El regreso

Anécdotas de Arequipa: la bubónica de 1905 y de cómo el buen retiro se convirtió en un mal retiro

Recuento de la epidemia que asoló Mollendo y se extendió hasta Arequipa generando pánico y muerte

Por Juan Guillermo Carpio | 16 febrero, 2025

La peste de 1903 fue benigna para Arequipa, en comparación a la que aconteció en 1905. Apareció en Mollendo el 2 de marzo y con 8 casos. Dos días después, la Alcaldía cablegrafiaba al Presidente de la República pidiendo el envío de suero antipestoso y 2,000 libras (de dinero se entiende) para destinarlas al saneamiento de la ciudad.

Se practicaron visitas domiciliarias para controlar el estado de higiene doméstico. Se cortó el servicio de trenes de Mollendo. El 11 de marzo, un individuo sospechoso de tener bubónica, fue llevado al Hospital San Juan de Dios, lo aislaron y le suministraron altas dosis de suero antipestoso, pero falleció 3 días después. La noticia de este caso fatal en Arequipa, conmocionó a los mistianos que sentían extinguirse ante el flagelo.

Como un acto humanitario, pero previo el examen médico correspondiente, se permitió el ingreso de un tren de Mejía, repleto de gentes que de aquella localidad venían a Arequipa en búsqueda de protección. Día a día crecía la peste en Mollendo. El 27 de marzo se habían detectado 38 pestosos en el puerto, entre los que se contaba al propietario del hotel 4 de julio: Adolfo Martineti y a la nieta del Alcalde mollendino: una niñita Martínez.

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Como la ciudad de Arequipa no tenía lazareto, un grupo de vecinos pidió al Supremo Gobierno que se destine para el efecto la propiedad que el obispado tenía en el Buen Retiro. El Gobierno dictó la resolución que destinaba el Buen Retiro para lazareto. El obispo Manuel Segundo Ballón se negó a entregar el Buen Retiro, aduciendo que “él sólo era administrador de ese fundo. Y que para entregarlo, necesitaba licencia pontificia” (Anales. Pág. 351).

Mostajo, entregado ya a su tarea de “propaganda social”, junto con otros liberales y teniendo como vocero El Ariete, armó todo un escándalo ante la torpe negativa del obispado y terminó convocando a un “Mitin Anticlerical” que se realizó el domingo 9 de abril en la Plaza de Armas y donde Mostajo, en violento discurso anti- católico pidió: La derogatoria del artículo cuarto de la Constitución vigente (protección del Estado a la Región Católica), la suspensión de las temporalidades, la libertad de cultos, la laicalización de la enseñanza pública y hasta el rechazo “a los tonsurados expulsados de otras naciones”.

Después del mitin, la multitud liberal convocada paseó en manifestaciones por las principales calles dando mueras al obispo y a los frailes, condenando la insensibilidad de la iglesia y exigiendo al gobierno de la República se hiciese respetar con los frailes. En el interín de la negativa eclesiástica, la Junta de Sanidad improvisó un lazareto en la “capilla del Señor San José de la Pampilla” con la consiguiente protesta del vecindario. El 14 de abril, por una orden emanada de Lima, un piquete prefectural, utilizando la fuerza, tomó el fundo del Buen Retiro. Hizo un inventario y lo destinó a lazareto.

A la noticia de los muertos en Mollendo, se vino a agregar la de los muertos en Arequipa. El caso más dramático lo protagonizó un “muchacho” llamado Aniceto Salinas, quien atacado de la bubónica vino de Mollendo. Al no encontrar quien lo aloje, deambuló por las calles de la ciudad toda una noche preso del mal que le minaba la existencia. Cuando amaneció el 1º de abril se presentó al Hospital de San Juan de Dios, donde un médico verificó que estaba atacado por la bubónica. Lo condujeron al lazareto de la Pampilla, donde dos días después falleció. También murió la señora Josefa Obando y una media docena más de personas. En Mollendo se presentaron más de cien casos, de los que aproximadamente 40 fueron fatales.

Con ocasión de esta terrible peste, la Filarmónica dio un concierto a beneficio de la construcción del lazareto, también hubo colectas públicas. En Mollendo, para evitar la propagación del mal, se quemó el edificio de la Capitanía del Puerto. Igualmente, se incineraron muchas casas de los apestados en Mollendo, Mejía y la Ensenada. Se quemarían tantas en Mollendo, que los que perdían sus propiedades –sin creer en las promesas gubernamentales de indemnización- armaron un motín el 27 de abril. “Grupos subversivos de gente del pueblo” quisieron linchar a los incineradores. El mes de agosto –vencida ya la peste bubónica- renunció el obispo Ballón. La Santa Sede aceptó la renuncia y nombró en su remplazo a Fr. Mariano Holguín. Es posible que el cambio de obispo se debiera al caso del Buen Retiro que, como se ve, resultó un mal retiro para el titular del Obispado Arequipeño.

(En las citas textuales de esta obra se respeta la ortografía de los originales)

Juan Guillermo Carpio Muñoz

Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre

Tomo IV. Págs. 143 – 144

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