#Hace20AƱos Los bancos no perdonan: El drama de los deudores

La ediciĆ³n NĀ° 24 del semanario El BĆŗho se publicĆ³ un 20 de octubre del 2000, donde se profundizĆ³ sobre la crisis de deudores de entidades bancarias en la dĆ©cada del 90, que terminaron perdiendo sus casas por embargos

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La ediciĆ³n NĀ° 24 del semanario El BĆŗho se publicĆ³ un 20 de octubre del 2000. Entonces se profundizĆ³ sobre la crisis que vivĆ­an las personas que habĆ­an solicitado un prĆ©stamo de bancos y financieras en la dĆ©cada del 90. Deudas que terminaron con el embargo de sus viviendas, por montos que no representaban ni la mitad del costo del inmueble.

Bancos

NOTA ORIGINAL

Los crĆ©ditos que tan amablemente ofrecĆ­a la banca de consumo se han convertido en pesadilla para miles de prestatarios; quienes al no poder pagar las deudas lo han perdido todo o estĆ”n a punto de hacerlo. AdemĆ”s de los problemas econĆ³micos, los deudores enfrentan verdaderas crisis familiares. Las recriminaciones y acusaciones son una constante, y es que al haber puesto de garantĆ­a sus viviendas, familias enteras han quedado en la calle. En medio de la discusiĆ³n legal, ha surgido una verdadera lucha entre las entidades financieras y los deudores que demandan al Poder Judicial y la FiscalĆ­a una actitud mĆ”s consecuente con sus obligaciones; pues en su opiniĆ³n hasta hoy han actuado con abierto favoritismo al sistema financiero.

Escribe: Yeny Palacios Salas

Miles maldicen la hora en que solicitaron crĆ©ditos en el sistema financiero. Lo que parece ser una excelente oportunidad para solucionar un problema o levantar el negocio, se ha convertido en el mayor de sus errores; equĆ­voco que los ha llevado a enfrentar algunos juicios con pocas probabilidades de hallar una soluciĆ³n satisfactoria. Cada caso parece ser peor que otro y ante la imposibilidad de defenderse individualmente, los deudores se han reunido para enfrentarse a lo que parece ser un omnipotente monstruo.

Laura Luna de Macedo, presidenta de la AsociaciĆ³n de Mujeres Empresarias del Sur, es la promotora de acciones que buscan llamar la atenciĆ³n de las autoridades. MĆ”s especĆ­ficamente del Poder Judicial y la FiscalĆ­a, pues ha encontrado irregularidades que en opiniĆ³n de sus abogados, merecen la intervenciĆ³n de la FiscalĆ­a. Los deudores acusan a los bancos, en este caso el banco Santander Central Hispano y la Caja Municipal; de falsificar firmas y llenar dolosamente los pagarĆ©s que al inicio del proceso crediticio el cliente firmĆ³ en blanco.

No tienen forma de probarlo, pero dicen conocer de buena fuente que antes de la fusiĆ³n con el banco Santander Central Hispano, el Banco Sur presentaba considerables forados. Para cubrirlos, se utilizaba el dinero de los clientes.

El drama de los prestatarios empieza cuando, por diferentes razones, dejan de pagar. En los casos denunciados por la seƱora Laura Luna, la constante son problemas econĆ³micos; la crisis golpeĆ³ sus empresas y no pudieron continuar con los pagos.

Atemorizados ante la posibilidad de perder las propiedades otorgadas en garantƭa, los prestatarios hacen innumerables esfuerzos para refinanciar las deudas; pero el dinero que ingresa, denuncian, no va al capital sino a cubrir los gastos de cobranza y trƔmites judiciales; de manera que la deuda crece, imparable.

“ĀæPor quĆ© a pesar de los pagos que hice mi deuda siguiĆ³ creciendo, por quĆ©?“, se pregunta Toribia Cruz, humilde mujer que tiene la virtud de haber aprendido el difĆ­cil oficio de la mecĆ”nica. Cuenta que es capaz de armar y desarmar motores de camiones, pero esas habilidades de poco le han de servir ahora que el Banco Sur se ha adjudicado su vivienda – taller ubicado en el malecĆ³n Progresista en Paucarpata.

La seƱora Cruz se prestĆ³ 7 000 dĆ³lares para comprar una unidad de transporte. Se comprometiĆ³ a pagar 500 dĆ³lares mensuales y asĆ­ lo hizo hasta que el vehĆ­culo se volcĆ³ y no pudo ser reparado. Le llegĆ³ entonces una carta notarial conminĆ”ndola a cumplir con sus obligaciones. Ante tales circunstancias, pide refinanciar la deuda y logra pagar $/ 2800 como primera cuota de ese refinanciamiento, se compromete a pagar $/ 300 mensuales; pero surgiĆ³ nuevamente las dificultades y el banco presenta demanda por ejecuciĆ³n de garantĆ­as. La deuda de $/ 7 000 se convierte en $/ 17 690 primero, y en $/ 21 560 al 23 de junio del aƱo pasado.

El caso se lleva al Poder Judicial y se procede a rematar la casa. Al no haber postores el banco, segĆŗn la seƱora Cruz, se ha adjudicado su casa valorizada en mĆ”s de $/ 30 000. “No entiendo cĆ³mo pudo pasar esto, yo paguĆ© alrededor de 20 cuotas en las refinanciaciones les entreguĆ© hasta $3750. Se ha quedado con esos pagos y encima mi casa, ĀædĆ³nde vamos a trabajar ahora?, se pregunta totalmente abatida.

El problema, segĆŗn Manuel AcuƱa, abogado de la AsociaciĆ³n de la Mujeres Empresarias, es que los bancos y entidades como la Caja Municipal abusan del ArtĆ­culo 9 de la ley General del Sistema Financiero; el mismo que otorga libertad para fijar los intereses, comisiones y tarifas. AmparĆ”ndose en este artĆ­culo, las entidades financieras establecen montos arbitrios para los intereses compensatorios o moratorios. Es por estos conceptos que las deudas crecen a conveniencia de las entidades prestadoras.

En el caso de Laura Luna, el interƩs compensatorio y moratorio impuestos por la Caja Municipal a la deuda de su esposo, asciende al 140% y 120% respectivamente.

“Por 900 soles, Caja Municipal se adjudicĆ³ mi casa valorizada en $/ 15 000”

La desesperaciĆ³n ha llevado a deudores a idear fĆ³rmulas de protesta ante la arbitrariedad de los bancos y lo que consideran complicidad del Poder Judicial y Ministerio PĆŗblico. Se declararon en huelga de hambre y a nadie pareciĆ³ importarles, se encadenaron en el Palacio de Justicia y llamaron la atenciĆ³n del doctor Berly Cano, el presidente de la Corte Superior de Arequipa.

Le expusieron sus problemas y ante los indicios de dolo y abuso de parte de las entidades financieras tratĆ³, segĆŗn relatan los denunciantes, de interceder por ellos ante la FiscalĆ­a. Durante breve conversaciĆ³n telefĆ³nica con el doctor JesĆŗs HernĆ”ndez, fiscal decano, le habĆ­a pedido que los fiscales investigan las denuncias por presunta falsificaciĆ³n de firmas y cobros indebidos. La respuesta del fiscal decano fue que respetaba la libertad de criterio de los fiscales, quien en opiniĆ³n del abogado Manuel AcuƱa estĆ”n cometiendo una gran injusticia al no aceptar este tipo de denuncias.

“Se amparan en el ArtĆ­culo 79 del CĆ³digo Penal que a la letra dice: “se extingue la acciĆ³n penal sĆ­ de la sentencia ejecutoriada dictada en la jurisdicciĆ³n civil resulta que el hecho imputado como delito es lĆ­cito, pero sucede que Ć©l auto dictado por el juez en el fuero civil no es una sentencia ejecutoriada”

Mientras el tiempo avanza, cada vez hay mĆ”s deudores en problemas, el riesgo es siempre el mismo, perder sus viviendas, las entidades financieras parecen tener obsesiĆ³n por ellas. “Por 900 soles, Caja Municipal se adjudicĆ³ mi casa valorizada en $/ 15 000”. La frase sobresalĆ­a entre los cartelones que el martes Ćŗltimo lucĆ­an dentro y fuera del local de la Caja Municipal en la calle Mercaderes, eso pareciĆ³ escandaloso y no faltĆ³ quien se detuviera a interrogar si esto era realmente cierto, la respuesta fue un contundente si.

La presidente de la AsociaciĆ³n de Mujeres Empresarias relata que la seƱora Juana Laura Quispe se presta 2000 soles de una Caja Municipal, pagĆ³ 100 soles quedando una deuda de 900 soles. La casa de su madre, quien actuĆ³ como aval, no fue puesta en garantĆ­a, sin embargo mediante medida cautelar la casa fue puesta en remate y finalmente fue adjudicada a la Caja Municipal por 9000 soles. El valor real de la vivienda no es menor de $/ 15000.

Lo clamorosamente injusto, en opiniĆ³n de la seƱora Laura Luna, es que ademĆ”s de los abusos cometidos al amparo de la ley, el autor no puede recuperar la diferencia. En este caso la deuda ascendĆ­a a 900 soles, pero la Caja Municipal se quedĆ³ con una casa “supuestamente” valorizada en 9 000 soles. “En el peor de los casos, el mal estĆ” hecho, ahora por quĆ© no le devuelven los 8 100 soles restantes?, Si eso no es abuso y delito, por favor dĆ­game ĀæquĆ© es? Por quĆ© no interviene la FiscalĆ­a, acaso no son ellos quienes deben protegernos?,” afirma la representante de la deudora, quien muy temprano abandona su casa cargada de incontables expedientes.

Se ha propuesto defenderse y defender a sus asociadas a como dĆ© lugar. Ha transcurrido a la representaciĆ³n de la DefensorĆ­a del Pueblo, a congresistas, a la alcaldĆ­a de Arequipa, dado que la Caja Municipal depende del Consejo Provincial, pero hasta hoy las gestiones no han dado resultado; sin embargo esto no la desanime y piensan radicalizar sus medidas de protesta.

“QuĆ© poco valen los oficios del alcalde”, en deudas a bancos

El martes pasado sorprendieron a la guardia particular y sin que nadie lo notara, ingresaron al local de la Caja Municipal ubicada en la calle Mercaderes. De una bolsa sacaron una cadena y se rodearon con ella, sacaron entonces sus cartelones y a gritos aconsejaban que se fijarĆ”n en lo que firmaban, sobresalĆ­a la voz de una anciana que gritaba “toda mi vida trabajĆ© para comprar mi casa y ahora ustedes se la quedan”. Los clientes de la caja que en ese momento hacĆ­an cola para pagar sus cuotas, o hacĆ­an trĆ”mites para un prĆ©stamo, y los observaban entre intrigados y preocupados.

Ante la imposibilidad de retirarlas, efectivos policiales reportaron el hecho, se presentĆ³ un oficial mientras que los guardias particulares procedĆ­an a cerrar las puertas, ingresĆ³ presuroso quien parecĆ­a ser un funcionario de la entidad y junto a la administradora de la Caja Municipal invitaron a la presidenta de la AsociaciĆ³n de Mujeres a pasar a su despacho. Los protestantes respiraron con alivio pensando que por fin podrĆ­an conversar e iniciar el diĆ”logo, pero la invitaciĆ³n fue para amenazarla y culparla de un supuesto intento de asalto.

“De quĆ© sirviĆ³ hablar con el doctor Juan Manuel GuillĆ©n, Ć©l se comprometiĆ³ a interceder por nosotros, ordenĆ³, segĆŗn dicen, que los casos sean revisados, pero hasta el momento nada ha sucedido; se niegan a hablar con nosotros, nos tratan como leprosos. QuĆ© poco valen los oficios del alcalde, quĆ© decepciĆ³n”, palabras de Gladys Paz Vilca, quien estĆ” a punto de perder la casa de sus padres por acciĆ³n tambiĆ©n de la Caja Municipal.

Deudores de bancos unidos

Una publicaciĆ³n local difundiĆ³ hace algunas semanas cifras que espantan. SegĆŗn los datos consignados, en Arequipa son 40 000 las personas amenazadas con el embargo y remate de sus propiedades. La asociaciĆ³n de Mujeres Empresarias agrupa deudores de Arequipa, Puno y Cusco y aunque el nĆŗmero de integrantes es reducido, cada dĆ­a aumentan los interesados en integrarse al grupo que estĆ”n promoviendo la uniĆ³n de todos los deudores de Arequipa y el sur del paĆ­s, con el fin de enfrentar el abuso de las entidades financieras. Planean redactar un proyecto de ley que deroga los artĆ­culos 720 y 722 del CĆ³digo Procesal Civil, el mismo que les impide defenderse de los fraudulentos documentos con las que las entidades financieras los lapidan.

Deuda fantasma

CĆ©sar Augusto Salinas MĆ”laga se prestĆ³ 58 000 soles del Banco Sur, siguiendo el tradicional trĆ”mite, firmĆ³ un pagarĆ© en blanco y cancelĆ³ la deuda. ViajĆ³ a Lima para hacer un posgrado, en el Ć­nterin le llegan notificaciones que obligan a pagar una deuda inexistente. Confiado, piensa que se trata de un error, pero debiĆ³ cambiar de opiniĆ³n cuando el banco lo demanda con una liquidaciĆ³n de documentos, una simple hoja sin firmas que establece que su deuda es de 42 545 soles.

En este caso, el Poder Judicial determinĆ³ que era inadmisible la demanda de Banco Sur, que los funcionarios del banco apelan manteniendo como Ćŗnico elemento de prueba de la obligaciĆ³n, la liquidaciĆ³n antes cuestionada. En segunda resoluciĆ³n se acepta la demanda contra Augusto Salinas y se ordena el remate de su casa ubicada en la calle Comercio 789 en Mollendo, la resoluciĆ³n esa pelada en sucesivas ocasiones, llegĆ³ una 36Ā° resoluciĆ³n donde se nombra a un perito contable, quiĆ©n llega a la conclusiĆ³n que el presunto deudo recibiĆ³ un prĆ©stamo de 29 242 soles y que ha cumplido con pagar 17 cuotas por un total de 58 322.58 soles, por lo que se establece que el demandado ha efectuado pagos por demĆ”s de lo prestado.

Inexplicablemente el Poder Judicial (sexto juzgado), desestima el peritaje y pide al contador que vuelva a revisar el caso. El perito se ratifica en el informe y concluye que, por principio de justicia, el juez debe exigir la presentaciĆ³n de documentos que el banco en repetidas ocasiones se ha negado a presentar.

HĆ©ctor Huanca, titular del sexto juzgado, desestima el informe y nombra a otro perito, quiĆ©n concluye en favor del banco. El juez esta vez lo acepta y niega la solicitud del demandado, que impide la opiniĆ³n de un tercer experto para dirimir la cuestiĆ³n.

Augusto Salinas recurre entonces a la sĆ©ptima FiscalĆ­a y presenta una demanda penal por delito de fraude procesal en contra del Banco Santander; sin embargo, como en otros tantos casos, la FiscalĆ­a determinĆ³ que no habĆ­a lugar a la demanda.

TenĆ­a una solicitud de devoluciĆ³n de prĆ©stamo

Olga Montalvo se presentĆ³ a SERBANCO para solicitar un crĆ©dito de 5 000 soles. DespuĆ©s de la evaluaciĆ³n le dan la “buena noticia”, que su techo crediticio es superior y se anima prestarse 10 000 soles. El trĆ”mite es rĆ”pido y en tiempo rĆ©cord le entregan el dinero y cronograma de pagos.

Revisando los documentos descubre que en 18 meses deberĆ” pagar 17 342 soles, se preocupa pero cumple con pagar sus cuotas, la Ćŗltima el 26 de septiembre del presente aƱo. Debido a la crisis y a la enfermedad que le afecta, el 5 de octubre la seƱora Montalvo se presenta en el banco para indicar que desea devolver el crĆ©dito y que se compromete a pagar los intereses devengados hasta el momento, pero el Banco se niega, ella desea devolver el dinero, sabe que no podrĆ” seguir pagando las cuotas mensuales de 963 soles, pero se niegan a aceptar su solicitud.

Otros testimonios

En 1992, Salvador Vilca Gallegos era considerado un buen cliente de la Caja Municipal, todo cambiĆ³ en 1995 cuando como comerciante de ganado solicitĆ³ un prĆ©stamo de $/ 15 000 para pagarlo en un aƱo en cuotas de 462 dĆ³lares mensuales. Cuando se habĆ­a pagado la mitad de la deuda, el cliente fue objeto de una estafa y quedĆ³ totalmente descapitalizado; comenzĆ³ entonces el problema que ha llevado a su esposa a ofrecer su vientre para conseguir el dinero que les permite liberarse de la tortura psicolĆ³gica que lleva ya mĆ”s de 5 aƱos

DespuĆ©s de las dificultades derivadas de la estafa y considerĆ”ndose Ć©l un buen cliente, se acercĆ³ a su analista de crĆ©ditos para exponer las razones por las que no podĆ­a continuar pagando los $/ 1 462 mensuales y solicitar la rebaja de las cuotas.

Relatan los afectados que fueron maltratados, que la respuesta fue negativa y que se les conminĆ³ a refinanciar la deuda. Consiguieron entonces $/ 1 500 entendiendo que es obligaciĆ³n ascendĆ­a ahora a $/ 6 000, pero por medios fraudulentos, segĆŗn calificativos del denunciante, la deuda se convirtiĆ³ en 10 000 dĆ³lares.

Desconociendo sus derechos y confiando aĆŗn en la Caja Municipal, continĆŗa pagando $/ 667 mensuales hasta mayo del 97, las obligaciones serĆ”n mayores a sus posibilidades y nuevamente debieron suspender los pagos y se produjo una segunda refinanciaciĆ³n, pero lo irregular es que pese a existir conversaciones y pagos de por medio, la Caja Municipal presentĆ³ una demanda por ejecuciĆ³n de garantĆ­a (el 12 de agosto del 96). Sorprendidos por el doble juego y atemorizados ante la posibilidad de perder la casa que ofrecieron en garantĆ­a, hicieron una nueva amortizaciĆ³n y la deuda quedĆ³ en $/ 8 691.

El juicio continuarĆ” en el Poder Judicial y el titular del sexto juzgado resolviĆ³ que debĆ­a pagar los $/ 8 691. Absolutamente imposibilitados de honrar la deuda, su casa de 300 metros cuadrados valorizada en $/ 35 000 fue puesta en remate por $/ 15 000 (a menos de la mitad de su valor real).

Atemorizados recurrieron a otras entidades bancarias y en enero de 1998 consiguieron pagar los $/ 6 201 que en Ćŗltima resoluciĆ³n habĆ­a ordenado el Poder Judicial. Pero en abril de ese mismo aƱo aparece una nueva deuda ascendiente a $/ 11 259, esto al margen de los honorarios de la abogada Roxana NĆŗƱez Contreras (2 546 soles) y los gastos judiciales 321 dĆ³lares.

Los deudores apelan la resoluciĆ³n y los miembros de la segunda sala ordenan revisar el expediente. Un perito contable determina que la Ćŗnica deuda asciende a $/ 425, se suspenden entonces el segundo remate, pero la Caja Municipal insiste. El 18 de enero de este aƱo les notifica que deben $/ 12 217. En la actualidad desconocen lo que vaya a ocurrir con la familia. Tienen sobre sus cabezas la amenaza de perder la casa que comparten con su madre de mĆ”s de 80 aƱos, tienen tres hijos y se han visto obligados a privarse de las mĆ­nimas comodidades.

Salvador Vilca, titular de la deuda se pregunta, ĀædĆ³nde estĆ” el criterio del juez?

El patrĆ³n seguido por los bancos

El doctor Manuel AscuƱa, abogado de la AsociaciĆ³n de Mujeres Empresarias del Sur, explica cuĆ”l es el mecanismo a travĆ©s de la cual las entidades financieras estĆ”n apoderĆ”ndose de las propiedades de sus clientes.

Sostiene que es prĆ”ctica comĆŗn el firmar un pagarĆ© en blanco al momento de acceder al crĆ©dito. Es tambiĆ©n prĆ”ctica comĆŗn presentar lo que se denomina mutuo de garantĆ­a hipotecaria, que no es otra cosa que hipotecar la casa a favor de la entidad financiera. La tasaciĆ³n corre por cuenta de la entidad y por lo general es inferior a la real.

La ley del sistema financiero otorga a los bancos libertad para fijar los intereses, comisiones y tarifas; sin embargo, sostiene el abogado, no se tienen en cuenta los lĆ­mites que impone el Banco Central de Reserva.

La entidad financiera, al plantear la demanda por ejecuciĆ³n de garantĆ­a, se niega a presentar el estado de cuenta del deudor. Es en este documento donde se detallan los pagos y amortizaciones del demandado. Para la ejecuciĆ³n de garantĆ­as, el banco presenta Ćŗnicamente los documentos en las que se consigna el Ć­ntegro de la deuda.

Al llegar la demanda por ejecuciĆ³n de garantĆ­as al Poder Judicial, el juez emite un auto o resoluciĆ³n donde dispone el pago inmediato de la deuda. AquĆ­ el demandado no tiene la menor oportunidad de probar que pagĆ³, al menos parte de su obligaciĆ³n (en esta etapa el deudor cuenta con 3 dĆ­as para apelar la resoluciĆ³n, caso contrario se procederĆ” a la ejecuciĆ³n de garantĆ­as o remate del inmueble).

En este momento, el demandado no puede demostrar que el pagarĆ© que ha presentado el banco ha sido llenado con cifras superiores al crĆ©dito real, ni que las firmas han sido falsificadas, cĆ³mo se ha probado a travĆ©s de peritajes grafotĆ©cnicos; sin embargo esta prueba no es vĆ”lida debido a que por tecnicismos legales el demandado no tiene el poder de presentar pruebas.

A recurrir al Ministerio PĆŗblico, los fiscales no admiten la denuncia debido a que existe de por medio un proceso en el Ć”mbito civil.

Ante tales circunstancias el doctor AscuƱa considera que jueces y fiscales estĆ”n atentando contra el legĆ­timo derecho a la defensa, contemplada en la constituciĆ³n.

Intereses: Letra chiquita, robo descomunal

El gran Aurelio Baldor (cuyos textos de matemĆ”ticas han educado a generaciones enteras en AmĆ©rica Latina), ha quedado arrinconado en el mundo de la ficciĆ³n. DecĆ­a Baldor respecto al interĆ©s. “Cuando en una operaciĆ³n financiera debe existir un tipo de interĆ©s y Ć©ste no ha sido estipulado por las partes, la ley dispone que el tipo de interĆ©s serĆ” el 6% anual. Exigir un interĆ©s por encima de esta tasa constituye el delito de usura quĆ© es penado por la ley”.

Baldor se habrĆ­a desmayado de haber leĆ­do GestiĆ³n el dĆ­a de ayer y enterarse por ejemplo que, en el PerĆŗ, por cada sol que la gente se presta, tiene que pagar (en el caso del banco chileno Banco del Trabajo, por ejemplo), la friolera de 1.80 soles al aƱo; ahora bien, si uno no quiere dejarse asaltar tan arteramente puede elegir un agravio menor y optar por pagar tan sĆ³lo 22 cĆ©ntimos anuales por cada nuevo sol. Si el asunto es en dĆ³lares, entonces, tendrĆ” que pagar 12 centavos de dĆ³lar, por cada dĆ³lar prestado.

Pero todas esas tasas son un juego de niƱos comparadas con el asalto a mano fina; y quĆ© significa caer en la desgracia de que algĆŗn funcionario avivado le transfiera su deuda a la modalidad de sobregiro. Salir de allĆ­, ni con la virgen, pues por cada sol, al mes hay que pagar casi otro sol, vale decir 90% de interĆ©s mensual.

La ley general del sistema financiero se puede resumir en la ley del embudo; si uno se atiene a las tasas que se pagan por ahorrar en el sistema bancario nacional.

Por cada sol se gana el 6% anual, es decir, 6 cĆ©ntimos por aƱo;. y si el ahorro es en dĆ³lares entonces por cada dĆ³lar lo que se consigue es solo 3 centavos de la moneda norteamericana.

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  • RedacciĆ³n El BĆŗho

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