Los comedores populares como arma política para la reelección de Alberto Fujimori, fue el motivo del reportaje principal en la edición N°10 del Semanario El Búho, publicada el 5 de mayo del año 2000. Aquí les ofrecemos el artículo original, escrito entonces por el periodista Óscar Pacheco.
Oscar Pacheco
Después de la masivas marchas de protesta, realizada unos días antes de las elecciones, y protagonizadas por madres de familia, integrantes de los comedores populares de la capital, respuesta a unas malinterpretadas declaraciones del candidato a la presidencia Alejandro Toledo, quien supuestamente dijo que desaparecería este tipo de organizaciones, se notó claramente el manejo político al que son sometidas lo cual, si bien no es una novedad, dejó sentada la importancia y la envergadura de este tejido social, controlada por el gobierno; y que fácilmente podría decidir una elección presidencial.
Para comprender la dinámica de funcionamiento de estas organizaciones populares, sus necesidades, expectativas y anhelos, y como pueden influir a la hora de votar en la segunda vuelta, es preciso revisar las dos décadas de historia acumuladas, desde su nacimiento hasta la actualidad.
No se sabe exactamente cuándo ni cómo empezaron a formarse los primeros comedores populares, pero los estudios señalan que este proceso se inició a finales de 1970, de manera autogestionaria, producto de la crisis económica que comenzaba a acentuarse; y del movimiento social de mujeres que también empezaban a hacer notar su presencia en el ámbito político.
Aunque desde hace muchísimos años, existía la llamada “olla común”, que muchos consideran el antecedente más remoto de los comedores populares, en 1979, la firma de un convenio entre los gobiernos peruano y norteamericano sería el acto oficial del nacimiento de estas organizaciones, pues el país del Norte se comprometió a donar al Perú sus excedentes agrícolas a través de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID).
Este vasto programa de donación de víveres, fue canalizado a través de instituciones religiosas como; CÁRITAS (católica), OFASA (adventista), SEPAS (evangélica) y CARE (asociación laica). El gobierno en aquel momento, no disponía del aparato logístico necesario, y tampoco estaba interesado en crearlo, debido a que el país se encontraba en plena transición democrática.
Es así como los comedores populares nacen como una alternativa frente a la crisis económica y bajo el amparo de la iglesia, a la que se sumarían después las ofertas de servicios y asesorías de las ONGs, organizaciones feministas y de partidos políticos que buscaban procurarse bases de apoyo y legitimidad.
Belaúnde: inicio de la politización
Una vez asumido el cargo de presidente Fernando Belaúnde T. (1980-1985), utiliza una oferta de alimentos para fortalecer sus clientelas políticas. Apoyándose en los primeros comedores organizados por las parroquias, la Oficina de Cooperación Popular que dejó a su esposa Violeta Correa, inauguró “las cocinas de Violetta”.
A este escenario se sumó, en abril de 1984, el programa del vaso de leche en Lima y que paralelamente crecería la importancia. Para 1986, cien mil mujeres participaban en 7220 comités, para atender a un millón de beneficiarios sólo en Lima metropolitana. en provincias el programa comenzaría de manera regular algunos años después, siempre por decisión política.
García: los empadronó
Durante el gobierno aprista de Alan García (1985-1990), se implementó el programa de Apoyo Directo (PAD), dirigido por su esposa Pilar Nores, dando subsidios en víveres y dinero a los comedores y clubes de madres, después de ser “empadronados”. La decisión de impulsar estas organizaciones permitió su rápida multiplicación incrementándose en cerca del 60%, pasando de 884 en 1985 a 1383 en 1987 (fuente: censo de comedores CARE 1990).
García también lanzó entre 1986 y 1987 el Programa de Apoyo al Ingreso Temporal (PAIT), como una forma de aliviar el desempleo. En este programa participaron mayoritariamente mujeres, lo cual significó un revés para los comedores que fueron abandonados por muchas madres, en busca de mejores alternativas para soportar la crisis que empezaba a desbocarse sin control. Sin embargo, al cancelar el programa, sin otras posibilidades, retomaron a sus antiguas organizaciones.
Estos años fueron difíciles, pero más lo serían los venideros. La tarea era exigente, no existían en el mundo antecedentes de una organización de este tipo, siendo preciso vencer hábitos y estilos de convivencia profundamente arraigados. Los comedores populares integraron la variedad cultural de las familias migrantes, que en grandes oleadas llegaban a la capital y a las grandes ciudades, producto de la violencia terrorista en el interior.
A estas alturas los comedores adquirieron una dinámica de funcionamiento precaria, mediante el trabajo colectivo. Todas participaban mediante el trabajo organizado y rotativo en cocina, limpieza, compras, etc. , Sin distingos de ninguna clase entre ellas.
Inicio de la independencia
Pero a medida que lograban su consolidación, la intervención de la ONGs. grupos religiosos y partidos políticos de izquierda, desarrollaron un proceso de “privatización” de las organizaciones populares para asegurarse el control de las bases sociales; sin importarles, en algunos casos, los niveles mínimos de coordinación entre ellas.
Crisis generalizada, ajuste sin programas de compensación y violencia, caracterizaron estos años. Las organizaciones se trastocaron, la eficiencia y el pragmatismo por conseguir la mayor cantidad de víveres se sobrepusieron a cualquier principio democrático; lo que comenzó a convertirlas en manipulables.
La pérdida de credibilidad y desprestigio de los partidos políticos envolvió y arrastró a su desgracia a las dirigencias de los comedores vinculadas a ellos. Las que lograron mantenerse al frente tenían los días contados, debido a que la violencia terrorista de Sendero Luminoso comenzó a considerar la importancia estratégica de la organización femenina y pretendió destruirla.
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Fujimori: consolidan la dependencia
Cuando Alberto Fujimori asumió el gobierno, en julio de 1990, aplicó un drástico programa de ajuste que redujo significativamente la inflación a costa de la agudización de la pobreza hasta niveles dramáticos. La población soportó estoicamente las medidas del 8 de agosto de 1990.
En estos críticos momentos, el número de los comedores populares aumentó en más de 1000 %. De cocinar en 350 y 200 raciones diarias pasaron a preparar 1500 en varios turnos. La “necesidad de alimentarse” estaba por encima de cualquier otra actividad.
En estas circunstancias, no es sino hasta diciembre de 1991, durante el primer gobierno de Fujimori, que la Central Nacional de Comedores logró que se aprobara la ley Nro 25307 que creaba el Programa Nacional de Apoyo Alimentario (PRONAA); el estado se comprometía en subsidiar al menos 65% del valor de los alimentos que utilizaban los comedores y los programas del vaso de leche. El éxito de la movilización se redujo a la reglamentación del “asistencialismo” como un derecho.
El terrorismo las aniquiló
Mientras tanto, la demencia terrorista llegó a la conclusión de que los comedores, tal como venían funcionando, era un obstáculo para sus propósitos. Cada día aparecen pintas en los barrios populares que decían: “es necesario sacar estas organizaciones de las garras del imperialismo”; las dirigencias fueron perseguidas, persuadidas o asesinadas, pues consideraban que una vez descabezada la organización, el nuevo orden le impondría el partido.
En este contexto de crisis generalizada, de desgaste y deterioro de las instituciones, el miedo aumentó y la sensación de desprotección y vulnerabilidad creció; hasta apoderarse de los comedores, que encapsulados y separados de otras organizaciones, sin líderes ni diligencias, se dedicaron a sobrevivir. En esos momentos eran más útiles que nunca, por lo que, para bajar los riesgos, se redujeron a la estricta función de cocinar. Las animaban un sentimiento muy pragmático por conseguir alimentos y una clara necesidad de aislarse, por miedo al asesinato de sus integrantes.
Las circunstancias bajo las cuales se desarrollaron las organizaciones populares (comedores, clubes de madres y comités de vaso de leche); y la consolidación del control gubernamental sobre ellas, los convirtieron en fácilmente manipulables, pues “la necesidad, el hambre” siempre estuvieron primero.
En ese sentido, no otorgarles la importancia debida, sería un error político grave, sobre todo en estas circunstancias electorales, debido a que en el territorio nacional, son cientos de miles las madres que están asociadas en torno a un comedor popular; y con ellas sus esposos e hijos (muchos de los cuales se encuentran en edad de votar)
En cuanto al número
Pero, cabe preguntarse: ¿cuántos comedores existen en la actualidad?,¿cuánta ayuda recibe del PRONAA? y ¿cada cuánto tiempo les entregan los alimentos en la actualidad?. Las respuestas, esenciales para realizar un análisis más preciso, son en este momento desconocidas; pues los funcionarios del PRONAA Unidad Operativa Arequipa, solo dan datos vagos e imprecisos que sólo pueden generar desconfianza e incredulidad.
Al ser entrevistada Sonia Sánchez G. Jefa del PRONAA, sobre el número actual de comedores en nuestra ciudad, al principio se negó a responder diciendo: “no le puedo dar resultados”. Sin embargo, conversando con algunos trabajadores de esta dependencia, alguno mencionó que serían 750; y alguien más se atrevió a decir que son cerca de dos mil.
Esta última respuesta, podría parecer exagerada, pero tomando en cuenta los datos de CARE, encontramos que en Lima metropolitana en 1991 existían 5112 comedores populares. Arequipa, siendo la segunda ciudad del país, debe tener poco menos de la mitad de estas organizaciones; estamos hablando de por lo menos 2500 en 1991, debiendo considerarse además, que, por aquellos años, la crisis económica comenzaba acentuarse aún más sobre los sectores más pobres.
En estas circunstancias, es fácil deducir que el número de comedores continuó creciendo vertiginosamente los años siguientes; y no pudo haber una reducción significativa de su número, puesto que jamás hubo una declaración “oficial” de disminución de la pobreza en nuestro país; por el contrario, las cifras que median esa variable siguieron aumentando.
Cuánto reciben del gobierno
En cuanto a la ayuda que brindan a los comedores populares, Sonia Sánchez mencionó que se les entrega la canasta de alimentos, consistente en cereales menestras, tubérculos, proteínas y grasas; la cantidad, agregó: “depende de las raciones que cocine cada comedor”.
Y ¿cada cuánto tiempo les entregan los alimentos?. Esta otra incógnita que la jefe del PRONAA responde así: “depende, en algunos sitios mensual, en otros bimensual, en otros sitios trimestral, en otros sitios cada 15 días, depende…” la imprecisión de las respuestas genera desconfianza y crea suspicacias.
Inscripción en el PRONAA
Es también importante destacar que según Sonia Sánchez, para inscribir un comedor en el PRONAA, sólo es necesario: “estar constituido como organización de base…”; sin embargo, en posteriores averiguaciones en los comedores, se encontró que se les exige 10 requisitos, de los cuales tres son importantes, por controvertidos: relación de socias, no menos de 35; el nombre de comedor no debe ser de santos, vírgenes ni motivos religiosos; y se debe tener el aval del gobernador del distrito al que pertenecen (!!).
¿Porque este tipo de requisitos? No lo sabemos con certeza, pero las posibles respuestas encajan muy bien en el estrategia política. Cómo sea, el presidente candidato, Alberto Fujimori, conoce perfectamente la importancia de las organizaciones populares y de las mujeres que participan en ella.
El gobierno creó el 29 de octubre de 1996, mediante decreto legislativo 866, el Ministerio de Promoción de la Mujer y el Desarrollo Humano (PROMUDEH); entidad de la cual depende el PRONAA junto a otros organismos públicos descentralizados como: COOPOP, PAR, INABIF Y CONADIS.
La página web del PROMUDEH (HTTP://www promudeh.gob.pe/), en su texto introductorio, no puede ser más reveladora, ni más enfática, sobre la importancia que el gobierno da a estas organizaciones: “el estado considera fundamental de rol que desempeña la mujer peruana en la pacificación y el desarrollo nacional, así como en la lucha contra la pobreza a través de su liderazgo en las organizaciones sociales de base y el papel protagónico que cumplen en la vida política del país, principalmente en la función pública….”
¿Qué tan importantes son políticamente los comedores populares?, ¿tienen o no tienen capacidad de decisión?, ¿a sus integrantes les guiará el criterio de conciencia o la necesidad al momento de votar?. Son preguntas que se deben tener en cuenta, si se quieren evitar sorpresas y pesares en la segunda vuelta electoral.
REQUISITOS PARA INSCRIBIR UN COMEDOR AL PRONAA
Sonia Sánchez, Jefa del PRONAA Unidad Operativa Arequipa, afirmó que sólo era necesario “estar constituido como organización de base”. Diez son los requisitos que exigen a las madres que deseen escribir su comedor en esta dependencia.
- Solicitud a la señora Sonia Sánchez González
- Relación de niños menores de 10 años (nombres, apellidos y edad de cada uno)
- Relación de socias (nombres, apellidos, Nro de DNI o LE y firma). No menos de 35 personas.
- Croquis de ubicación del comedor.
- Copia del acta de fundación, legalizada por el juez de paz del sector.
- Nombres del comedor. No de santos o vírgenes religiosas.
- Libro de actas.
- Copia del DNI o LE de la presidencia del comedor.
- Aval del secretario general de la asociación.
- Avales gobernador del distrito al que pertenecen.
FRAUDE A LA VISTA
Por Alonso Ruiz Rosas
El juego del oficialismo en esta segunda vuelta puede resumirse así: los emisarios del Fujimori se hacen los que dialogan y dicen que están dispuestos a corregir la bien tejida red de trafas que, en realidad, caracteriza el proceso electoral (semi monopolio de la TV de señal abierta, uso y abuso de los recursos del estado, guerra sucia orquestada por el SIN, manipulación de la ONPE y el JNE, etc.); pero sólo están ganando tiempo para llegar al próximo 28 de mayo con Toledo de frente y la amañada re reelección bajo la manga.
Es evidente que al gobierno no le interesa el debate ni, mucho menos, cambiar realmente las tramposas reglas de este juego; su apetito de poder y la corrupción que arrastra son tales que no pasa por la cabeza de Fujimori, Montesinos y su entorno más íntimo, la posibilidad de dejar por ahora la administración del estado. Se trata sólo de hacer quedar mal al candidato opositor y de envolverlo a toda costa en la contienda, sabedores de su dominio absoluto de los resultados finales; más allá de la decisión popular, Fujimori obtendrán de todas maneras más del 51% de los votos válidos.
Qué Toledo haya cometido y comete errores no invalida lo dicho, ni sus errores son tan graves -el más criticado: la marcha palacio del 9 de abril, ha quedado en claro que sirvió para evitar que se consumara esa misma noche un cantado fraude- ni el electorado opositor (ligeramente mayoritario a pesar de toda la manipulación) está dispuesto a cambiar de bando. A la inversa: cierto letrado muy pobre comienza a alejarse del fujimorismo, considerando que el carnaval de promesas del candidato presidente hace agua y que la olla popular corre peligro si europeos y americanos cierran la despensa. El masivo paro de los campesinos de Andahuaylas señala, también, lo que empieza a vivir sin el campo más hipnotizado por el régimen.
¿Por qué no le conviene polemizar a Fujimori con Toledo? El candidato presidente tiene muchos logros que exhibir en el pasado pero muy poco que ofrecer hacia delante: cualquier persona medianamente informada sabe que el modelo autoritario que propugna volver a aislar al Perú y tendrá un efecto de olla a presión al interior. Toledo, que no ha cesado de reconocer los aciertos de su adversario, saldría fácilmente airoso demostrando la indisoluble relación que hay entre bienestar material, institucionalidad y democracia; sacando la garra en el tema que domina: el económico.
Por ello, cabe adelantar que el régimen ahogará la confrontación, encargándole al doctor Tudela una escenografía de opereta; para que el iniciado diálogo termine en un previsible aborto. Dicho sea de paso, su propuesta para que los interlocutores de la oposición suscriban con los de Perú 2000 un acta pidiéndole al gobierno que interponga sus buenos oficios y solicita a la tv sumisa una nueva actitud, es antológica.
Es público y notorio que Fujimori y Montesinos han hecho suya la consigna favorita del desinflado Abimael Guzmán: salvo el poder, todo es ilusión. Toledo puede decir que las locas ilusiones lo sacaron de su pueblo, pero que todavía no le han hecho perder el juicio. El candidato opositor sabe que está en un campo minado y que tendrá muy pronto que escoger entre legitimar con su presencia una farsa; u optar por una campaña en defensa de la democracia y contra las pretensiones de quienes, perdiendo en la perspectiva de la historia, en vez de retirarse a tiempo y por la puerta grande, terminarán, tarde o temprano, huyendo.
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