconstruyó el rock con esos hipnóticos y espaciados beats que rompen con la vieja formalidad blusera del 4/4 y nos lanza hacia posibilidades infinitas, una de esas posibilidades es el sonido “motorik”, con sus 16 golpes fluidos, popularizado por Kraftwerk y Neu!

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El libro no es un repaso enciclopédico por esas bandas, sino un análisis profundo de las mismas. Un análisis que echa mano de diversas disciplinas como la Historia, la Sociología, la Literatura o la Semiótica. Resulta perturbador, pero también esclarecedor, pensar en los integrantes de estas bandas siendo niños en la década de los 50’ y siendo testigos de un incómodo silencio cada vez que se mencionan los hechos de una década pasada. ¿Qué pensar cuando tus padres no responden las preguntas que haces y los ves tristes y meditabundos cada vez que se mira el pasado? ¿Qué hacer cuando vas creciendo y comprendes que ellos no son culpables, sino muchas veces incluso víctimas de una locura arrasadora que nadie pudo contener en su momento? ¿Contra qué te rebelas entonces? Y si, además, ves la derrota inscrita en la mirada de tus amigos y familiares y comprendes que de ese grandioso pasado de Alemania del que te hablan en la escuela, sólo quedan cascotes, agujeros de balas en las paredes y publicidad de coca cola a toda marcha… Pues entonces sólo te queda reinventarte. Stubbs insiste en hablar de la salud emocional de Alemania, que asume su pasado, reflexiona sobre el holocausto y no lo olvida; a diferencia de la sociedad inglesa, que prefiere olvidar los crímenes cometidos contra sus colonias (qué diremos nosotros, los peruanos, sobre esa insistencia de algunos en denostar el LUM y querer reescribir nuestra historia reciente tergiversándola).

En ese sentido, el de la reinvención (la construcción de la Alemania moderna, como reza el subtítulo), cuánto bien le ha hecho a la música el que bandas como Faust, Can o Neu! se atrevan a explorar no sólo estructuras novedosas, sino instrumentos y sonidos inéditos. La música electrónica (que tuvo su primer impulso con Stockhausen, a pesar de lo que diga Klaus Dinger) no fue ajena a la vocación de esta nueva generación y lo que consiguieron hacer Neu! o Kraftwerk con los sintetizadores o con la tecnología disponible marcó el derrotero de la música para siempre.

El libro incluye declaraciones de artistas posteriores fuertemente influenciados por el Krautrock: Spacemen 3, Stereolab, My Bloody Valentine, Sonic Youth, Portishead, Talk Talk… Todos ellos sin ninguna pretensión de repetir el estereotipo de “rockstars” que llenan estadios y que tarde o temprano terminan claudicando de sus ideales en favor de la megacompañía que los promociona. Es decir, la llamada música kraut no sólo influenció en la música en sí, sino en una forma de encarar la vida y de llevar a cabo los proyectos de un artista. Por eso, vale la pena conocer esta corriente, explorarla y reflexionar en torno a su legado y su vigencia. El libro de David Stubbs ofrece una excelente oportunidad para hacerlo

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