Baltic Fleet es el proyecto personal de Paul Fleming, extecladista de gira de Echo & The Bunnymen. Paul acompañó a los Echo desde 2003 hasta 2009, aproximadamente. Antes de brillar bajo esos reflectores, él era un músico de la humilde localidad de Widnes, en Cheshire, una ciudad industrial de apagada vida cultural, cuya languidez obligó a Paul a refugiarse en viejos clásicos que escuchó desde temprana edad: Kraftwerk, Neu!, Joy Division, Brian Eno… Clásicos que, de una u otra manera, retornarán a las composiciones de Paul, desde el álbum homónimo que publicó en 2008, hasta su último sencillo, “Rolling In Oceans Tide”, lanzado en 2019.
La razón por la que Fleming abandona Echo fue por el cansancio que le producían las giras y el poco tiempo que le quedaba para dedicarse a su propia música. Aunque todavía hasta el día de hoy sigue haciendo algunos trabajos con Ian McCulloch, desde el 2010 está abocado a sus propias composiciones que realiza a solas, en casa, equipado con su guitarra, su piano y sus sintetizadores analógicos.
Su segundo álbum, “Towers” (Blow Up Records, 2012), rezuma el sonido motorik y kosmische por todos sus poros. Pero además hay una apuesta por una sensación cinematográfica, como si Fleming hubiese intentado plasmar sus ideas mediante una banda sonora que no excluye, ciertamente, la idea de un viaje por una desolada autopista. En una entrevista posterior, el músico aclara que las torres que vemos en la portada del álbum son parte de la central hidroeléctrica de Fiddlers Ferry. De niño, cuando regresaba de las vacaciones de verano en Gales, la tristeza lo embargaba cuando ya cerca de su casa, el auto pasaba cerca de esa gigantesca construcción. Siempre asoció la tristeza y el vacío de Widnes con esas torres sombrías y amenazantes que anunciaban el fin de las vacaciones y la vuelta a una rutina monótona y gris. Mientras componía el álbum tenía esas torres ante su vista y ese recuerdo grabado a fuego en su memoria.
En ese sentido, lo que Fleming nos relata es ese viaje de regreso a casa, un domingo por la tarde, con la perspectiva de un lunes de plomo y el recuerdo de los deliciosos días pasados. Por supuesto, el sonido motorik es ideal para plasmar esas ideas porque la carretera que nos tiende Fleming no sólo es de vuelta, también es de ida. Para él, grabar “Towers” fue también alejarse definitivamente de lo que venía haciendo con Echo y alejarse también de su entorno más cercano en Widnes para encontrarse con su infancia, con aquellos sonidos provenientes del kraut y del dream pop que lo habían embelesado antaño.
“Towers” es un disco que, de quo est, ha de arrancarte de tu cotidianeidad y sumergirte en ensoñaciones fascinantes. Tiene guitarras nostálgicas, sintetizadores suavemente modulados y la caja de ritmos que propone el viaje, el movimiento perpetuo. Fleming tiene una sensibilidad muy especial para ritmos pop. “Towers” está repleto de melodías pegadizas y contagiantes. El último track del álbum, “Reno”, es una pieza para piano muy emotiva e íntima, cierra las evocaciones de Fleming con un aire de misterio y de nostalgia al mismo tiempo. Algo que resulta atractivo es la capacidad que tiene el músico para captar el lenguaje de su entorno y plasmarlo en melodías. Él vive ahora en Lancashire y no sabemos nada de su trabajo desde hace tres años, quién sabe, a lo mejor pronto nos sorprende con algún disco de Northern Soul o algo así. Como fuere, bienvenido sea un nuevo disco de Baltic Fleet, si, como “Towers”, nos brinda la dicha de una escucha inmersiva.
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